En un reciente artículo lleno de sapiencia marxista, Marcelo Colussi en Aporrea, trae a colación a Francis Fukuyama, famoso por declarar hace ya muchos años el fin de la historia. Marcelo Colussi a este respecto señala: La historia, contrariamente a como dijo ese apologista del sistema, un tal Francis Fukuyama, hace algunos años atrás, no ha terminado. ¿De dónde saldría tamaño disparate? La historia continúa su paso sin que sepamos hacia dónde va."
Hay que decir que Fukuyama, en su obra "El fin de la historia y el último hombre", escribió que la historia con la caída de la Unión Soviética y del muro de Berlín, había llegado a su fin. Con el triunfo de la democracia liberal y el ocaso del comunismo, la humanidad habría alcanzado el estadio final de su desarrollo político.
Esta visión lineal, finalista, planteada por el norteamericano le podemos encontrar su contrapunto en la antigua concepción griega de la Fortuna, representada por la Rueda.
La Rueda de la Fortuna es un símbolo recurrente en la mitología griega que representa la inestabilidad inherente a la existencia humana, plena de altibajos, los cambios fortuitos del destino, son concebidos como un giro constante de esta rueda. Aquellos que hoy están en la cima, mañana pueden caer al fondo, y viceversa. Esta visión cíclica contrasta radicalmente con la idea de Fukuyama de un final histórico.
En el planteamiento de Fukuyama, elaborada según mi parecer ahora y antes con claro sentido politico: revolucionarios no luchen más, todo ha terminado, sugiere que el capitalismo había logrado con la democracia liberal una estabilidad política y social, que le permitiría perpetuarse hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, Grecia emerge con su Rueda de la Fortuna recordando que incluso los sistemas más sólidos pueden ser sacudidos por eventos imprevistos, que escapan al control humano.
Es como si la Rueda de la Fortuna nos señalara nuestra vulnerabilidad y nuestra imposibilidad de controlar el destino mientras que Fukuyama, parece centrarse en justificar grandes estructuras ideológicas y políticas, dejando de lado la complejidad de la experiencia humana.
Para los griegos, la historia, como la Rueda de la Fortuna, sigue girando, y lo que hoy parece ser el final, mañana puede ser solo un nuevo comienzo.
Este planteamiento de Fukuyama sobre el "fin de la historia" nos recuerda la filosofía de Hegel, quien concebía la historia como un proceso dialéctico con su propia lógica, avanzando hacia una culminación, una síntesis final de todas las contradicciones. Una lucha constante entre tesis y antítesis, que culmina en una síntesis superior, llegar a una sociedad racional y libre, pero que Hegel lamentablemente, identifico con el Estado prusiano, claro, traicionando así, su propio pensamiento filosófico de progreso indetenible.
Consideramos que en el planteamiento de Fukuyama se expresan dos ideas. La primera como ya se mencionó su intento de presentar la supremacía del capitalismo y de los Estados Unidos sobre otras sociedades y en segundo lugar Fukuyama comete un error en términos hegelianos, al confundir una contradicción de tránsito hacia una sociedad superior como fue la desaparición de la contradicción entre el capitalismo y Unión Soviética, interpretándola como la contradicción final cuando la humanidad ya no tendría contradicciones, por lo menos del tipo hasta ahora conocidas.
Ante estos dos planteamientos, oponemos la concepción marxista de la historia la cual es diametralmente opuesta a la idea de Fukuyama y de la Rueda de la Fortuna.
Para Marx, que sigue las enseñanzas de Hegel, la historia o sea el proceso humano no tiene fin, por lo que vería a la Fortuna como una fuerza ciega y arbitraria que no tiene cabida en su visión de la historia. La historia, según Marx, está gobernada por el capital y la dialéctica, no por el azar. La Rueda de la Fortuna, con su énfasis en la contingencia y la imprevisibilidad, tampoco sería desechada completamente sino vista por él como un elemento discursivo, útil para comprender ciertos aspectos de la experiencia humana cuando la fortuna puede cambiar rápidamente, elevando a unos y derrocando a otros en un ciclo constante de ascensos y caídas, independiente de cualquier supuesto "fin de la historia".
En apenas 30 años el estado liberal que Fukuyama pregonaba está llegando a su fin y por lo tanto afectando a su teoría, llevado a ese destino por sus propios creadores: la burguesía y el capital, los motores de la historia moderna según Carlos Marx. Estos ya no lo consideran conveniente para sus fines objetivos y subjetivos, siendo desplazado por un nuevo estado, el estado imperialista global que tiene sus propias reglas y normas de funcionamiento, que tratan de imponer a toda la sociedad global.