Por motivos familiares, casi desde mi nacimiento tuve presente a aquel ex-país llamado Yugoslavia. Hace un tiempo he venido notando que, en no pocos aspectos, positivos y negativos, se pueden comparar los procesos que vivieron la República Federal Socialista de Yugoslavia, en los años de Tito, con los que vive la República Bolivariana de Venezuela, desde la llegada de Hugo Chávez al poder. Con este artículo, pretendo comparar los puntos de encuentro entre ambos, junto con sus diferencias y errores. En lo bueno y en lo malo, la experiencia socialista yugoslava puede ayudar a la construcción del socialismo en Venezuela.
a) Llegada al poder. Josip Broz, más conocido como "Tito", llegó al poder en 1944, encabezando la resistencia antifascista frente a la invasión nazi. La nueva Yugoslavia socialista que nacía, en contraposición a la vieja Yugoslavia monárquica y colaboracionista que moría, fue el primer país en vencer al Tercer Reich nazi en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Los partisanos comandados por el Mariscal Tito se hicieron con el poder e instauraron un gobierno comunista en la federación de repúblicas.
Por su parte, Chávez llegó al poder por las urnas, en 1998. La nueva Venezuela verdaderamente soberana que nacía, frente a la Venezolana bipartidista y colonial que moría, fue el primer país que empezó a rebelarse contra el neoliberalismo imperante a nivel mundial desde el colapso de la URSS y del bloque del Este europeo, Yugoslavia incluida. Tras unos primeros años titubeantes, en los que Chávez buscó la llamada "Tercera Vía" entre capitalismo y socialismo, desde comienzos del 2007, el país se enrumbó hacia el socialismo.
b) Carisma. La personalidad del líder yugoslavo, nacido en 1892, fue en muchos momentos el elemento que aglutinó todas las diferencias políticas y nacionales que pudiera haber dentro del Estado yugoslavo, en el que convivían diferentes etnias (serbios, croatas, montenegrinos, bosnios, eslovenos, albaneses, húngaros, gitanos...) y religiones (cristianos -ortodoxos y católicos- musulmanes y judíos... los pocos judíos que no masacraron los nazis y su títere, la fascista ustacha, con el campo de concentración de Jasenovac -foto- como triste récord). Los discursos de Tito eran famosos por su duración y apasionamiento. Su popularidad entre los yugoslavos fue enorme durante todo su mandato: tanta como el odio que le profesaban sus adversarios, una minoría.
Pocos dudan de la popularidad de Chávez en Venezuela. Bueno, pocos que sean razonables: irracionales dudan muchos. Su carisma es enorme, y aunque no es el único sustento de su éxito, como aseguran muchos de sus críticos, nadie puede negar la tremenda importancia que tiene la personalidad del presidente venezolano como base de la revolución bolivariana. Cómo no mencionar sus discursos, por los que es tan famoso. Asimismo, sus adversarios lo odian con la misma intensidad con la que una minoría de yugoslavos odiaba a Tito.
c) Gobierno. Las primeras elecciones tras el final de la guerra fueron ganadas de manera aplastante por los comunistas, instaurándose entonces un sistema de gobierno de partido único. No obstante, Yugoslavia era el país socialista europeo con mayores libertades políticas, dentro de sus limitaciones. Tito fue nombrado "presidente vitalicio" por el parlamento, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento, en 1980.
Chávez ha sido refrendado once veces en las urnas, entre elecciones, legitimaciones, referendos y otros. En Venezuela hay diversidad de partidos, dentro de un sistema multipartidista que camina hacia el socialismo. Mientras que la figura de Tito, a pesar de su enorme popularidad mientras gobernó, puede calificarse -aunque es discutible por consideraciones que no vienen al caso- como la de "dictador", en el sentido de que no había elecciones y los medios de comunicación de oposición no existían, el caso de Chávez es totalmente distinto, pues su legitimidad ha sido probada en multitud de procesos electorales, siendo uno de los mandatarios que más consultas populares ha superado en tan corto período de tiempo. En Venezuela no hay ningún partido político prohibido, y los medios de comunicación de oposición pueden decir (y Dios sabe que hacen uso de ese derecho continuamente) lo que quieran y como quieran.
d) Antiimperialismo. El líder yugoslavo tuvo problemas con Stalin desde el principio. Una vez comenzada la Guerra Fría, la enemistad fue total. Como señaló en un programa de ViVe el especialista cubano Francisco Brown, el socialismo en casi todos los países del Este europeo fue impuesto o tutelado por la URSS. El caso de Yugoslavia fue distinto, y nació de las luchas populares resultantes de la invasión nazi. Yugoslavia fue políticamente un enemigo acérrimo del estalinismo, aunque tristemente en casos puntuales -como el de Milovan Djilas (en la foto, a la derecha de Tito, que está en el centro)- incurrió en prácticas similares. Yugoslavia se las arregló para sobrevivir sin acabar como colonia de la URSS por un lado, ni de los EEUU, por el otro. El antiimperialismo del Mariscal yugoslavo fue total: contra todo Imperio, fuera del signo que fuera.
Hugo Chávez y la República Bolivariana de Venezuela pertenecen a un contexto posterior al de la guerra fría (algo que a algunos les cuesta mucho entender). En la actualidad no cabe hablar de dos imperios, puesto que sólo existe uno: los Estados Unidos de Norteamérica. A pesar de esto, tanto Chávez como Tito se unen ideológicamente alrededor de dos conceptos muy parecidos: la "no-alineación" o la "multipolaridad", respectivamente.
e) No alineados y/o multipolaridad. En los años sesenta, Tito, junto con otros líderes mundiales como Nasser o Nehru, creó el "Movimiento de Países no alineados", es decir, la unión de los países que se negaban a servir ciegamente a los intereses de EEUU o URSS. Dicha organización todavía existe, y llama la atención que toda África -menos Mauritania- sea miembro de la misma. En total, 117 de los 193 países del mundo (seis de cada diez) lo son. El pasado septiembre se celebró la XIV cumbre en La Habana, Cuba.
El gobierno venezolano, en su búsqueda de alternativas al mundo unipolar que subordina los países a los intereses de un Imperio, el estadounidense, busca unas relaciones entre estados basados en la multipolaridad. Al igual que Tito, Chávez no tiene problema en entablar relaciones políticas y comerciales con países cuyas visiones son antagónicas a las del socialismo, mientras éstas estén basadas en el respeto a la soberanía, no en la imposición, la injerencia y la obediencia ciega, que son los rasgos comunes a la propuesta unipolar de EE.UU.
f) Economía. El sistema socialista yugoslavo estaba basado en la autogestión y el cooperativismo, en una visión no centralizada del mismo, un modelo autogestionado, al contrario que el soviético, totalmente estatista. En el sistema yugoslavo, convivían hasta cierto punto socialismo y capitalismo, lo que generó algunos aspectos positivos y otros tantos negativos. Las industrias y empresas funcionaban a nivel nacional basadas en la competencia, pero éstas eran controladas por asambleas de trabajadores, no por dueños privados. El cooperativismo fue, a su vez, muy promovido por las autoridades yugoslavas. Por cierto, Yugoslavia fue uno de los países que visitó Ernesto Che Guevara, en su viaje para conocer las diferentes experiencias socialistas del mundo por aquel entonces, poco después de triunfar la revolución cubana, en 1959 (en esta foto, que adoro, estrechando la mano de Tito). Hasta los años setenta, el sistema económico yugoslavo funcionó muy bien, y la población vivía en una situación, en líneas generales, parecida a la social democracia sueca de aquellos días.
Las cooperativas y los consejos comunales han ido, poco a poco, ganando espacio y poder en el socialismo bolivariano. Aún así, Venezuela sigue siendo un país en gran medida capitalista, no hay más que dar una vuelta por Caracas o cualquier ciudad para ver cómo el capitalismo es eje fundamental de infinidad de transacciones económicas. El socialismo, en construcción, y esto no va a cambiar fundamentalmente si se aprueba la Reforma constitucional actualmente sometida a debate, convivirá con formas capitalistas de producción, mientras éstas no sean de importancia estratégica.
g) Personalismo. Yugoslavia estaba llena de retratos, bustos y estatuas de Tito. La gran victoria que encabezó frente a los nazis fue -lógicamente- exprimida al máximo por su gobierno y afianzó en gran parte su popularidad. Extremadamente reacio a la crítica, se rodeó de personas donde primaba la (supuesta) fidelidad antes que el compromiso crítico con el socialismo, algo que pagaría muy caro el país tras su desaparición. Su figura se tornó tan imprescindible para la defensa del sistema implantado en el país, que después de 35 años de gobierno controlado por Tito, esa misma estructura sólo resistió diez años sin su presencia física.
La inconmensurable imbecilidad de ciertos sectores oligárquicos ofreció a Chávez en bandeja una imagen que pocos pueden olvidar: la derrota de un golpe de Estado derechista en América, imagen por ahora única que el gobierno bolivariano ha sabido aprovechar muy bien, lógicamente. Aunque pueden verse retratos y carteles de Chávez en infinitas partes del país, comparativamente la estrategia comunicacional venezolana es muchísimo más discreta que la balcánica: por ejemplo, aquí no hay plazas, ni escuelas, ni edificios, ni mucho menos capitales de estado (como fue el caso de Titograd, literalmente 'Ciudad de Tito' en Montenegro, una de las repúblicas ex-yugoslavas) que lleven el nombre del presidente. Hugo Chávez se queja a menudo de que este proceso necesita crítica constructiva (destructiva hay de sobra), pero ésta se oye, lee y ve poco, y en contadas ocasiones respecto a su figura, o a sus decisiones. ¿Esto es así por decisión suya, o de sus estrategas comunicacionales? Que cada uno juzgue a su entender, yo no lo tengo claro. La pregunta que se abre ahora es... ¿resistiría la revolución bolivariana la ausencia física de Hugo Chávez Frías?
h) Legado. Tras el fallecimiento de Tito, que se vivió en Yugoslavia con intenso dolor (muy famosa es la foto en la que los jugadores de fútbol Tomislav Ivic y Zoran Vujovic lloran sobre el terreno de juego al conocer la noticia), los mismos que habían sido sus más dizque 'fieles' escuderos fueron los primeros en, paulatinamente, ir traicionando su proyecto, como si fueran una agrupación de clones de José Antonio Páez en versión eslava. Casi todos los que desmembraron desde dentro Yugoslavia ocuparon puestos importantes, o comenzaron su carrera política, en el alto gobierno comunista: por ejemplo, Franjo Tudjman fue un destacado general del Ejército Yugoslavo, y Slobodan Milosevic, miembro del PC yugoslavo desde 1952, llegó a ser director del banco más importante del país dos años antes de la muerte de Tito. Los herederos del titismo entraron en una lucha fratricida en la que todos quería demostrar, primero, quién era más yugoslavo, para gradualmente pasar a aportar pruebas de quién lo era menos: del socialismo que no debía distinguir de nacionalidades se pasó a un nacionalismo que no se distinguía en mucho del fascismo, por parte de todas -no fue sólo responsabilidad serbia- las repúblicas que integraban la federación. Sin olvidar la inestimable ayuda de Alemania, claro, a la cabeza de la Unión Europea neoliberalizadora, y por supuesto, los Estados Unidos, en conjunto se consiguió lo que los mismísimos nazis no habían logrado: vencer, dividir y destruir Yugoslavia. De aquel "Camarada Tito, te juramos que siempre mantendremos unidos los estados" con el que arrancaba el himno de la República Federal Socialista de Yugoslavia, de aquel proyecto hermoso, se pasó a una sangrienta y brutal guerra civil cuyos resultados todos conocemos: un sistema económico socialista convertido en capitalista, una única nación dividida en pequeños y manejables mini-estados, y cientos de miles de muertos y refugiados. Aunque en los últimos años bastantes yugoslavos se han dado cuenta de lo que perdieron al desmembrar su país, algo que comprobé en mi visita a Bosnia en el 2003, lo que quedó de todo aquel proceso es muy poco. Yo era un adolescente en 1991, y puedo decir que antes de que ninguna mujer me rompiera el corazón, primero lo hizo la larga muerte de Yugoslavia.
¿Cuál será el legado de Chávez? ¿Será poco, algo, mucho, o nada parecido al de Tito? Eso tienen que escribirlo, cada día, todos los venezolanos y venezolanas, en el libro de historia de este proceso todavía en construcción. Ahora bien, la intención de este artículo es cada uno extraiga de esta comparativa las conclusiones que crea conveniente. Los opositores a la revolución bolivariana argumentarán que nos encaminamos a una guerra civil sin remedio, los que defienden este proceso ciegamente, sin argumentos, dirán que nada malo puede pasar, porque no se está haciendo nada mal. ¿Mi opinión? Que ambos están completamente equivocados.
Dicen con razón que quien no analiza el pasado está condenado a repetir sus errores. Y a no aprovechar sus aciertos, añadiría yo.
Sus opiniones son bienvenidas.