Uribe le ha metido una puñalada por la espalda a la paz en Colombia por sesenta años de prisión. Todos los juristas del mundo, todos los políticos del mundo, todas las personas del mundo, por lo menos, con sentido común “imparcial”, saben que en ningún país se aplica tanto la injusticia por justicia como en Estados Unidos. Un país que entrega sus ciudadanos y sus ciudadanas a que sean juzgados en otro país, no tiene soberanía en su régimen de administración de justicia jurídica.
La incapacidad, no para derrotar lo que no es posible derrotar, sino para reducir la potencia y la efectividad de combate de la insurgencia colombiana ha hecho que gobiernos, frustrados de no conseguir el rendimiento en desmovilización y entrega de armas de las fuerzas revolucionarias en rebeldía armada, hayan traspasado a manos de tribunales foráneos los deberes y derechos jurídicos del Estado colombiano para con sus ciudadanos y sus ciudadanas nacionales. De esa manera, creyendo aterrorizar y obligar a la insurgencia a la inoperabilidad, se hace entrega de jefes guerrilleros capturados por el Estado colombiano a manos del Estado estadounidense para que los juzgue y los condene no en base a los criterios jurídicos del derecho penal colombiano sino del gringo, que es el peor de todos los derechos jurídicos en el mundo entero. ¿Cómo se podría pensar, de parte de una mente equilibrada, que una persona pueda ser condenada dos o tres veces a cadena perpetua, cuando una sola es por toda la vida del condenado? ¿Es o no una ridiculez y una burla descarada a una administración de justicia que cree en los poderes divinos del Todopoderoso? ¿Será que los admninistradores de justicia imperialista en Estados Unidos creen, por pragmatismo, en la inmortalidad del cangrejo o en la resurrección de las manos y la venganza del muerto en cadena perpetua?
El camarada Simón Trinidad ha sido condenado, sin prueba alguna de delito contra la sociedad estadounidense, a sesenta (60) años de prisión. Tiene en la actualidad cincuenta y cinco (55) años de edad, y vendría saliendo en libertad a los ciento quince (115) años de edad. Perogrullada cínica de la “justicia” estadounidense y cinismo sádico del gobierno colombiano. A Simón Trinidad no le están cobrando ni condenando realmente por tres gringos que tiene la insurgencia fareana en calidad de retenidos de guerra, porque fueron a Colombia a inmiscuirse en lo que no tenían ningún derecho ni tampoco deber. No, lo que le están cobrando es que admire mucho a Manuel Marulanda Vélez y deteste mucho a George Bush, que grite ¡viva Bolívar! y aborrezca a Theodore Roosevelt, que elogie a Chávez y critique a Condollezza, que destaque la obra solidaria de Fidel y condene la guerra imperialista en Irak y Afganistán, que se haga eco de la palabra soberanía y rechace toda injerencia estadounidense en los asuntos internos de Colombia, que prefiera la palabra del campesino o del obrero repudiando la demagogia de la oligarquía colombiana a la de un vocero de la Casa Blanca que sólo miente para engañar a la opinión pública, que cultive las rosas blancas de Martí en vez de la siembra de la muerte que riegan por el mundo los mercenarios estadounidenses, que luche por la justicia del pueblo colombiano en vez de servir de epígono a la política imperialista, que invoque el internacionalismo revolucionario y repudie las invasiones gringas a otras regiones del planeta, que se opone al plan Colombia o Patriota y no apoya el subsidio económico de Estados Unidos a las fuerzas militrares colombianas; en fin, le cobran y lo condenan por su indeclinable condición de revolucionario, por su actividad antiimperialista, por su optimismo en el porvenir socialista del mundo.
La camarada Sonia también fue juzgada y condenada en Estados Unidos a más de dieciseis (16) años de prisión. Le cobran lo mismo que a Simón Trinidad: su lealtad al derecho a la rebelión del pueblo colombiano contra sus explotadores y opresores. Si algo, respondiendo al principio de la solidaridad revolucionaria, tiene vigencia en este momento desde México hasta las Pampas o la Patagonia de Argentina y en el propio corazón de la sociedad estadounidense, depredada por el imperialismo, es denunciar la atrofia y la perversión de la administración de justicia estadounidense, rechazar las condenas a los camaradas Simón Trinidad y Sonia tanto como a los camaradas cubanos que denunciando actividades de terrorismo contra Cuba han sido juzgados como “terroristas”. Esa es la “justicia” gringa: juzgar y condenar a la victima como victimaria para salvar al victimario de las verdades de la víctima que comprometen aquel en terrorismo. Y eso ha sido siempre así, no es una historia nueva y, más bien, siempre se repite como tragedia y como farsa. No olvidemos que víctimas de la “justicia” gringa fueron Sacco y Vanzeti, los obreros de Chicago, científicos, políticos, deportistas, ecologistas, sociólogos, historiadores, economistas, artistas, artesanos, amas de casa, indígenas, campesinos, homosexuales, lesbianas, inmigrantes, estudiantes, campesinos, maestros, y todos aquellos y todas aquellas personas que se atrven levantar su voz de protesta y de condena contra las tropelías del capitalismo salvaje que impera en Estados Unidos y lo exporta, a través de la invasión violenta y la ususpación del derecho a la autodeterminación de los pueblos, a otras naciones para someterlas al neorégimen de la esclavitud social.
Quizá o lo más seguro, es que no logremos rescatar a los camaradas de las cárceles estadounidenses, pero tengamos el optimismo y la fe que la muerte de los mismos en sus largos cautiverios pesará más que la piedra de Sísifo en la conciencia no sólo de los verdugos imperialistas, sino de la mayoría de un pueblo, que con estoicismo masoquista, vota por gobiernos que sólo lo que hacen es rasgarle la piel a sus propios compatriotas en nombre de una justicia y una libertad que nunca se las cumplen.
¡Vivan Simón Trinidad y Sonia! ¡Vivan los camaradas cubanos detenidos por denunciar el terrorismo en Estados Unidos!¡Viva la memoria de todos y de todas las personas que han sido víctima de la bazofia jurídica estadounidense! ¡Vivan todos los movimientos alzados en armas contra el capitalismo cualquiera sea su ideología o su color de piel!