Así exclama Mercedes Sosa en una de sus canciones…”Por que la vida, la vida misma es un canto”
Alí Primera escribió; “El que muere por la vida no puede llamarse muerto”, una pregunta: ¿Quién recuerda a los que lanzaron las bombas atómicas sobre Nagasaki e Hiroshima? Sí alguien lo hace, es para despotricar de él y no para rendirle homenaje. Se cuenta que el Presidente de Estados Unidos que dio luz verde para que sobre miles de inocentes se enviaran esos destructores artefactos, leía la Biblia minutos antes de la macabra orden y uno, que está hecho de huesos, piel, cerebro, sentimiento y lágrimas, no puede oponerse a que el dolor le taladre el cuerpo. A él nadie lo recordará mientras la humanidad sea tan frágil como los sueños.
Fidel está cerca de la muerte. Ella le musita al oído que el tiempo de vivir se está agotando y nosotros, los hombres y mujeres que fuimos hechos de amor, de música, de cantos y poesía, intentamos alejarla, pidiéndole por favor lo inevitable. “Naceremos, creceros y moriremos, es una ley que ha de cumplirse”, dice ella y el rostro de Fidel semeja una cortina a punto de caer en este infinito drama que es la vida. Se aleja el hombre, se pierde por la esquina, se escurre detrás de las celosías de la ventana y la humedad del rocío, chorrea, como una lágrima gigantesca que no para: si tenemos que llorar por Fidel, hagámoslo…él se lo merece y no puede evitarlo…
Son pocos los que han de hacernos sucumbir en el dolor. Dolor que sólo es posible entre los humanistas, porque esos que desde Miami, vestidos de uncle Sam bailan, ríen, beben, celebran, no son más que esas armas que destruyen niños, mujeres y ancianos en Irak…las mismas bombas atómicas de siempre. Ellos sólo lloran cuando el dinero escasea, cuando la orgía se acaba en la mañana, cuando, el pobre se levanta como un mástil e intenta hacer flamear la bandera de su propia libertad…
Fidel se irá una mañana, una tarde o una noche. Pero su partida será solamente material; porque su espíritu, desde que triunfó la Revolución Cubana, es una llama que ha estado incendiando los corazones de los pueblos, de las mujeres, de los hombres, de los jóvenes, de los irreverentes, que por siempre han estado ligado al amor, a la causa justa, a la equidad, a los sueños, al deseo de serle útil al congénere, a sus pueblos, a la equidad social.
La figura de Fidel se elevará por los siglos. Será un inmenso logo dibujado en el espacio, en el tiempo, en la inmortalidad… La ruina de los inmorales, de los asesinos, de los invasores, de los ladrones, de los prepotentes, de los que siempre les han servido al imperio para que aniquilen a sus propios connacionales, de los oligarcas, de los traidores, de los esclavistas, estarán en la hoguera del desprecio y allí se calcinarán, para que luego el humo lo disipe el viento entre el infierno aquel del cual nos hablan los inventores del dolor; los judíos.
Fidel se agigantará, se hará canción y poesía, arpegio y diapasón, clavija y resonancia. Fluirá en el silencio de la cavilación e incitará al que permanece indiferente a la lucha por su pueblo esclavo y lo llevará a la razón, musitándole palabras de libertad y no goznes de cadenas, que salen de ultratumba para desmayar sueños. Cuando él se siembre en la cálida arcilla o se convierta en ceniza, será humus, microorganismo, o color, que pintará de nuevo a esas banderas indolentes que flamean ante la indiferencia de miles y el gozo de algunos. Fidel se irá eso lo sabemos los que tenemos ojos para mirar el arma que reduce a la humanidad y valor para hacerla que nos obedezca, pero su partida nos llenará de vigor, de fuerza, de valentía, para no ser sumiso más nunca del imperio. Cuando Fidel se haga invisible anatómicamente, lo seguiremos queriendo, seguiremos colocando su figura en nuestras almas y día a día entenderemos con sobrada razón, que el hombre que lucha siempre por la justicia, jamás será borrado de ninguna escena de la vida.
Cuando Fidel no pueda más estar frente a la multitud y su voz no se escuche en el proscenio, entonces el llanto será único, el dolor nos desgarrará el alma, los ojos se nos enrojecerán, los pasos nos harán tambalear, las palabras no podrán salir durante horas, la distancia se nos harán interminables, los segundos serán siglos.
Pero eso será pasajero, pues luego entenderemos, cuando veamos a los traidores de Miami, a los vende patria de Venezuela, a los sumisos de Colombia, a los demagogos de México, a los corruptos de Perú, a los sin piso de Chile, a los asesinos de Estados Unidos, a los mata niños de Israel, a los indiferentes de Arabia, que no podemos prolongar ese dolor, pues el mayor honor que le podemos hacer a Fidel Castro Ruz, cuando se ausente materialmente, es seguir su ejemplo, su valentía, su fortaleza, su tino, su característica peculiar de líder, su interminable energía, su apego a la libertad, su incomparable inteligencia, su carisma, su ejemplo, su indoblegable espíritu ante la fuerza del mal…”Si se calla el cantor muere la vida: cuando se ausente Fidel renacerá la vida”
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