Aún sin salir de la sorpresa, el estupor y la rabia que produjo la noticia del asesinato de los 17 guerrilleros de las Farc, provoca decir cosas, provoca hacer cosas… Algunos dicen que el asesinato de Raúl Reyes, Julián Conrado y los otros guerrilleros es una torpeza de Uribe, yo creo que no. Definitivamente se trata de una acción premeditada. Una perversa acción que tiene visos de declaratoria de guerra.
No es que el gobierno de Uribe le declare la guerra a las Farc, porque ya lo están desde hace décadas. No, el criminal y mafioso gobierno colombiano le está declarando la guerra a cualquier posibilidad de paz en el vecino país.
Es triste que sigan ocurriendo estos hechos, es triste que no se perciba una luz al final del túnel, pero es que ni siquiera se ve el final de ese túnel. Los venezolanos debemos sentirnos cercanos a la situación colombiana y de hecho así es. Sabemos que la paz en Colombia es la paz en nuestro país. Por eso cuando sabemos que hay un ejército de 400 mil hombres en operaciones constantes para exterminar a los 17 mil insurgentes de las Farc, nos inquietamos.
Cuando sabemos que Uribe ha permitido que en Colombia actúen como si nada militares, aviones y radares estadounidenses, nos preocupamos aún más. Como me decía una amiga colombiana en estos días, la pregunta es, ¿será que para Colombia, así como lo ha sido desde siempre para Estados Unidos, la guerra se ha convertido en un gran negocio? Si no, ¿cómo se explica que los 400 mil militares no hayan podido contra los 17 mil guerrilleros dispersos en la selva? La guerra genera dividendos, infla los presupuestos y produce beneficios a unos pocos, contra la tranquilidad de millones y millones.
En Colombia las manipulaciones mediáticas son tremendas. Me cuenta mi amiga oriunda de aquellos lares y doliente de esa cruel realidad, que la oligarquía tiene control casi absoluto sobre los medios y por tanto mantienen, con falsas matrices de opinión, la "popularidad" del más gris y peligroso de los presidentes que ha tenido este país.
El discurso dicotómico que manejan es el de un presidente que aunque sea malo, puede salvarlos de una guerrilla que también ha sido mala, que viola derechos fundamentales como la libertad de ciudadanos que son sometidos a la pena del secuestro.
La cosa en Colombia es triste, es dura. Algo debe hacerse. No es posible que sigamos viendo en pantalla el rostro de la muerte, reflejado en la sonrisa macabra del presidente Uribe, de su ministro de Defensa y de los tristes monigotes uniformados que se felicitaron con abrazos y sonrisas nerviosas, este sábado, cuando sin vergüenza alguna, anunciaron al mundo el asesinato de los 17 guerrilleros.
No justifico a las Farc, particularmente no me simpatizan. No pueden parecerme nobles las acciones de quienes secuestran a un ser humano, pero el tema es la Paz y ella implica sacrificios, acuerdos y estrategias. Pero también supone transparencia, humildad y otros valores humanistas de los cuales, sin lugar a dudas, carecen Uribe y su gobierno que se han convertido en el rostro de la muerte.
¿Qué pasará ahora en Colombia? ¿Cuál será la respuesta de las Farc? ¿Qué pasará con los secuestrados? No quisiera estar en el pellejo de los familiares de los retenidos por las Farc, ni ahora ni nunca. Secuestrados y familiares, junto al resto de la comunidad colombiana, son víctimas de dos visiones insensibles, poseídas por un ansia guerrerista.
La solución no es la guerra, lo decían recientemente los congresistas liberados gracias a las acciones del presidente venezolano Hugo Chávez. La guerrilla, con la liberación de 6 rehenes dio muestras claras de querer la paz, tristemente, el gobierno de Colombia no quiere la paz, busca la guerra para negociar armas, busca la guerra para obtener ganancias del caos, busca la guerra porque es una orden de Estados Unidos para acercarse más a sus planes invasores contra Venezuela. Mosca pues. Esta es una guerra avisada.