Sin duda el pasado nos ilustra significativamente a la hora de diseñar un paquete de medidas económicas las cuales nos permitirían, no solo sortear en buena medida los rigores de la crisis del sistema económico mundial, sino también convertirla en una oportunidad para romper con la histórica dependencia de los centros de poder mundial. En cuanto a Latinoamérica se refiere, tenemos los casos de México: país que bajo el influjo de la revolución de 1930 propicio un proceso de diversificación industrial con énfasis en la creación de las industrias básicas, luego de nacionalizar sus recursos petroleros; Argentina: con el advenimiento de la Gran Depresión diversifica su producción agrícola templada, estimuló el desarrollo de la ganadería e incentivó la creación de una plataforma industrial para dotar de valor agregado a sus bienes agropecuarios; y Brasil, este país al igual que Argentina estimula la diversificación de su producción agrícola tropical (cafetalera) y generó la construcción de una plataforma industrial para el procesamiento del hierro, crea la Compañía Siderúrgica Nacional, a la que corresponderá la instalación de la Usina de Volta Redonda y promueve el entrenamiento de mano de obra industrial en escala nacional, todo esto impulsado desde el gobierno dictatorial de Getulio Vargas.
Lo anteriormente expuesto se produce en el marco de la Crisis Económica Mundial de 1929-44, esto nos muestra como históricamente estos países latinoamericanos sacaron provecho de su contexto. Pero veamos cuales fueron las medidas económicas características en estos países (México, Argentina y Brasil), por cierto coincidentes con las de EE UU. En primer lugar, los paquetes de medidas provinieron del estado, lo cual como era de esperarse genero resistencia por parte de sectores económicos defensores del libre mercado; En segundo lugar, las medidas eran de carácter intervencionista y proteccionista, es decir, el estado se encargo de establecer los parámetros para el financiamiento, la producción y comercialización de los bienes, regulo y decidió: la cantidad y los intereses para el financiamiento agrícola e industrial, el tipo de bienes a producir y su cantidad, y el precio para su comercialización; y en tercer lugar, el estado controló todo lo relativo al mundo financiero: tasa de interés, flujo de divisas para la importación, y las reglas en el mercado de valores.
Nótese que estamos hablando de F. D. Roosevelt (EE UU), Getulio Vargas (Brasil), Lázaro Cárdenas (México), José F. Uriburu (Argentina), Mandatarios nada próximos al paradigma socialista, el cual por cierto ya, en ese periodo, andaba recorriendo el mundo. Conviene destacar, la rigurosidad en la aplicación de estas medidas por parte de los estados antes mencionados, de tal manera que de su exacta aplicación dependió en gran medida el éxito de las mismas, digo esto porque en la Venezuela de hoy las medidas tomadas desde el estado la mas de las veces son burladas por los sectores económicos.
Es bueno aclarar que no estamos solicitando la exacta repetición de la receta económica del siglo XX, lo que si presentamos es el pasado como parámetro del devenir y sus consecuencias, de nosotros dependerán la repetición de errores y la posibilidad de inventarnos la nueva sociedad del siglo XXI.
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