A una vieja camarada, fidelista casi por religión, le obsequiaron un folleto (“Reflexiones del comandante en jefe Fidel Castro”) y una revista (“Reflexiones socialistas”), y en vista que para ella resulta mucho más fácil volver a conseguirlos, decidió enviármelos como regalo decembrino adelantándose al calendario. He leído muy pocas de las reflexiones de Fidel que aparecen en internet debido a que esa majestuosa creación de la tecnología y que el capitalismo publicita más sus usos perversos que los provechosos al conocimiento, no tiene ¡por ahora! vida en muchos de los campos venezolanos, por lo cual me resulta imposible mantener una asidua lectura de cada una de sus reflexiones, por lo demás, no sólo interesantes sino imprescindible leer en este tiempo en que la globalización anunció, de manera atorrante y burda, el fin de la historia mientras que Fidel sostiene que es el de la gran batalla de las ideas.
No sé si de manera acelerada o lenta se llega a comprender que en el fondo de la angustia, de la desesperada preocupación o de la incertidumbre alterada por las realidades adversas la oligarquía capitalista llega a temerle mucho más miedo a la fuerza de las ideas que a las fuerzas armadas de una específica causa que lo combate. Lo cierto es que Fidel, no retirado de la política sino haciendo uso del tiempo para legar al mundo sus reflexiones, ha escrito artículos o crónicas maravillosas, no sólo por el altísimo conocimiento de las materias que trata, sino también por el ameno estilo con que las describe, la majestuosa armonía de dominio de los tiempos en que analiza los hechos o los personajes, la cautelosa maestría con que trata las analogías, el inquebrantable respeto por la verdad, la utilización magistral de las leyes de la dialéctica en el desarrollo de sus juicios o razonamientos, y la enorme vocación sagrada por la palabra que debe ir en un tiempo y lugar sin buscar adjetivos suntuosos o desprovistos de racionalidad. Esto no es una lisonja, sino que se ajusta al reconocimiento por el pensamiento de un hombre que superó su siglo con enseñanzas que mil factores (objetivos y subjetivos) trataron que no fuesen apreciadas no dejaban apreciar ni en la práctica ni en la teoría, pero se cayeron de una mata de coco.
Bueno, no es de Fidel que trata este artículo, sino de sus reflexiones. En verdad, a la hora de escribir esta opinión sobre las reflexiones de Fidel y el ¿por qué es imprescindible leerlas?, me había tragado y digerido las reflexiones que están insertadas en el folleto y en la revista pero, muy especialmente, las referentes al candidato republicano, que son cinco. Fidel dibuja a McCain no sólo con la mano laboriosa que maneja el pincel con el perfecto conocimiento de los trazados del rostro, sino, además, de quien sabe combinar los colores ideales para el retrato, situarle en el cuadro los aditamentos de los detalles sin los cuales no puede apreciarse la globalidad de la pintura, y sin dejar por fuera esas enormes manchas oscuras que le conforman la personalidad de un criminal que pretende gobernar la nación más poderosa del mundo y del Estado más terrorista y belicoso que conozca la historia del género humano. Es como darse uno cuenta que Fidel –el alumno- ha aprendido no al pies de la letra sino de la forma más crítica la esencia del pensamiento de sus grandes maestros a distancia: Marx, Engels, Lenin y Martí… y no sé, en verdad no lo sé, ¿por qué nunca ha metido o ha reconocido en su inmenso caudal de conocimientos las enseñanzas de Trotsky?
Leyendo las reflexiones de Fidel uno no se sorprende de la sabiduría de un hombre que no es ni Dios ni tampoco Jesucristo. No es Santo ni tampoco brujo. No vive en el aire y no tiene facultad de pitoniso astrológico. No nada en la tierra ni camina en el mar. Es un ser humano de carne y hueso que también le circula sangre por las venas, que tiene la misma cantidad de órganos que los otros seres humanos normales y corrientes. ¡Pero he allí la gran diferencia!: Fidel ha sido un hombre de una gran pasión, de un ímpetu excelso, de una formidable tensión decidido a conquistar sus objetivos contra todos sus enemigos pero, al mismo tiempo, tierno –especialmente- con los niños y las niñas respetándoles al máximo todos sus derechos humanos. En Fidel ha funcionado armónica y dialécticamente su subconsciente con su consciente. Ha entregado, no como sacrificio personal sino por convicción, toda su vida, toda su personalidad, de manera desbordante, al servicio del sueño que él se ha propuesto de la forma más libre posible. Su gran labor ha sido la de unir y despertar a los explotados y oprimidos por el capital para poder derrocar el yugo de los explotadores y opresores. Sus desvelos por el género humano han sido infinitos; siempre ha subordinado lo personal a lo colectivo; jamás se ha olvidado de los intereses de la causa revolucionaria que la historia colocó en sus manos; nunca ha dejado de someterse a la lógica del proceso material; en fin, Fidel ha sido y es hombre de una sola pieza, “… Pedazo de suma calidad, de compleja estructura, aunque resistente en todas sus partes, y en donde todos los elementos se…” adaptan “… unos a otros de manera admirable”, digamos copiando palabras de Trotsky.
Volví a Fidel y me salí del tema de las reflexiones. Regreso a éstas. Amén de haber descrito a McCain no esencialmente en los aspectos físicos de su cuerpo sino en ese macabro pensamiento que caracteriza la carrera política de un aspirante a la presidencia de Estados Unidos para continuar llevando a cabo o aplicando las atrocidades de un régimen, totalmente imperialista y decadente, que va derechito al abismo donde los viejos modos de producción superados por el capitalismo duermen el sueño eterno del no retorno. Desentrañó las feroces y cínicas mentiras de un personaje guerrerista que simboliza el juicio de que el fusil dirige al cerebro, porque sólo así los imperios se sostienen durante un tiempo determinado explotando y oprimiendo pueblos conquistados y colonizados. Nada inventa Fidel en sus reflexiones, jamás se sale del contexto de las verdades que ya han sido comprobadas en ese gigantesco laboratorio de la práctica social.
Tampoco sorprende –leyendo las reflexiones de Fidel- de lo que es capaz de crear la mente de un científico o un tecnólogo cuando no sólo tiene el conocimiento de lo que está estudiando, investigando, analizando, contemplando, meditando y reflexionando, sino igualmente la materia prima a su disposición que le pone en sus manos la naturaleza y las que le coloca el Estado. Lo que sí sorprende es que un científico, obligado por razón humana y por la misma ciencia o tecnología, en vez de crear o inventar o descubrir para el progreso de la humanidad entera, lo haga para destruirla y servirle incondicionalmente a unos pocos monopolios que desangran el mundo de sus venas esenciales y someten a la mayoría de la población de la Tierra a la pobreza y el sufrimiento. ¡Eso es lo que sorprende! Bueno, en verdad, ya eso no tiene por qué sorprender a nadie, porque el imperialismo tiene muchos científicos doblegados a los designios del mal. ¡Ay!, si Einstein viviera, lo más seguro es que hubiese creado o inventado la bomba contra lo atómico y nada nos hace dudar que la hubiera puesto al servicio de los pueblos que ansían emanciparse definitivamente de las garras del capitalismo.
Llama mucho la atención no tan sólo de la mente de un lobo-humano que propone contaminar ex profeso una cosa para asesinar a una persona, sino también el científico que se presta para tamaño crimen tan atroz y de tan lesa humanidad. Fidel narra que solicitó ciertamente a James B. Donovan un traje de neopreno para bucear, y cuando éste se lo comentó a la CIA, ésta, emocionada al fin por hacer realidad el asesinato de Fidel, se propuso enviar ese traje pero contaminado con un hongo que lacera la piel y un dispositivo para respirar bajo el agua contaminado de tuberculosis. ¡Imagínense!, imagínense la perversión, hasta dónde es capaz de llegar la mente de un bárbaro de la criminalidad: que Fidel muriera con el dolor de un leproso que diariamente ve perder y descomponer su piel y con una tos que le haga sufrir las contusiones de pulmones podridos. ¿Quién, con el sentido común bien colocado en la cabeza, dejaría de creer que el sida y otras terribles epidemias no son inventadas por los científicos del mal al servicio del imperialismo, especialmente, estadounidense? ¿Acaso, aquí muy cerca, en Puerto Rico no pretendieron esterilizar a todas las mujeres de origen boricua para garantizar el futuro dominio absoluto gringo sobre la tierra de Albizu Campos, Daniel Santos, Héctor la Voe, Roberto Clemente, y otros destacados personajes que han luchado o han caído por la independencia de Puerto Rico y éste deje de ser Estado asociado de la Unión?
Pero mucho más llama la atención dos cosas muy especiales de esas reflexiones de Fidel sobre el candidato republicano: 1.- Es asombroso, lo más asombroso, para quienes no tenemos ni siquiera remotamente un poco del conocimiento y de la capacidad de análisis de Fidel, que ya éste en el mes de febrero del presente año, anunciara con argumentos científicos -especialmente económicos y políticos- la crisis que acaba de explotar –mes de septiembre- y tiene en pesadilla a los estadounidenses. Crisis que lamentablemente chocará con la ausencia casi global de dirección revolucionaria proletaria, lo cual hace difícil encausar el elevado nivel de descontento de los pueblos por el cauce de la revolución socialista. ¡Quieran Dios y el proletariado mundial no sea así! 2.- Esto no asombra, sino que asusta, pero el Diablo, a veces, sabe lo que hace para causarle traumas al capitalismo en el edén. El señor McCain es el candidato de los republicanos a presidente de Estados Unidos, y eso es un problema, en primera instancia del pueblo estadounidense, pero ¿tenemos, los no estadounidenses, una idea de cuánto nos espera si ese señor gana la presidencia cuando a su propio pueblo promete candela pura? McCain es la antítesis o el antípoda de Sócrates, que éste diciendo que sólo sabía que no sabía nada y murió luchando para salvar a los filósofos de la miseria y del dolor, mientras que aquel es el hombre que sabe todo de todo y vive con ansias de gobernar para más incrementar la miseria y el dolor a la mayoría de la humanidad.
¿Imagínense el peligro que corre el mundo con McCain de presidente de Estados Unidos?: sufre de arrebatos de furia cuando lo “provocan” y se tira al suelo inconsciente, a lo cual un médico recomendó, como se dice en criollo, meterlo en un balde de agua fría, que para el afectado viene siendo igual como lo caliente de una guerra, porque si la provocación no existe, él mismo la inventa. McCain promete, entre otras cosas, más armas nucleares para Estados Unidos y un ataque a Pakistán, al aliado que se confabuló con la política de Bush para invadir a Afganistán, a Corea del Norte, a Irán y, de seguro, a algunos países de América Latina; recoger a cómo de lugar a más de dos millones de extranjeros, violarles sus derechos humanos y deportarlos; mantener el embargo a Cuba y procesar a Fidel… y paremos de contar. ¡Sálvenos Dios y el Diablo, al mismo tiempo, que ese monstruo de mil garras sin cabeza no gane la presidencia de Estados Unidos! Claro el otro candidato, el moreno que no es de Sabaneta sino hecho a la medida de made in USA, el demócrata, no es tampoco ninguna monedita de oro y es un comprobado servidor no de la lucha contra el racismo ni por el socialismo, sino a favor del imperialismo haciendo uso de algunos métodos no tan atómicos como los propuestos por McCain. Por cierto, éste cuenta cómo, cuando participó en un bombardeo al pueblo de Viet-nam, perdió el conocimiento luego de activar la palanca de expulsión de emergencia del asiento de su avión, y tuvo la suerte que su paracaídas se abrió justo un instante antes de caer en las aguas del lago Truc Bach, en pleno centro de una ciudad. Es antirreligioso y también anticomunismo desear el mal al prójimo, pero ni Dios ni el Diablo estuvieron de parte de los vietnamitas, porque han debido mantener ese paracaídas cerrado hasta más allá de hacer contacto con las aguas. No le hubieran eliminado un mal individual al mundo sino a los mismos estadounidenses que puede convertirse en una hecatombe colectiva para el mundo entero de ganar ese monstruo de mil garras sin cabeza la presidencia de Estados Unidos. Bueno, en cierto sentido, esto es una utopía, porque en Estados Unidos existen republicanos y demócratas que se parecen tanto a McCain que un buen pintor los dibujaría con los mismos rasgos característicos del que pronto abandonará la Casa Blanca.
Y los que quieran darse un banquete de conocimiento de la historia universal, sean de la derecha o del centro o de la izquierda, no tienen más que leer, masticando si lo desean golosinas o echándose unos traguitos que no nublen la mente con aires de sabelotodo, con mucha prestancia y pasión sin devorar antes de tiempo lo exquisito del contenido, el discurso de Fidel pronunciado en la clausura de la “Conferencia Mundial Diálogo de Civilizaciones. América Latina en el siglo XXI: Universalidad y Originalidad” el día 30 de marzo de 2005 en el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba.
McCain, en fines amigos o enemigos lectores y se deduce de las reflexiones de Fidel, es la expresión más acabada –hasta ahora- del fundamentalista de la guerra con un poco más de odio personal que el presidente que saldrá de la Casa Blanca dejando a Estados Unidos sumergido en guerras que no ganará y en la carraplana al pueblo estadounidense. ¿Qué tal? El adagio del imperialismo estadounidense no es primero Dios antes que el rey, sino primero el presidente de Estados Unidos antes que Dios.
Lástima, sea dicho de paso, que “Las reflexiones socialistas” no fueron publicadas en el mismo formato de “Las reflexiones del comandante en jefe Fidel Castro”, porque entre el blanco de la revista más el blanco de las letras de esas líneas larguísimas y los ojos que las miran se produce como una especie de nube gris que nubla la lectura. Pero eso no es lo decisivo, lo que importa es que las publiquen y que todo quien sepa leer las lea.
¡Démonos cuenta del por qué debemos leer las reflexiones de Fidel!