Si algo podemos decir los latinoamericanos de varias generaciones, es que esta nueva raza que somos como dijera nuestro Libertador Simón Bolívar, fue impactada desde la misma década del 50 en este siglo, por Cuba. Antes de que triunfara su Revolución, acontecimientos que anunciaban el comienzo de una nueva época: el Asalto al Moncada y la lucha del Movimiento 26 de Julio en la Sierra Maestra comenzaron a despertar el antiimperialismo como una corriente política con posibilidades de triunfo en todo el continente. Antes, también en la segunda mitad del siglo XIX la luz de la estrella solitaria de su bandera nos regalara la luz de su insigne Apóstol, sintetizada en su poesía, en sus ensayos, en sus proclamas, en su dirección de la más aguerrida lucha que tuviera pueblo alguno a finales de aquel siglo contra el colonialismo.
Cuba, ha inspirado al mundo entero. Ya Martí lo proclamaría y anunciaría que ella sería punto de equilibrio. Si revisamos nuestra alma, tanto quienes la adversan como quienes la amamos, jamás seríamos los mismos sin ella. Cuba le anunció al mundo de esta parte del globo, que las grandes masas, los pueblos, sí eran sujetos históricos. Ya los bolcheviques lo había hecho pero al otro lado del mapamundi. La Campaña de Alfabetización iniciada en la década del 60 asombró por su profundidad, heroísmo y amplia organización. Sólo hace falta visitar el museo que lleva su nombre para hinchar el corazón de esperanza por el género humano.
Y qué decir de sus manifestaciones culturales. Quién de la generación de los setenta y ochenta no tatareo ó se supo de memoria las canciones de Silvio y Pablo. De Virulo ó Sara González. Recuerdo cuando una chilena me contó cómo bajo la dictadura de Pinochet el regalo más preciado era una casete de estos cantautores cubanos y cómo, así de mano en mano, fueron los más escuchados en esas décadas por los jóvenes de esa tierra originaria mapuche. Ni hablar del impacto de la música cubana en todos sus géneros. Sería interminable y mucho se ha escrito sobre ello en todo el orbe.
Igualmente, quien no recuerda al nuevo cine cubano, el cual impresionó por su audacia, frescura, autoctonía y capacidad crítica. Emblemáticas obras como Lucía, Memorias del Subdesarrollo, la Escuela, Muerte de un Burócrata levantaron todo un movimiento de admiración y estudio de esta intensa manifestación artística. Inmensas colas se hicieron en Caracas para ver estos festivales en la década de los setenta, a donde acudían tirios y troyanos. Dibujos animados como los Vampiros en la Habana y Elpidio Valdés más adelante marcarían la pauta para el rescate de este género en América Latina y formarían generaciones de cubanos a través de sus propias referencias estéticas e históricas.
También en
esta década Cuba conmovió a millares de jóvenes de todo el mundo
cuando fue por primera vez sede del XI Festival Mundial de la Juventud
y los Estudiantes. Allí se hizo un Tribunal Antiimperialista donde
se efectuaron alegatos sobre las atrocidades cometidas por el gobierno
de Estados Unidos contra todos los pueblos de la tierra, entre ellas
el salvaje sabotaje del avión de Cubana de Aviación, el cual estallara
con 73 esgrimitas cubanos a bordo llenos de medallas de oro.
Cuba
avanza a la velocidad de sus mejores atletas
En la década del 80 la revolución comenzó a acelerar su desarrollo económico, cultural, deportivo y científico. Maravilló a la comunidad internacional, a todos los pueblos del planeta por sus adelantos y sobre todo por su generosidad. Sólo en esa década había 22.000 estudiantes extranjeros en Cuba becados por su Revolución, provenientes de países tan recónditos y de los cuales poco se mencionan en los medios de comunicación, como Le Soto, Islas Seychelles, Madagascar, Cabo Verde, República Árabe Saharaui Democrática, todas las islas anglo y francoparlantes del Caribe, entre otros.
Estudiantes palestinos, salvadoreños, nicaragüenses quienes luchaban en sus tierras natales por su liberación encontraban, de igual forma, cobijo en esa isla para formarse profesionalmente. Y qué decir de los angolanos, etíopes y sudafricanos. Ellos también, pueblos en lucha, tenían en Cuba un lugar donde estudiar y capacitar a sus cuadros científicos y técnicos. Recuerdo el impacto que me causó poder convivir con tan diferentes culturas y cómo además nos beneficiábamos de la gratituidad del sistema de salud cubano. De eso pudo dar testimonio un compañero angolano quien además de llevarse el título de periodista, fue capaz de soltar sus muletas gracias al estiramiento de una de sus dos piernas. Son también innumerables las anécdotas que dan fe de la grandeza de esa Revolución que nos pertenece a todos.
En aquella época era usual escuchar hablar del oro amarillo cubano. Eran las extensas siembras de cítricos (limones, naranjas, mandarinas, toronjas) que había en la Isla de la Juventud, las cuales eran fuentes de divisas a pesar del inmoral bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos. Las manos de miles de estudiantes pertenecientes a decenas Escuelas en el Campo producían este valioso fruto en sus horas de trabajo luego de sus clases, siguiendo la enseñanza martiana de unir el estudio al trabajo. Asimismo, era común oír hablar del nuevo cruce del ganado cubano, bautizado como Mambi en honor a los luchadores cubanos de finales de siglo XIX contra España. Y de aquella vaca, a la cual hasta se le erigió una estatua, por haber permitido batir el record de ordeño en toda la historia de la ganadería cubana.
Ya por aquella década Cuba brillaba por sus avances científicos. Más de 300 centros de investigación gestaban bajo el silencio de las agencias monopólicas de noticias el descubrimiento de vacunas de diferente índole que ese país hoy puede presentar al mundo contra la hepatitis, el cancer, el sida y pare de contar. También sus logros médicos en el área de la rehabilitación y la ortopedia que han hecho tan famosa la medicina cubana en todo el planeta y que han beneficiado a muchísimos venezolanos a través del Convenio Cuba-Venezuela quienes antes jamás hubieran tenido una oportunidad similar.
En la década de los noventa, el rescate de Elian de las extrañas del monstruo se sumó al asombro de toda la opinión publica internacional por la perseverancia, aplomo y al mismo tiempo coraje de ese pueblo y su gobierno. Ahora también ese mismo pueblo lucha de la misma manera, con el mismo tesón, hace diez años por la liberación de los cinco héroes cubanos quienes están presos en las cárceles de EEUU por denunciar el terrorismo, con la misma moral con la cual lucharon el Che y Fidel, y con la cual el pueblo cubano resistió toda esa década el doble bloqueo impuesto por un acontecimiento que marcó la faz del mundo: la disolución del campo socialista.
Si José Martí decía que solo se podía hablar de Bolívar con un manojo de pueblos libres en la mano y el oprobio bajo nuestros pies, para hablar de Cuba en estos cincuenta años de revolución sólo se puede hacer bajando la cabeza en gesto de agradecimiento por las millones de semillas de amor, valentía, fe y pasión parafraseando a nuestro Presidente Chávez, sembradas por ella en toda la geografía planetaria. Gracias Cuba por todos tus mártires, por tu alegría, tu humildad, tu confianza, por tu inmensa grandeza.