“O estás con nosotros O estás con el enemigo”

Es cierto que todas las revoluciones, en sus diversos tiempos, necesitan de consignas radicales que se parecen mucho en la pronunciación pero no en el contenido. No es lo mismo el radicalismo de un régimen que se sustente en la esclavitud social de la mayoría que en uno que se fundamente en la libertad social para la mayoría. Eso igual tiene validez para los diversos regímenes políticos. Hace unas semanas atrás escribimos y publicamos un documento titulado “¡Los pueblos no deben reír primero que Obama, porque éste puede reír de último y mejor!” (aparecido en aporrea y no recuerdo la fecha), donde expusimos la raíz esencial –en su contenido y en su forma- del nuevo gobierno estadounidense en relación con el resto del mundo. Incluso, de manera específica, en relación con el gobierno venezolano, del cual Obama había dicho: “Chávez fue elegido democráticamente, pero no gobierna democráticamente”.

 Muchas esperanzas de “paz y de justicia” en el mundo, especialmente subdesarrollado, se abrieron cuando en plena campaña electoral el candidato Obama, de descendencia afroamericana, prometió cerrar la cárcel de Guantánamo y retirar las tropas invasoras de Irak, aunque sabemos que nada dijo de devolver a Cuba el territorio de Guantánamo ocupado desde hace muchísimos años por el imperialismo y tenido, desde entonces, como base militar para hacer guerras a otras naciones y no para entrenar a pueblos para la defensa de sus patrias; nada dijo de no continuar interviniendo en los asuntos internos de la nación iraquí y de respetar la soberanía del pueblo de Irak; nada dijo de retirar las tropas invasoras de Afganistán pero sí dijo que Irán era una amenaza para la “estabilidad” del mundo y un verdadero peligro para Estados Unidos; nada dijo de retirar las bases militares estadounidenses en el Medio Oriente y, lo que es peor, guardó un silencio monstruosamente cómplice con el genocidio que ha estado cometiendo el Estado israelita en Palestina. Todo análisis, por muy frívolo que sea sobre el mandato de Obama, debe partir –necesariamente- de que es el nuevo vocero político –de raza negra y no blanca- no de una revolución anticapitalista ni por la construcción de un Nuevo Orden Económico-social, sino del imperialismo estadounidense, de los intereses económicos de los más grandes y poderosos monopolios que dominan el mercado mundial. Que la variedad, hasta cierto nivel, en los métodos sea prometida por el nuevo mandatario es otra cosa que en nada cambia la esencia de la política exterior imperialista estadounidense; que en vez de tener como Secretaria de Estado a una mujer de raza negra que amenazó y aterrorizó a sus adversarios y coloque a una de raza blanca que con modales atractivos trate de imponer sus designios con el uso de un lenguaje pacifista, es harina de otro costal sin que el objetivo del imperialismo sufra alteraciones radicales en su contenido de expansionismo y dominación de espacios vitales en el resto del planeta.

 Que el presidente Bush, antes de entregar las llaves de la Casa Blanca a Obama, haya reconocido que no estaba preparado para la guerra y que fue engañado por los informes de la CIA sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, no es en ningún caso una autocrítica ni un reconocimiento formal a la verdad verdadera, sino un despiste, porque le hicieron entender que había dejado al partido republicano muy mal parado, con los huesos y los músculos bastante deteriorados, con una artritis perniciosa, con un nivel de credibilidad muy bajo en la población estadounidense votante, y eso, en sólo menos de cuatro años, no es fácil recuperar la salud para tener real probabilidad de éxito en el venidero proceso electoral para elegir al nuevo presidente de Estados Unidos. Sin embargo, la consigna de “O estás con nosotros O estás con el enemigo”, seguirá siendo la consigna política principal del gobierno del presidente Obama por medios un poco diferentes a los del gobierno de Bush. Eso no debe olvidarse por ninguna circunstancia pero tampoco debe consolidar esperanzas de salvación del mundo bajo la égida del imperialismo estadounidense del gobierno de Obama.

 Varios ejemplos así lo demuestran de manera irrefutable.

El aliado, el satélite, el hermanazo fundamental del gobierno del presidente Obama en toda la región del Medio Oriente seguirá siendo el Estado israelita y no ninguno de los árabes. Eso hará que nunca tome medidas radicales que condenen, rechacen o actúen con firmeza para detener las tropelías del sionismo en esa vasta e inmensamente rica región del planeta, por muy atroces que sean las mismas. De allí el silencio de Obama mientras el propio gobierno de Bush, por medio de Condollezza, se vio obligado (ojo: obligado por la atrocidad sionista en Palestina) a votar abstención en el Consejo de Seguridad de la ONU y no a vetar la resolución de condena y rechazo al genocidio cometido por el Estado israelita contra el pueblo palestino. Por otro lado, nunca condenará las políticas atroces de algunos gobiernos árabes (caso Arabia Saudita), porque éstos permiten el uso de sus espacios geográficos para el asentamiento y movilización de tropas estadounidenses contra los mismos pueblos árabes.

Y algo, muy importante por cierto y que no debemos dejar pasar por debajo de la mesa, que nos compete a los venezolanos y venezolanas: el presidente Obama, antes de asumir la Casa Blanca como sede habitacional de sus políticas imperialistas, fue un poco o bastante (bastante) más allá de lo que antes había dicho del gobierno del presidente Chávez. Señaló que éste apoya el terrorismo. Una pelusa o un naguará. No es cualquier cosa y esperar que Obama cambie de criterio significa que habría que ceder a todas sus pretensiones de dominio en nuestro territorio y en nuestros asuntos internos. Se supone, así lo prueba la experiencia histórica, que el imperialismo no combate lo que cree es terrorismo con palabras de amistad, de solidaridad, de respeto a la soberanía, de eternos llamados a la rectificación, con políticas de buena vecindad. No, lo combate a plomo limpio, invadiendo territorios, asesinando gente, produciendo genocidios, ocupando territorios ajenos, imponiendo gobernantes epígonos a sus designios, lanzando bombas de gases que deforman toda la existencia humana venidera, con verdadero terrorismo de Estado y hasta con acciones de terrorismo grupal e individual. Eso es la esencia de la consigna “O estás con nosotros O estás con el enemigo o con el terrorismo”.

Se puede e incluso es válido no estar de acuerdo con el gobierno del presidente Chávez; se puede e incluso es válido luchar contra el gobierno del presidente Chávez; se puede e incluso es válido cuestionar la obra de gobierno del presidente Chávez, pero de allí a sostener que apoya el terrorismo, que es un gobierno autocrático que viola todos y cada uno de los derechos humanos y que fundamenta su régimen político en la represión a las fuerzas opositoras, es una mentira descarada, es falsear la realidad, es dar la espalda a la verdad, es colocarse –abierta y descaradamente- al servicio de la política intervencionista del imperialismo estadounidense. En este país existe la posibilidad real de sustituir un presidente por otro mediante el voto directo, secreto y universal mientras que en –por ejemplo- Arabia Saudita no. En Inglaterra, en España, en Noruega o donde dominen o manden reyes, reinas o príncipes, no existe ninguna alternativa democrática de cambiarles o sustituirles por la vía del voto en un parlamento o electoral con participación del pueblo.

El mundo actual necesita de esa consigna “O estás con nosotros O estás con el enemigo”, pero aclarándola, especificándola para que no deje duda alguna sobre su verdadero sentido histórico. O se está con la redención del mundo O se está con la esclavitud del mismo. O se está con el socialismo O se está con el capitalismo. O se está con la integración de las naciones que claman por su emancipación O se está con el imperialismo para que las sigan tratando como colonias. O se está con un ideal de justicia y solidaridad O se está con un ideal de explotación y rapiña. No se trata de estar con Dios o con el Diablo, sino de estar o no estar con la emancipación social pero acá en la Tierra y no en los reinos aun desconocidos por las almas que “abandonan” el cuerpo tan pronto éste deja de existir.

Pero esa consigna de “O estás con nosotros O estás con el enemigo” en boca de un presidente de una nación imperialista huele a guerra, muerte, represión, genocidio, explotación, saqueo, colonización, esclavitud, miseria y sufrimiento para la mayoría. Dios nos salve de los sufrimientos evitando que nuestras almas vayan al Infierno, pero acá en la Tierra sólo el socialismo de Marx será nuestro salvador definitivo de todo sufrimiento venido del capitalismo salvaje.



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Freddy Yépez


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