La cuantiosa ayuda financiera que consiguieron Bush y Obama para auxiliar
a los banqueros que arruinaron sus bancos mediante libres operaciones
irregulares, procede de otros banqueros. Podríamos decir que la banca
norteamericana (toda ella privada) se despacha y da el vuelto.
Esa masa de papel dinero carece de un inmediato respaldo físico en
bienes compensatorios, y será lanzada a una circulación monetaria
cuyo primer efecto bien podría ser un repunte inflacionario. Antes
se infló especulativamente el valor de títulos y valores varios, ahora
se inflarán todos los precios de insumos productivos y consuntivos.
Digamos que la especulación bajará del mercado de los bienes financieros
a los mercados de bienes productivos. Si en un primer momento se perjudicaron
los trabajadores como ahorristas, ahora se perjudicarán como demandantes.
Estamos pues ante una de las deflaciones fiscales más cuantiosas que
estaría pasando inadvertida mientras el dólar siga siendo la moneda
referencial para mercados tutelados por los EE UU.
Venezuela, por ejemplo, además de sufrir una merma real de 70% aproximadamente
en el monto de sus ingresos por concepto de exportaciones petroleras,
para un volumen constante de barriles del crudo, ahora recibirá dólares
aguados. Digamos que el precio real del petróleo que estamos exportando
será doblemente abaratado.
Semejante merma en los ingresos petroleros se compensaría porque también
pagamos en la misma moneda nuestra importación procedente del Norte
y de otros países que admitan dólares como forma de pago. Sin embargo,
eso no anula la enorme pérdida que están sufriendo los ahorros ya
acumulados, buena parte de las Reservas Internacionales.
De resultas, debemos temer que la inflación que se asiente en EE UU,
a fin de evitar la Deflación que liquidaría inventarios invendibles
e incomprables por millones de desempleados y afines, se traduzca en
alzas de precios de nuestros compromisos de Deuda Pública Extranjera,
y de las importaciones. Este efecto de primer grado provocará una posible
y hambreadora devaluación del bolívar para beneplácito de importadores
y productores quienes la pedirán a gritos para evitar pérdidas por
causa de dólares superdevalaudos.
Pero, más bien, Venezuela será infectada con el virus de la Inflación
norteamericana, recibirá dólares inorgánicos que en términos de
bolívares valdrían muy poco. Esta sería la gran oportunidad dorada
del gobierno para reevaluar nuestra alicaída moneda. Nuestro país no
tiene por qué arrastrar los males sociales ajenos de un país que funge
de poderoso, de ayudante nuestro y que al pagarnos con dólares inorgánicos
evade la deflación de su moneda y de su producción exportable.
osmarcastillo@cantv.net