Pero
los gobiernos de Bush y de Obama se han pronunciado a favor de esa
defensa. Veamos lo que dice el nuevo jefe de la CIA, Leon Panetta: “Lo
que he expresado como una preocupación, como lo ha hecho el presidente,
es que los que operaron siguiendo reglas suministradas por el Fiscal
General en la interpretación de la ley [respecto a la tortura] y según
esas reglas no deberían ser sancionados. Y… yo no apoyaría, obviamente,
una investigación o un procesamiento de esos individuos. Pienso que
hicieron su trabajo.” (2) Operando según las reglas… haciendo su
trabajo… es, por cierto, lo mismos que cumpliendo órdenes.
La
Convención contra la Tortura de Naciones Unidas (adoptada por primera
vez en 1984), que ha sido ratificada por EE.UU., dice bien claro: “Una
orden de un oficial superior o de una autoridad pública no puede ser
invocada como una justificación de la tortura.” La Convención contra la
Tortura promulga una prohibición contra la tortura que es una piedra
angular del derecho internacional y un principio equivalente a la
prohibición contra la esclavitud y el genocidio.
Por
cierto, los que dan las órdenes no son menos culpables. El día mismo de
la toma de posesión de Obama, el relator especial sobre la tortura de
la ONU invocó la Convención al llamar a EE.UU. a proceder jurídicamente
contra el ex presidente George W. Bush y el ex secretario de defensa
Donald Rumsfeld por tortura y maltrato de prisioneros de Guantánamo.
(3)
En diversas ocasiones, el presidente Obama ha
indicado su renuencia a presentar acusaciones de crímenes de guerra
contra funcionarios de Bush, al expresar puntos de vista como: “No creo
que nadie esté por sobre la ley. Por otro lado también creo que tenemos
que mirar hacia adelante en lugar de mirar hacia atrás.” Es la misma
excusa que el Primer Ministro camboyano Hun Sen ha dado para no
castigar a dirigentes jemeres rojos. En diciembre de 1998 afirmó:
“Deberíamos cavar un hoyo y enterrar el pasado y mirar adelante hacia
el Siglo XXI para empezar de nuevo.” (4) Hun Sen ha estado en el poder
todos los años desde entonces, y ningún dirigente jemer rojo ha sido
condenado por su papel en el histórico asesinato masivo.
Y
al no investigar a funcionarios de Bush, Obama está ciertamente
diciendo que están por sobre la ley. Como lo han estado los
funcionarios jemeres rojos. Michael Ratner, profesor de la Escuela de
Derecho de Columbia y presidente del Centro por Derechos
Constitucionales, dijo que el procesamiento de funcionarios de Bush es
necesario para fijar la futura política contra la tortura. “La única
manera de impedir que esto vuelva a ocurrir es asegurar que los que
fueron responsables por el programa de tortura paguen el precio
correspondiente. No veo cómo podamos recuperar nuestra estatura moral
si permitimos que los que estuvieron íntimamente involucrados en los
programas de tortura simplemente salgan de la escena y conduzcan vidas
en las que no tengan que rendir cuentas.” (5)
Una razón
para el no procesamiento puede ser que juicios serios de los numerosos
funcionarios de Bush que contribuyeron a las políticas de tortura
podrían revelar las diversas formas de no-oposición y colaboración del
Partido Demócrata.
También habría que señalar que EE.UU. apoyó a Pol Pot (quien murió en abril de 1998) y a los jemeres rojos durante varios años después que fueron expulsados del poder por los vietnamitas en 1979. Ese apoyo comenzó bajo Jimmy Carter y su Consejero Nacional de Seguridad, Zbigniew Brzezinski, y continuó bajo
Ronald
Reagan. (6) Una persistente amargura de los partidarios de la guerra
fría estadounidenses hacia Vietnam, la pequeña nación que el monumental
poder de EE.UU. no había podido derrotar, y su aparente cercanía a la
Unión Soviética, parece ser la única explicación de esa política. La
humillación tiene raíces profundas cuando se es una superpotencia.
Tampoco hay que olvidar en esa compleja moraleja que es muy probable que los jemeres rojos jamás habrían llegado al poder, ni siquiera hubieran hecho un intento serio por lograrlo, si no fuera por el masivo bombardeo de saturación de Camboya en 1969-1970 y el derrocamiento apoyado por EE.UU. del príncipe
Sihanouk en 1970 y su
reemplazo por un hombre estrechamente vinculado a EE.UU. (7). Gracias,
Richard Nixon y Henry Kissinger. ¡Bien hecho!, muchachos.
A
propósito, si todavía no os repugnan muchos de los nombramientos de
Obama, escuchad cómo James Jones inició su discurso en la Conferencia
de Munich sobre Política de Seguridad el 8 de febrero: “Gracias por ese
maravilloso tributo de ayer a Henry Kissinger. Como el más reciente
Consejero de Seguridad Nacional de EE.UU., recibo mis órdenes diarias
del doctor Kissinger.” (8)
Para terminar, el Tribunal
Supremo español anunció recientemente que iniciaría una investigación
de crímenes de guerra de un ex ministro de defensa israelí y de otros
seis altos funcionarios de seguridad por su papel en un ataque de 2002
en el que se asesinó a un comandante de Hamás y a 14 civiles en Gaza.
[9] España ha sido desde hace un cierto tiempo el principal campeón de
la “jurisdicción universal” para las violaciones de derechos humanos
como en su acusación del dictador chileno Augusto Pinochet hace una
década. El caso israelí tuvo que ver con el lanzamiento de una bomba
contra la casa del líder de Hamás; la mayor parte de los muertos fueron
niños. EE.UU. hace lo mismo cada día de por medio en Afganistán o
Pakistán. Ante la negativa de presidentes estadounidenses de invocar
incluso su “jurisdicción nacional” respecto a funcionarios de EE.UU.
que son al mismo tiempo criminales de guerra, sólo podemos esperar que
alguien recuerde a las autoridades españolas unos pocos nombres,
nombres como Bush, Cheney, Rumsfeld, Powell, Rice, Feith, Perle, Yoo, y
unos pocos otros; que falta una pieza, una pieza que tiene forma de
conciencia. Ni siquiera existe la necesidad de basarse sólo en el
derecho internacional, porque existe una ley estadounidense contra
crímenes de guerra, aprobada por un Congreso dominado por los
republicanos en 1996. (10)
El notable columnista israelí,
Uri Avnery, al escribir sobre el caso israelí, trató de capturar el
espíritu de la sociedad israelí que produce semejantes criminales de
guerra y crímenes de guerra. Señaló: “Este sistema adoctrina a sus
alumnos en un violento culto tribal, totalmente etnocéntrico, que sólo
ve el conjunto de la historia del mundo una interminable historia de
victimización de los judíos. Es una religión de Pueblo Elegido,
indiferente a otros, una religión sin compasión hacia cualquiera que no
sea judío, que glorifica el genocidio decretado por Dios descrito en el
libro bíblico de Josué.” (11)
No habría que sustituir
mucho para aplicar esa declaración a EE.UU. – como ser “estadounidense”
por “judío” y “excepcionalismo estadounidense” por “un Pueblo Elegido.”
Notas
1. Associated Press, 1 de agosto de 2008 ↩
2. Conferencia de prensa, 25 de febrero de 2009, transcripción por Federal News Service ↩
3. Agence France Presse (AFP), 20 de enero de 2009 ↩
4. New York Times, 29 de diciembre de 1998 ↩
5. Associated Press, 17 de noviembre de 2008 ↩
6. See William Blum, "Rogue State",Xapírutlo 10 ("Supporting Pol Pot") ↩
7. See William Blum, "Killing Hope", capítulo 20 ("Cambodia, 1955-1973") ↩
8. http://www.realclearpolitics.com/articles/2009/02/jones_munich_conference.html ↩
9. Agencia noticiosa Reuters, 30 de enero de 2009 ↩
10. The War Crimes Act (18 U.S.C. 2441) ↩
11. Haaretz, destacado periódico israelí, 30 de enero de 2009 ↩
William Blum es autor de:
* Killing Hope: US Military and CIA Interventions Since World War 2
* Rogue State: A Guide to the World's Only Superpower
* West-Bloc Dissident: A Cold War Memoir
* Freeing the World to Death: Essays on the American Empire
Se pueden leer pasajes de los libros, o comprar copias firmadas en www.killinghope.org