Están en boga los artículos referidos al análisis económico, todos con un tono sensacionalista y fatalista sobre las políticas económicas del gobierno. Pues, aquí una humilde consideración sobre una de las aristas del asunto:
La capacidad de absorción del Estado y la renta petrolera como principales actores del sistema Político Venezolano, abarca las limitaciones institucionales que comprende todos los aspectos de una buena administración pública, que incluye lo que se denomina la eficiencia administrativa, el nivel de capacidad de los empleados públicos y la honradez administrativa. Sobre estos puntos debe abordar cada funcionario, las tres R que tanto han pregonado, en nombre del presidencialismo de Hugo Chávez.
Hay que destacar que en este gobierno han surgido gran cantidad de copiosas investigaciones económicas, planes, programas y proyectos en cuanto a planificación tanto por programa como por presupuesto, en fin, todo bajo los postulados de un socialismo a la venezolana.
Pareciera que la bonanza petrolera intensificó el manejo apresurado de los dineros públicos, pero sobre el problema de la corrupción es que resulta imprescindible apresurarse.
Los recursos provenientes del petróleo han resultado satisfactorios para mantener una plataforma política pero no para luchar exitosamente contra las carencias del consumismo que lleva a los más pobres a comprar celulares, ropa, zapatos, cerveza y a no invertir en la educación de sus hijos. Aquí hay un punto focal para enfrentar el problema de la inseguridad de manera indirecta pero eficaz.
Por otra parte, los ajustes económicos no dependen de los aspectos internos de la política venezolana ni de sus decisiones en materia económica sino de las que adopte el resto del mundo. Es por ello, que el clima comunicacional apunta a descalificar cualquier anuncio de medidas económicas, pero con la sustancial diferencia que las clases populares beneficiadas y no golpeadas, como en la década de los 90, estarían formando parte de una base popular que legitima las actuaciones presidenciales. Entonces nuestros eruditos, pensadores y asesores en esta materia deberían estar trabajando en el camino ideal.
Habría que cuidarse entonces de lo siguiente, ciudadano presidente:
Combatir las tesis de desabastecimiento de productos básicos y de otra serie de deficiencias internas como lo son la supuesta disminución del aporte petrolero a las misiones. Son aspectos que debe tener claro todo vocero político de gobierno que se enfrente al tema. De esta manera, estaríamos neutralizando un poco a los brillantes “Nostradamus” de oposición ( y de no oposición), IESA-Chicago boys, que apuestan a un desastre económico seguro. Sencillamente, ésta es una posición cómoda, por muy crítica que sea, ya que paraliza todo intento por contrarrestar el llamado Tsunami económico mundial, lo cual no evidencia otra cosa que un derrumbe del sistema capitalista, que no se sabe a ciencia cierta si es efímero o determinante.
En otro punto, hay que estar alerta, pero no como en décadas anteriores, de la recuperación de la economía norteamericana, puesto que aún guía los flujos de las economías latinoamericanas, ello se logrará, por ejemplo, con el apuntalamiento de iniciativas como el ALBA, cuya cumbre se aproxima en los próximos días.
Ya no contamos, en términos relativos, con las presiones de los problemas de liquidez del FMI, pero debemos contar con la voluntad de los actores y agentes políticos y económicos para abordar con racionalidad todas éstas interrogantes que mediáticamente amenazan la consolidación del socialismo a la venezolana. Y el que no lo crea, que eche un vistazo a los recientes triunfos de la izquierda en América Latina, donde pareciera cultivarse el germen auténtico del socialismo del siglo XXI.
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