El homenaje a Marulanda en Caracas: ¿fue justo o incorrecto?

Con el comandante en Jefe de las FARC de Colombia, Manuel Marulanda Vélez, se ha cumplido, antes de su muerte, aquello que dice Lenin a comienzo de su obra “El Estado y la Revolución”, de que en vida de los grandes revolucionarios (y conste que Marulanda lo fue), las clases opresoras les someten a persecución (y conste que Marulanda fue perseguido por más de medio siglo), responden con rabia y odio personalizado a sus ideales (y conste que Marulanda era hombre de ideal revolucionario) y, nunca falta, inventarles campañas calumniosas donde las mentiras menos creíbles las repiten tantas veces como se necesita para intentar hacerlas verdades irrefutables (y conste que sobre Marulanda se dijeron las cosas más inverosímiles creadas por la oligarquía colombiana). Pero lo que no se ha cumplido en el caso de Marulanda, de parte de la oligarquía, es que luego de muerto hayan intentado siquiera convertirlo en un icono inofensivo, no harán nada por canonizarlo ni rodear su nombre con cierta aureola de gloria para “consolar” y engañar al pueblo colombiano, porque no podrán castrarle el contenido revolucionario al ideal de Marulanda ni mellar ni envilecerle su filo revolucionario. Aun así, al único que he escuchado, del conservadurismo y liberalismo político-oligárquico, hablar con cierto respeto por el comandante Marulanda, ha sido el expresidente Andrés Pastrana y éste, digan lo que digan en contra de él y sin negar las razones para ello, fue el Presidente que más intentó encontrar una salida política concertada al conflicto armado y político que vive Colombia.

Nadie, absolutamente nadie, que sienta respeto y admiración por Manuel Marulanda Vélez debe ofuscarse u ofenderse por el hecho que la oligarquía colombiana, los militares colombianos y políticos del Estado colombiano rechacen, se sientan ofendidos y protesten contra quienes organicen homenajes al camarada fallecido hace más de un año en las montañas de Colombia luego de más de medio siglo de lucha y de pensamiento revolucionarios. Pedirle peras al olmo es tan igual que pretender que la burguesía sea quien haga la revolución socialista o que el imperialismo se alce en armas contra toda dictadura de clase que vaya en perjuicio de los intereses de la clase obrera. El derecho siempre mientras exista será de dos caras: lo que le conviene a una determinada clase social desfavorece a la otra que le es opuesta. Por eso el derecho a la propiedad privada (que levanta como bandera sagrada la burguesía) es totalmente contrario al derecho a la propiedad social (que es la única bandera realmente transformadora de la sociedad que posee el proletariado). La oligarquía colombiana se hace de la primera mientras que Manuel Marulanda Vélez se hizo de la segunda. ¿Cómo entonces negar el derecho a la oligarquía colombiana de oponerse a los homenajes que se le hacen al camarada Marulanda o quién está en potestad de negarle el deber a los revolucionarios de homenajear al famoso y legendario comandante guerrillero y revolucionario colombiano?

En Caracas se le hizo un homenaje al comandante Manuel Marulanda Vélez en conmemoración del primer aniversario de su muerte. La oligarquía colombiana pegó su grito al cielo y no podía esperarse nada que fuese en contravía a esa dirección política. Comenzando, el gobierno de Colombia se sintió “indignado” por el homenaje a Marulanda, pero toda diplomacia burguesa lleva en su haber un argumento salomónico y lo usa el gobierno de Colombia para que no se note que su protesta es también contra el gobierno venezolano. De allí que haya dicho que fue un “grupo privado de personas” el responsable del homenaje. Que haya sido un grupo de personas, no puede negarse pero eso de “privado” no cuadra ya que fue público y lo asumieron muchísimas organizaciones políticas, gremios clasistas, instituciones comunales y, además, personas en lo particular.

El señor Canciller de la República colombiana dijo: “A uno como colombiano le indigna que cualquier ciudadano del mundo le haga un homenaje a un terrorista o a un criminal”. Suponemos que para el Estado y la oligarquía colombianos Manuel Marulanda era, al mismo tiempo, un terrorista y un criminal. En verdad, a cualquier ciudadano de cualquier identidad le indigna que se le hagan homenajes a criminales y tienen razón para protestar. Sin embargo, para los revolucionarios del mundo, para los pueblos del planeta que sueñan con su emancipación social, Manuel Marulanda Vélez no era ningún criminal como sí lo fue, por ejemplo, Carlos Castaño, ex-jefe del paramilitarismo que ejecutó terrorismo y actuó criminalmente con la complicidad del Estado colombiano, tal como se ha demostrado en múltiples oportunidades. Sabemos que jamás el gobierno colombiano sería capaz de hacerle un homenaje a Castaño o a cualquier otro criminal plenamente identificado y señalado como tal por la aplastante mayoría de la sociedad colombiana, pero sí se lo hace a los militares que han cometido horrendos crímenes en nombre de la defensa del Estado y del derecho de la oligarquía a gobernar, llenando de miseria y dolor, al pueblo colombiano. Pero el gobierno colombiano le rindió homenaje a Bush quien tiene en su haber, miles de genocidios cometidos en varias regiones del mundo. Incluso, miembros del Congreso de Estados Unidos están solicitando que Bush sea llevado a juicio por crímenes de lesa humanidad pero, además, ese es el clamor de miles de millones de hombres y mujeres del planeta para que Bush pague en cárcel sus crímenes condenado a cadena perpetua. ¿Qué expliquen los que se oponen al homenaje a Marulanda el por qué no se indignaron por los homenajes que se le hicieron en Colombia a un terrorista y criminal de la calaña del señor Bush? ¿Será que éste es un icono de la libertad por haber ordenado asesinar a miles de miles de personas de otras regiones del mundo para que el imperialismo estadounidense se apropie de la riqueza ajena? Pero, además, deben dar una explicación del ¿por qué, en diferentes oportunidades y diversos gobiernos colombianos y también sectores de la oligarquía, han dialogado con las FARC o con el ELN o con grupos armados en búsqueda de firmar acuerdos de “paz”? ¿Por qué no se indignaron, hace años, cuando se firmó el acuerdo de la Uribe (Meta) que duró un tiempo reconociendo a las FARC como un movimiento de beligerancia política? ¿Por qué no se indignaron cuando el Presidente Pastrana se reunió en varias oportunidades con el camarada Manuel Marulanda Vélez? ¿Por qué no se indignaron cuando se autorizó dialogar con el ELN en Cuba? ¿Por qué no se indignaron cuando se realizaron los diálogos de Cravo Norte, Caracas y Tlaxcala entre el gobierno colombiano y la insurgencia colombiana? ¿Qué expliquen cuál ha sido la razón para dialogar con un “terrorista y criminal” como Manuel Marulanda Vélez o como Nicolás Rodríguez? ¿Qué expliquen como miles de hombres y mujeres son capaces de sacrificarlo todo por pertenecer a los movimientos armados que luchan por derrocar al gobierno colombiano sin que cobren un solo peso por su militancia? ¿Qué expliquen si hacen lo mismo los soldados de las llamadas Brigadas Móviles? ¿Qué expliquen el por qué subsidiaron tanto paramilitarismo para que produjeran genocidios y masacres en la población influenciada por el movimiento revolucionario? ¿Qué expliquen el por qué no quisieron que el cadáver del camarada Raúl Reyes fuese velado y enterrado por sus familiares y también el de Iván Ríos? ¿Qué los historiadores escriban una historia verdadera y profundamente objetiva destacando cuáles son los verdaderos terroristas y criminales en la sociedad colombiana? ¿Qué expliquen el por qué se niega (el Estado y la oligarquía en Colombia) a dialogar con la insurgencia sobre las causas que generan el conflicto político armado y tratan siempre de limitarlo a las consecuencias o efectos del mismo? Y que no olviden, los voceros del Estado y de la oligarquía colombianos, que altos miembros –incluyendo al camarada Marulanda- han reconocido haber cometido actos equivocados, porque en una guerra como la colombiana no es posible evitar algunos hechos que sn incompatibles con los estatutos de una organización revolucionaria. Lo difícil es que un Estado burgués reconozca abierta y públicamente sus crímenes, aunque el Papa Juan Pablo II sí haya reconocido los crímenes de la Iglesia durante el tenebroso período de la Inquisición.

El presidente Obama, en su toma de posesión para ejercer su cargo, hizo un homenaje a todos los hombres y mujeres que han llevado por el mundo los símbolos estadounidenses para colonizar, expoliar y oprimir otros pueblos. ¿Quiénes, en Colombia, se indignaron contra ese homenaje cuando el mismo pueblo colombiano ha sido, históricamente, una víctima de las tropelías del imperialismo estadounidense? Los revolucionarios del mundo no deben indignarse por ese homenaje, ya que éste es labor de explotadores y opresores, de oligarcas e imperialistas, pero sí deben responder haciéndole homenaje a aquellos hombres, mujeres y hechos históricos que se distinguieron por la búsqueda de justicia, libertad o la emancipación de la humanidad de todo vestigio de esclavitud social. Y entre esas personas está, sin duda alguna, el camarada Manuel Marulanda Vélez. No sé si la mayoría o no de colombianos y colombianas se hayan “indignado” por el homenaje que se le hizo en Caracas a Marulanda, pero algún porcentaje importante estuvo de acuerdo con el mismo. Lo que sucede es que en Colombia salir a dar una declaración pública a favor de un homenaje a Marulanda, a Jacobo Arenas, a Raúl Reyes, a Iván Ríos, a Camilo Torres Restrepo, a Manuel Pérez, a Milton Hernández, a Jaime Bateman o cualquier otro guerrillero (hombre o mujer) que haya fallecido en el transcurso de la lucha revolucionaria por el socialismo es, en este tiempo y desde hace décadas, un delito perseguido, acosado y condenado por el Estado y la oligarquía de Colombia. Precisamente, en momento en que la insurgencia insiste en proponer el acuerdo humanitario, el gobierno de Colombia incrementa la oferta monetaria por las cabezas de Alfonso Cano y el Mono Jojoy. ¿Es eso un paso importante para la búsqueda de un diálogo por la paz colombiana o un gesto de incremento de la guerra?

Creo, que en vida, nunca el camarada Manuel Marulanda Vélez aceptó ser homenajeado por nadie aun cuando méritos tenía para ello. Marx, el cerebro más grande en conocimientos de su tiempo que haya conocido la humanidad, jamás estuvo de acuerdo con los homenajes y si en una oportunidad lo aceptó, fue para decirle a los asistentes que la Revolución se definía en una sola palabra, en la solidaridad, y que por falta de ésta, fundamentalmente del proletariado europeo, había fracasado la Comuna de París en 1871. Pero luego de su muerte, cuando ya Marx no podía ni puede pronunciar ninguna palabra de oposición a los homenajes a su persona, sería injusto que los revolucionarios, los obreros, los luchadores por la emancipación del mundo, olvidasen al gran creador de la doctrina marxista y no le hicieran ningún homenaje por sus elevadísimos méritos incuestionables al servicio de la libertad y del género humano y de la misma naturaleza.

En fin: ni le neguemos el derecho ni nos ofusquemos porque un Estado, una clase, un partido, un gremio, un institución o una persona se indignen porque se le haga un homenaje a Marulanda, pero tampoco que nadie nos niegue o se ofusque por hacer valer el deber de rendirle homenaje a los revolucionarios que como Marulanda han entregado su vida, su pensamiento y su lucha por la emancipación del género humano. ¡Amén!.



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Freddy Yépez


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