En la V Cumbre de las Américas Obama no quería hablar del pasado porque tampoco pretende cambiarlo. Pero la quiebra que vive su país le obliga a negociar rápido, antes de que en Venezuela, Ecuador y Bolivia los cambios hacia otro modelo económico sean irreversibles. Tímidos anuncios a favor de Cuba, una imputación al terrorista Posada Carriles y una supuesta dureza contra el ejército paramilitar colombiano, son maniobras discursivas de su destacada oratoria, pero evidente demagogia.
El presidente Chávez tampoco tiene mucho tiempo, necesita aprovechar la crisis para destruir el modelo capitalista en Venezuela. En esa misión es clave el Partido Socialista Unido de Venezuela y las organizaciones sociales que hayan demostrado ser eficientes. Todo en medio de una crisis que facilita la parsimonia del gobierno norteamericano. Se cita a menudo a Simón Rodríguez con la frase “Inventamos o erramos”, pero nadie va más allá advirtiendo que se puede errar y ese error significaría el suicidio de la revolución. Ejemplo de ello es el conflicto vivido en las empresas básicas de Guayana. Todo el mundo denuncia mafias del aluminio que despluman los recursos de las empresas estafando al gobierno nacional. Todo el mundo destaca la necesidad de cambiar el modelo capitalista de las empresas, pero nadie presenta un plan en concreto para ese cambio. Algunos porque no saben, otros porque no pueden y muchos porque no les conviene. Por eso la lucha sindical resulta demagogia en la mayoría de los casos. Líderes devaluados sin credibilidad y en muchos casos sin moral. Pero los más peligrosos son los falsos profetas, esos que aseguran tener la fórmula del cambio y sin ningún tipo de seguimiento y control del Estado, se lanzan a la aventurar de errar. Ejemplo, la famosa Cogestión de Carlos Lanz en Alcasa que con el tiempo resultó en una estafa intelectual con graves consecuencias. El peligro es que todo sucede en medio de la peor crisis económica de la historia.
Venezuela necesita industria agroalimentaria, pública, privada o mixta, pero con valores socialistas, una fuerte regulación del Estado y principios humanos antes que económicos. No es fácil, porque chocan con estructuras capitalistas que impiden el avance. Este obstáculo se evidenció cuando empresas Polar, tratando de evadir la regulación del Estado, pretendió disparar sus ganancias vendiendo un arroz con precios inflados por colorantes. Polar juega al mercado capitalista, como lo han hechos siempre, pero el Gobierno Nacional lo amenaza de expropiación por jugar en contra de los intereses del colectivo. Los valores económicos de Polar, que son mediaticamente escondidos a los consumidores no pueden permitirse en una cultura socialista.
Por su parte, Obama observa como su industria automotriz se desmorona. General Motors quiebra generando desempleo. Chávez, Evo y Correa nacionalizan sus recursos naturales, especialmente el petróleo y el gas. Y Obama sabe que necesita ese petróleo que está a pocos días de sus costas. El mayor problema para Obama, es que la sociedad organizada está asumiendo el poder político. Venezuela es vanguardia en este proceso, provocando asambleas constituyentes, proyectos económicos como Banco del Sur, que significan una patada en el trasero al Fondo Monetario Internacional. Pero además, las narco-democracias y el terrorismo de estado a través de paramilitares están enfrentándose a una resistencia social muy fuerte, que hace menos eficientes los planes golpistas de la Casa Blanca. Queda poco tiempo. Inventamos o inventamos. Y si Obama quiere cambiar, puede empezar por leerse el libro que le regalaron “Las venas abiertas de América Latina”.
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