La derecha fascista del continente ha elevado sus neuronas a la máxima expresión demencial, al valerse de lo que empezó con un grotesco golpe de estado, sin razones políticas valederas, sin argumentos legales claros, ni constitucionales, ni medianamente leales a un estado de derecho, es decir, nada. Solo un esperpento “jurídico” basado en razonamientos inexplicables hasta para el mas imberbe estudiante de derecho, menos aún para convencer a la comunidad internacional que aborrece lo que está sucediendo en la hermana republica de Honduras.
Estas amorfas instituciones gorilescas hondureñas, esgrimiendo artilugios comprensibles solo para ellos, comenzaron sus increíbles acciones como un golpe de estado certero, hacia la figura del comandante en jefe de las fuerzas armadas Mel Zelaya y luego de tratarlo como al peor de los rehenes , lo extraditaron hacia tierras extranjeras, sumergiendo al estado de Morazán, en la victima principal de sus ansias de poder desenfrenado. Luego de asegurarse que el presidente legítimamente elegido por la mayoría, no representase ningún obstáculo a sus infelices planes, procedieron de manera despiadada a la agresión contra un pueblo desarmado, cortando el suministro eléctrico, bloqueando las comunicaciones y cerrando las estaciones de radio y televisión que osasen trasmitir al mundo sus atroces procedimientos “Institucionales”.
Pero, aunque parece increíble, Goriletti y compañía, se han comportado ante el mundo civilizado como el peor ejemplo del alegre manejo de las instituciones del Estado en las manos de ricos, empresarios y dueños de medios de comunicación, sin la mas elemental formación humana necesaria para administrar justicia , equidad y bienestar para las clases menos privilegiadas, sin chocar con sus grotescos privilegios e intereses capitalistas, que buscarán por los siglos de los siglos mantener la brecha intacta.
Dentro de ese mismo desespero ante un inminente cambio de realidades imposibles de ocultar y mas allá, contener, ante la llegada de Zelaya al poder, este poderoso comando ultraderechista secuestró de plano la nación hondureña y amenaza con mantener a todo un pueblo en calidad de rehén ante la petrificada mirada del mundo, que no lo termina de creer.
El secuestro de un país se ha consumado y está siendo observado por toda la humanidad. En ese mismo globo de ensayo oligárquico, dispuesto a desconocer los mínimos principios de legalidad y convivencia universal, la derecha desesperada por mantener su hegemonía, echa el resto de su poderío, sin importar lo mal parado que están quedando ante el mundo sus medios impresos, sus periodistas, sus emisoras de radio, sus televisoras, sus camarógrafos, sus luminitos, en fin toda esa parafernalia mediática que los había mantenido entre dos aguas, mediastintas o hiper hipocresía total, haciéndole creer al pobre espectador de su barbarie, que no han sido los únicos culpables de la debacle de la economía, la mega pobreza y una sociedad enferma por su prepotencia al sentirse los dueños del mundo.
Quedará para la historia, pues, el juzgar sus procedimientos constitucionales, reflexionar sobre el papel de sus medios, esa particular libertad de expresión que defienden y sobre todo, los principios democráticos que manipulan a su antojo, haciendo lo que les da la gana, en nombre de la libertad y la justicia que hoy en Honduras horadan y mancillan.
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