Lo dicen a coro todos los derechistas del continente: En Honduras no hubo Golpe de Estado. Ha habido una transición forzada, en todo caso se trataría de un golpe democrático.
Lo dicen a coro los miserables tarifados de la oligarquía comunicacional: En Honduras si funcionan las instituciones y el Estado de Derecho tiene plena vigencia.
Según la sentencia preventiva: El presidente depuesto pretendía violar la Constitución realizando una consulta popular. Preventivamente había que deponerlo, no fuera a ocurrir que se impusiera la insensatez de la mayoría.
Declara el presidente del legislativo y autoproclamado dictador: Además, antes de ponerlo a derecho en Costa Rica, dejó su renuncia tirada por ahí; sírvase leerla señor secretario, si es que acaso sabe leer.
CNN y demás garrapatas: La libertad de expresión e información están garantizada.
Los valientes militares hondureños amenazan con sus armas a periodistas decentes y apalean al pueblo desarmado que defiende su Constitución. Pero el mando militar se ha invisibilizado. Los honorables generales mandan desde sus butacas de ambiciosos burócratas uniformados. Pero no se exponen al sol ni al sereno. Deben cuidarse la piel.
El presidente depuesto que además renunció, sobre el que pesa orden de captura emitida por los mismos que lo sacaron del país en pijamas, gozó del debido proceso en el juicio que se le siguió por querer hacer una consulta popular; una centena de militares armados debidamente encapuchados le llevaron serenata de fusiles con la sentencia que se ejecutó de inmediato. El reo fue confinado al aeropuerto de San José de Costa Rica.
Es el juego aristócrata de atrapar la presa para luego soltarla y seguir sucesivamente atrapándola.
Paréntesis. Esto es lo que dice la Constitución de Honduras: ARTICULO 2.- La soberanía corresponde al pueblo del cual emanan todos los poderes del Estado que se ejercen por representación. La suplantación de la soberanía popular y la usurpación de los poderes constituidos se tipifican como delitos de traición a la Patria. La responsabilidad en estos casos es imprescriptible y podrá ser deducida de oficio o a petición de cualquier ciudadano. ARTICULO 3.- Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional. Cierro paréntesis.
Increíbles las traducciones que las esclavas y los esclavos de la oligarquía comunicacional han tratado de hacer de este texto. Es la incomprensible verborrea de los acomodaticios; esos famélicos asalariados sin alma que cambian noticia por amarras.
El usurpador tiene sus justificadores. ¡Pobre Judas, no tuvo más remedio!
Qué pena con Honduras. Sus magistrados no saben un pito de derechos constitucionales. Sus parlamentarios, ni parlan ni entienden nada de derecho internacional. Sus valientes y estrategas jefes militares ignoran el cambio de época. Desconocen las enseñanzas de la historia y las determinaciones de la geopolítica. Y el usurpador, caramba, no sabe de nada.
En el mundo, nadie se atreve a apoyar públicamente a los momios. Pero se escuchan discursos acuosos y resbaladizos. Se observan lentitudes y genuflexiones. Mascaradas. Guanteos de sombra. Amagues.
El lenguaje de las sociedades decadentes a veces suele disfrazarse para la sobrevivencia.
En Honduras se han volteado las ánforas de la verdad. Una horda de sabuesos husmean entre atajos para asaltar la joya del poder. Su amo les espera con sangrantes recompensas.
Desde la impotencia de la distancia