El líder de las masas opositoras venezolanas llegó a Washington súper camuflado con el ego a millón con ropa invernal y zapatos calurosos, ideales para el frío y, bien acompañado de los dos gobernadores fronterizos con Colombia (Táchira y Zulia) y como buenos pobres se hospedaron en un hotel n-estrellas con un maletín atestado de papeles y en otro una laptop Premium-xy, para desclasificar cualquier ingenuidad del lenguaje a expresarse delante del secretario Insulsa, quien objetivamente será grabado por si acaso recula después de aceptar resolver los problemas políticos de los opuestos con imaginación golpista.
Cansados de un día de correderas y de franca agonía de entrevistas varadas y no planificadas con gringos republicanos se fueron al hotel a descansar y a saborear las frases que soltarían cuando estuvieran frente al flamante y deseado secretario de la OEA, al que tienen que convencer para que los apoye o al menos configure el teclado de la ideas complacientes que satisfagan el auditorio que los espera en Caracas y, en ese pase de comodidades en las habitaciones asignadas se encontraban. Mientras César Pérez Vivas se aceitaba los juanetes, Ledezma metía los dos pies en un recipiente con agua caliente perfumada para refrescar las várices internas y conciliar la micosis digestiva que le quedaron después de la fastuosa huelga de hambre y lentamente se trepó el quimono japonés cruzado de rayas para dormir y se cubrió la cabeza con un gorro de seda para resguardar la calvicie involutiva de males mayores que desordenaran su cerebro y, pausadamente se entregó a sus emociones internas con sus cruces de oraciones lapidarias al voleo, buscando alcanzar la quietud que dan santos caprichosos y sin querer oyó todo lo que Pablo Pérez le gritaba a Manuel Rosales a Perú y, en esa gritería se durmió y soñó rápidamente que Insulsa era el rey del cielo y, que en un dos por tres, lo recibía con los brazos abiertos y de una vez sin mucho protocolo le dio las llaves del purgatorio y en exigencia póstuma lo conminó a buscar al presidente Chávez para que conversaran en cristiano y buscaran el consenso purificador en almas en reposo, que entre líderes famosos acerquen al remanso del poder que se aspira y sin mucha pretensiones les pidió el acuerdo inmediato sin rodeos de 60 grados que, yo estoy bastante viejo para calarme sus juegos, dijo, que en años pasados se caló el secretario colombiano de la OEA, peón de la oposición venezolana después del golpe y paro petrolero. En cambio yo, solo sé de tangos y hace tiempo que Gardel murió y, se esfumó del sueño de Ledezma tal como apareció sin dejarles saludos a los dos gobernadores.
Despertó Ledezma de su sueño profundo y recibió una llamada mañanera que lo puso nervioso al saber que en Caracas lo esperan un montón de botados prematuros de la Alcaldía Mayor para que les pague lo que les debe y, en tono sigiloso y a la hora convenida se encontró con Insulsa que en forma convincente le expresó: recuerda lo que te dije anoche y, que todos sabemos lo que pasó, por lo que el vampiro quedó como pajarito embalsamado lleno de ínfulas, contando las horas del momento para regresar lleno de gloria sola.
En la Alcaldía Metropolitana le colgaron una pancarta grandota: “Antonio, ya te gastaste nuestra plata en USA y gozaste una bola fuera del estadio, ahora a trabajar y a pagarnos nuestras deudas. No te hagas el loco. Payaso”.
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