Ni los “topos”, ni los “Linces” ni los Swats son policías.
La policía debe ser un cuerpo civil de prevención y persecución de la delincuencia y de preservación del orden público y la seguridad ciudadana. No más.
Aquí, aunque su ley orgánica no lo diga, es un cuerpo militar, dotado de armas de guerra y entrenado para agredir violentamente a la población civil.
Aquí; además, la policía está secuestrada por clanes corruptos, con mentalidad criminal. Está, en consecuencia, incapacitada para combatir la delincuencia, porque es parte importante de ella.
Los “Topos”, los “Linces”, los “Swats” son tropas especiales, ideologizadas, dotadas de armamentos y técnicas operativas de guerra. Comandos urbanos entrenados para penetrar, aterrorizar, asaltar y matar.
Estos cuerpos tratan a la población civil como su enemigo. Su membresía ha sido intensamente fanatizada. No razona, actúa, agrade, golpea, dispara, mata…, y lo hace con saña.
En nuestro caso esta situación se agrava por el traslado al país de las técnicas terroristas de los Estados de Colombia, Israel y EU.
EL Presidente Fernández ha dado luz verde a esa nefasta situación y ha establecido relaciones carnales con el régimen de Israel y de Colombia. Abundan aquí los entrenadores colombianos e israelíes en la Policía y las FFAA.
Y por eso el jefe de la policía dominicana., cuya relación con los carabineros de Pinochet y su vocación en ese plano es bien conocida, esta de risita. . Montoya, el general colombiano, también. No importa lo que haya confesado el capo Don Berna sobre sus masacres: el general colombiano ha sido muy bien recibido en las alturas de aquí.
En la disparidad de criterio frente a esa línea policial es que está el fondo de la contradicción entre la actual jefatura y general Juan Tomás Taveras Rodríguez, apresado, vejado y puesto en retiro.
Lo de la disciplina es puro pretexto, a no ser que se trate de la disciplina que acepta militarizar lo policial, formar tropas especiales para herir y matar, establecer alianza con la gran delincuencia civil y perseguir a una parte de la delincuencia menor, confundir los roles de la Policía Nacional y la FFAA, inducir a la tortura y hacerle la guerra a los barrios abandonados y estigmatizados.
Esto no se debe tolerar más.
Hay que exigir la desmilitarización de la Policía Nacional, la prohibición del empleo de los “Swats”, los “Linces” y los “Topos”, y la salida de esos entrenadores colombianos, gringos y estadounidenses expertos en terror y sangre.
narcisoisaconde@gmail.com