Hay que ver que ese Uribe como mandatario es bien maluco, en cambio nuestro Presidente se mantiene perspicuo pensando por el bienestar y relaciones transparentes entre Colombia y Venezuela y, aquél tiene a la Comunidad Internacional ruborizada y desalentada, no le hace caso a nadie y, en vez de mejorar las condiciones de acercamiento con los países vecinos, lo que hace es roncar con la boca abierta esperando una posible reelección para aspirar a mantenerse en el poder, mientras que, a los gringos los complace en todo y, hasta les da vida franca de acciones y, eso no se perdona, ni en la tierra ni en el cielo cuando, se esté a la diestra de nuestro Señor rindiendo cuentas.
A nuestro comandante Presidente se le nota frívolo con la brújula de la fluidez en neutro. La aguja de la paciencia no se mueve para ningún lado, por lo que el norte está en el sur y el sur no se consigue por ninguna parte, lo que nos convierte en unos desamparados sin atracción magnética.
Los colombianos en cambio como buenos politólogos y juristas de entrada o de salida, han metido al señor Presidente -el nuestro- en su círculo selectivo para sacarle o exprimirle las buenas intenciones de la aceptación sin resabios que, le den a ellos todas las oportunidades que hagan posible seguir sin límite con más de lo mismo y, con bastante destreza retórica y sutileza contagiosa lo están aliñando para cocinarlo a fuego lento al descubierto y, en cada voltereta de sumisión lo lamen sin escalofrío para que no se les queme sin soltar el jugo económico que unilateralmente los cubra el apetito de las ganancias y, no deje para mucho tiempo rectificar las ligerezas que se cometen cuando, la emoción invade momentos públicos y, se dice al desnudo, lo que debe guardarse para el análisis y posible decisión ulterior.
Así andamos, Uribe de lo más feliz con sus gringos resguardándoles las entrañas y, Chávez pataleando en el tumulto de su soledad por quitárselos de encima.
En UNASUR la retórica levantisca hizo aguas de tormenta y, quedó para un mañana las olas que nos alejan del vendaval en que nadamos sin dirección y, como más sabe el Diablo por viejo que por Diablo, se impuso la sensatez del acontecimiento que se celebraba, proponiéndose el acercamiento con el invasor y el invadido, a ver si se desconsuelan de sus malas acciones y nos consideran fuera del eje del mal y nos dan un soplo de paz para la región de los que están más cerca del juego cruzado en que nos metió don Uribe, pero como todas no son de cal ni tampoco de arena, pueda que, el simún que viene del norte se lleve en sus fauces el peligro de la guerra entre hermanos, por los caprichos de unos sin la consideración a otros.
Y, en es maremágnum de disparates nos acercamos lentamente a la unión de los pueblos suramericanos que, estamos irrigados de la sangre de los sueños e ideales de nuestros libertadores por la grandeza de América, lo que Uribe no entiende ni entenderá hasta que haya guerrilleros y droga en su país que abarque el Plan Colombia de sus engorros y, el enjambre de males que nos acosan y, nos vigilan con cercas de bases militares extranjeras que comprometen la paz y bondades de nuestra existencia –y, eso jamás lo aceptaremos, ni por las malas ni por las buenas ni que el imperio se nos arrodille como la iglesia católica lo hace delante los poderosos.
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