¿Y qué? del hambriento pueblo cubano

Todos los ideólogos que adversan a la revolución cubana y muchos otros que antes la aplaudieron mientras recibieron solidaridad integral de ella, han utilizado y usan palabras, frases, oraciones, conceptos, juicios y razonamientos despectivos, humillantes y falsos para descalificarla, deformarla y engañar a millones de personas en este mundo que hoy anda mucho más patas arriba que hace unas décadas atrás. Los halcones humanos continúan volando sobre tierra y mar para ver a la revolución cubana completamente derrocada, derrumbada, aplastada pidiendo cacao con vino amargo o dulce sobre su calavera.

El proceso actual que viven los venezolanos y las venezolanas por voluntad de la mayoría de los que hacen uso de su derecho y deber de votar, para elegir sus autoridades, sirve de motivo, causa o razón para desplegar todo género de analogía con la revolución cubana y, muy especialmente, entre Chávez y Fidel. Ambos procesos, según los críticos adversarios de uno y otro, son expresión de gobiernos caníbales, autocráticos, excesivamente despóticos, violadores de todos y cada uno de los derechos humanos de los pueblos venezolano y cubano.

Cada vez que un crítico sistemático del proceso venezolano y, con marcada preferencia de Chávez, se plantea un ataque frontal, desde el punto de vista teórico, contra el proceso bolivariano recurre, de una u otra manera, a utilizar como su mejor ejemplo de fracaso, de desastre, de anarquía y de inevitable derrumbe, a la revolución cubana, a Fidel pero, especialmente, al pueblo cubano. Entiéndase bien que no estoy criticando ni negándole a ningún adversario del proceso venezolano su derecho a la crítica y, menos, de situarse en la oposición. Sin embargo, la mejor de todas las críticas es aquella que se ajusta integralmente a la verdad verdadera de los hechos y que no se sustenta en hipótesis fantasiosas ni en deseos imaginarios.

En estos días, leyendo un editorial de un importante medio escrito de la comunicación, encontré la siguiente, según los expositores del editorial, sentencia, conclusión o afirmación: “… el hambriento pueblo cubano” para que los lectores se convenzan que de continuar el proceso bolivariano en Venezuela llegará nuestro pueblo a la misma situación en que se encuentra el pueblo cubano. Lo primero que debe decirse, en defensa de la verdad, es que eso es una mentira descarada y, en segunda instancia, es una forma grosera y cínica de expresarse sobre ese pueblo que lleva más de cuatro décadas resistiendo los embistes del imperialismo estadounidense que, precisamente, por hambre ha planificado el derrumbe de la revolución y no lo ha conseguido sino que, más bien, lo ha unificado, lo ha fortalecido, lo ha compactado –a pesar de las crisis económicas- en la defensa de su revolución.

Bien es cierto que Cuba no cuenta con recursos naturales que permitan ubicarla como una nación de gran riqueza, pero ésta la sustituye la conciencia de un pueblo capaz de enfrentar sus grandes necesidades sin negociar su sueño estratégico. Si algún pueblo –en América- ha sido sometido a vivir en períodos especiales de economía, acosado por las provocaciones, denigrado en todos los sentidos, cercado por aire y mar, ha sido, precisamente el pueblo cubano. Y nadie, absolutamente nadie, ha muerto de hambre, ha muerto por falta de asistencia médica, se ha suicidado por no conseguir empleo, ha realizado huelga alegando que el Estado le ha robado sus hijos. Es cierto que los cubanos y cubanas no pueden comer lo que se les antoje, no pueden adquirir con pesos todo lo que se comercializa en Cuba, no pueden viajar para donde les de la gana y cuando lo deseen. Eso es verdad. En muchos otros países eso se puede hacer siempre y cuando se cargue dinero en los bolsillos, pero la educación, la salud y otros importantes servicios públicos son costosos y quienes carezcan de recursos económicos pelan cable y pelan gajo. Y, además, son miles de personas que se acuestan con hambre, con el estómago vacío aunque los mercados tengan todas las mercancías necesarias para satisfacción de las necesidades humanas.

En todos los países del mundo, por ejemplo, el que tenga dinero puede comer langostas que es una comida exquisita. Si no tiene dinero ni siquiera llega a saborear las conchas. En Cuba, los cubanos y cubanas no comen langostas siendo una nación que exporta ese preciado alimento. ¿Pero saben que se hace con el dinero que entra por concepto de la exportación de langostas? Esto, simplemente esto: con ese dinero se compra leche en polvo y ésta, en Cuba, se transforma en leche líquida y con ésta se garantiza que todos los niños y todas las niñas de Cuba consuman leche completamente gratis. Preguntemos: ¿Qué se gana con que unos mil o dos mil o tres mil personas, en una nación como Cuba, coman langostas o que todos los que tengan dinero puedan consumir langostas si los niños y las niñas quedan sin leche gratis?

El pueblo cubano no es hambriento de comida ni tampoco de riqueza individual, pero sí tiene hambre que el mundo entero se transforme en socialista, en que en todos los países se produzca la revolución proletaria, en que la fuente más rica del progreso social sea la solidaridad. En eso sí, repito, tiene hambre como la tienen casi todos los pueblos del mundo entero. Si el pueblo cubano tuviera hambre de comida, sufriera como lo dicen los ideólogos del capitalismo, viviera martirizado como lo divulgan los ideólogos del imperialismo, hace años el gobierno revolucionario hubiese caído; no hubiera quedado incólume cuando se derrumbó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y todo el campo socialista del Este. El pueblo cubano, sencillamente, merece respeto y habría que ir a Cuba, hacer una encuesta en plena libertad, que de seguro se la garantizará el gobierno, para que le pregunten sí está o no pasando hambre, si prefiere al imperialismo con todas sus mercancías regaladas o su país tal como está viviendo.

Una nación que tenga la tasa más baja del mundo en mortalidad infantil, los servicios de salud y educación completamente gratuitos, incremento del promedio de vida, tendríamos que averiguar con lupa cuál es su nivel de hambriento, porque hambre se pasa en muchas regiones del Africa y la mortalidad, en todas las edades, es demasiado elevada. Pero, además, hagan una encuesta cuántas personas se acuestan a dormir o vegetan durante el día sin siquiera hacer una comida aceptable en Estados Unidos, que es el país más desarrollado del mundo; cuántos mueren por falta de servicio de salud gratuito; cuántos dejan de estudiar por ausencia de servicio de educación gratuito; cuántos se suicidan por no encontrar jamás un trabajo paramecio mantener a su familia.

Sencillamente: si el pueblo cubano es hambriento (por no comer las exquisiteces que come la burguesía), que son entonces todos los pueblos del planeta que se reparten la miseria por no tener acceso a disponer y disfrutar de su propia riqueza natural.



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Freddy Yépez


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