Al mismo tiempo que sucedía esto, el Señor Roberto Micheletti menospreciaba este hecho político pronunciando un “y qué, y qué…” dando a entender que no había relevancia alguna ante la presencia de Mel Zelaya en el país, sin embargo, el estado de sitio decretado en el país ese mismo lunes a partir de las 4:00pm demuestra todo lo contrario.
En las primeras 100 horas que tiene Mel Zelaya de estar nuevamente en el país después del Golpe de Estado del 28 de Junio se han dado tres toques de queda con una duración total de 65 horas de estado de sitio, un tiempo excesivo ante un hecho inicialmente menospreciado por Roberto Micheletti, y que da a conocer su miedo ante una crisis política que lo ha rebasado por completo.
Estos excesivos toques de queda son provocados por el sentido de derrota del gobierno golpista que se demuestran a partir de estos elementos:
1. Incapacidad del gobierno golpista para administrar la crisis que ha provocado
Los toques de queda son un instrumento que pone de manifiesto la debilidad del gobierno de facto frente a miles de hondureños y hondureñas que están en resistencia y que han logrado aglutinar a una inmensa diversidad de actores y movimientos sociales que ya no son complacientes y que hoy tienen más capacidad y mejores condiciones para exigir un cambio político ante un gobierno golpista que es opuesto a esas voluntades ciudadanas.
2. Miedo al pueblo que está en resistencia pacífica
El sentido de empate político entre los grupos en conflicto se ha inclinado hacia una victoria progresiva de los sectores de la resistencia que superan en número y simpatías a los grupos que apoyan al gobierno golpista, y uno de los pocos medios para frenar esta escalada política es el cierre de las calles y avenidas para evitar que la población se exprese y porque existe un sentimiento de miedo ante un pueblo en resistencia que cada vez es más grande.
De manera paralela los cuerpos armados del Estado tienen un sentido de inferioridad e impotencia ante la crisis política y esto los pone en el centro de un debate público sobre el cuestionamiento de su existencia después del Golpe de Estado.
3. Inmovilizar a los miembros de la resistencia
Los toques de queda han pretendido inmovilizar a la resistencia para que se pronuncie y acompañe a su presidente democráticamente electo, sin embargo esto no ha impedido que la resistencia se revitalice y reconstruya en manifestaciones locales y masivas en barrios, colonias y demás municipios del país que han demostrado la inferioridad política, numérica y empática de los cuerpos armados que acompañan y defienden el Golpe de Estado.
4. Frenar el acceso a la información y permitir la violación de los derechos humanos
En el marco de los toques de queda muchos miembros de la resistencia han salido a marchar a pesar de los riesgos que eso signifique: golpizas, heridas de bala, muertes y muchas violaciones de derechos humanos que no han podido ser denunciadas por el cerco a algunos medios de comunicación generando con ello espacios de ventaja al aparato armado para actuar en el marco de la impunidad.
A partir del retorno de Mel Zelaya al país, las posibilidades de que está crisis política se resuelva son más altas y el acompañamiento de la resistencia se vuelve más necesario, no solamente para respaldar a un presidente, también, para vigilar que las exigencias y demandas de la resistencia sean permanentes en todo espacio de diálogo y negociación que pueda surgir para que esta lucha se materialice en una inclusión real de los movimientos sociales en la transformación del país.