Mauricio Funes, estuvo meses atrás, poniendo distancia de por medio del presidente Chávez, con la misma insistencia que el Fmln, la fuerza que le llevó a la presidencia, pone para estrechar su amistad con el venezolano. Recordemos como, apenas se le acercaba un periodista, emitía juicios poco amistosos contra éste, sin motivación inmediata alguna.
Mis preferencias o norte, dijo más de vez, están cerca de Lula y lejos de Chávez. Desde el principio dejó claro sus inclinaciones y expectativas favorables a Obama. Habló de coincidencias en muchas áreas de trabajo con el gobierno gringo.
Después de haber dicho aquellas cosas, sin que ningún periodista le preguntase al respecto, sorpresivamente, cuando nadie lo esperaba, se presentó a las puertas de Miraflores a visitar a Chávez. Se abrasaron y Funes, esa vez cambió su discurso rayado. Uno pensó que el Fmln había intercedido y logrado que por lo menos hiciese un gesto cordial a quien ofrecía amistad y disposición a ayudar sin condiciones.
Cuando retornó a El Salvador, de aquella visita inesperada y algo más que sorpresiva, pensamos que las cosas tomaban coherencia. Pasaron los días, los hechos y Obama desplegó su capa.
Si algo o alguien odia Roberto Micheletti, es Chávez. Este representa y enarbola todo lo contrario de lo que él cree y busca. No pierde el presidente de facto, oportunidad para hacer acusaciones infundadas contra el constitucional de Venezuela. Mientras él es un cipayo y chulo de los gringos, Chávez es el líder fundamental contra los abusos y aspiraciones de dominio de estos. Ahora mismo en Copenhague, ha dejado sentado ese carácter. La condición de propietario latifundista y contrario a toda idea de cambio del hondureño, es versión opuesta de lo que Chávez es y aspira.
A cada momento, sin motivo alguno, es una obsesión, opina que la toma de posición progresista de Zelaya y el surgimiento de un movimiento popular favorable a cambios profundos, resultó de una simple maniobra de Chávez. Hasta el amplio y hermoso movimiento opuesto al golpe y favorable al retorno constitucional y movimiento constituyente, lo atribuye a Chávez. Por supuesto les concibe y exhibe como nefastos y bochornosos.
Chávez le tiene atragantado y le escamotea necesarias noches de sueño. ¿Cuánto daría por tenerle cerca, allá en Tegucigalpa, al alcance de sus matones?
Funes, pocos días atrás, retomó su discurso antichavista. Esta vez, la agarró por el lado del ALBA. En verdad no mencionó al venezolano. Desautorizó a uno de sus altos funcionarios quien informó que el gobierno salvadoreño estudiaba con detenimiento su ingreso a aquel acuerdo.
Dijo Funes que su gobierno ni siquiera ha pensado en formar parte del mismo. Para justificarse, volvió a hablar de las maravillosas expectativas que se abrían a los salvadoreños en sus relaciones con el gobierno y los magnates gringos.
Al mismo tiempo, el Fmln, declaró su aspiración de ingresar a la IV Internacional, atendiendo al llamado que, en la reunión de los partidos de izquierda que se realizó en Caracas, hiciese el presidente Chávez. También por esta actitud, Funes salió a expresar su desacuerdo y marcar distancia ya no sólo de Chávez, sino de quienes le llevaron a la presidencia.
A Roberto Micheletti, tampoco gusta el ALBA. Acaba de anunciar que en su ejercicio usurpado de presidente, antes que también ilegalmente le sustituya Porfirio Lobo, sacará a Honduras del acuerdo. Igual que Funes, prefiere marcar tarjeta con los gringos. No perdió la oportunidad, esta vez estudiadamente discreto, de disparar sus tiros contra Chávez.
Funes y Micheletti, coinciden en no querer absolutamente nada con el ALBA, pero si mucho con Obama y el capital estadounidense. A estos casi miran con devoción y regalón cual San Nicolás.
Pero sus coincidencias son mayores. Les gusta comerse sólo las maduras. Nada con el ALBA, porque eso sería contradecir lo que en la Casa Blanca de ambos se espera. No quieren correr riesgos. Hay que cuidar la mesada. Nada quieren con las verdes.
Los dos, Funes y Micheletti, ni de vaina piensan en salirse de Petrocaribe. Tanto Micheletti como Funes, dicen que de allí no saldrían ni que les echen, pues Venezuela, “nos vende el petróleo mediante créditos razonables”.
Por cierto, salvo que sean tontos, bien saben que eso no lo conseguirán de los magnates y gobierno gringos ni del FMI.
Este Chávez, el de Petrocaribe, si es del gusto de esos dos curiosos personajes.
¡Cómo les placen las maduras!
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