“Que tres erres y que ocho cuartos” (con copia a amigos y amigas)

Comentarios postergados a las inquietudes de J.M. Rodríguez

Estimado, tus aportes en cada uno de los escritos titulados “Que tres erres y que ocho cuartos”, son fundamentales para fecundar el debate que se está dando en las páginas de este importante mural para la deliberación política del proceso bolivariano, lo que ha permitido apalancar la idea de la “Asamblea Popular Revolucionaria” gestionada por  el portal Aporrea. Hay que asumir la convocatoria de Aporrea, y de quienes quieren debatir e intervenir en el devenir de la Revolución Bolivariana. 

1.- Hay que re-pensar las relaciones entre Constitución, Revolución y Transición post-capitalista: 

El 14 de julio dirigiste tus inquietudes acerca del tema de la Constitución, la Revolución y la Transición al Socialismo. Luego del 26-S, estas inquietudes cobran mayor actualidad. 

Sabemos que el debate sobre el papel protagónico o no, del Poder Popular en la transformación del Estado heredado de la IV República, y que continua en la V República, está la base de las llamadas “3R al cuadrado”.  

Así mismo, es visible el debate entre re-polarizar y re-politizar la gestión pública ó des-polarizar y desempolvar una suerte de “democracia consensual”, que cruza las reflexiones de voces curtidas en las lides políticas, como José Vicente Rangel ó Eleazar Díaz Rangel (y de quienes han estado vinculados a intercambios de ideas, cuyo tratamiento de la des-polarización encuentra aproximaciones a las posturas del Centro Carter).  

También tenemos las voces de aquellos otros activistas bolivarianos, que como Reinaldo Iturriza, proponen la recuperación de la fuerza originaria de la revolución bolivariana, bajo la idea de radicalización democrática, asumiendo el conflicto y el antagonismo que atraviesa a la política y la doble interpelación entre Chávez y el pueblo; ó distintas corrientes que llaman a crear un espacio para la “teoría y praxis revolucionaria”, ya sea en sus vertientes doctrinarias guevaristas y fidelistas (tomando como eje de sustentación la experiencia de la revolución cubana y del MIR Chileno), así como aquellas corrientes que llaman a consolidar un espacio revolucionario en el seno del PSUV, reagrupando diversas corrientes de izquierda en la construcción del llamado polo patriótico-popular.  

Obviamente hay muchos más nodos de debate, muchas voces que deben ser visibilizadas en la reflexión-acción en los actuales momentos, como los compañeros y compañeras del CIM, que desde mi particular perspectiva, han sido injustamente “ninguneados” es sus apreciaciones, por parte de sectores de la alta dirección del proceso bolivariano, e incluso descalificados por aquellos grupos que se auto-postulan como los “auténticos revolucionarios”, frente al etiquetado “reformismo” de personas que sin duda han apoyado el proceso bolivariano, como Marta Harnecker ó Juan Carlos Monedero, por ejemplo.  

2.- Que sea el poder de las asambleas populares las que re-direccionen el proceso bolivariano, y no la burocracia que confisca el debate: 

Sin embargo, no se trata en estas líneas de dar cuenta del mapa de nodos de reflexión-acción, que se han re-activado luego del 26-S; sobre todo la gran significación que vienen adquiriendo las diversas asambleas populares de base y círculos de reflexión, de trabajadores, estudiantes, de colectivos barriales, campesinos e indígenas, de militantes, activistas y simpatizantes políticos del proceso bolivariano, incluyendo a sectores medios progresistas e intelectuales efectivamente inquietos por el rumbo y potencial derrotero de la Revolución Bolivariana, si ni siquiera se pasa la prueba de las primeras 3R (revisión, rectificación y reimpulso).  

3.- La transición es con democracia participativa, y el socialismo radicaliza la democracia protagónica revolucionaria: 

Por mi parte, asumo la responsabilidad de enfatizar tres aspectos en este debate que me llevan a plantear el asunto de las encrucijadas de la revolución democrática y socialista, asumiendo las tensiones inherentes a la defensa de las ideas que afirman:  

  1. el carácter progresivo de la Constitución de 1999 (que no es simple legalidad burguesa),
  2. el carácter pacífico del proceso y de la transición post-capitalista (que no es una simple forma de lucha cívica, privada de cualidad ética y moral), y
  3. la significación del terreno electoral (que asegura una carta de derechos de ciudadanía política, sin la cual la libertad política seria algo menos que consentir las imposiciones de un mandato despótico).

4.- Los errores más graves de la conducción chavista: 

Por estas razones he cuestionado que la Revolución Bolivariana sea re-ciclada a un elemental “chavismo de lealtad primordial”, que la Revolución Democrática Constituyente haya sido re-convertida a una re-partidización y re-burocratización de la “política oficialista”, y que la Revolución Socialista sea re-absorbida por la Estatización típica de cualquiera de los Socialismos Reales.  

En la base de estos gravísimos errores de conducción política opera la percepción masiva del arraigo de fenómenos tales como: personalismo, sectarismo, burocratismo, dogmatismo, seguidismo ideológico, corrupción, ineficiencia y reflujo popular

En este cuadro de descomposición de muchas áreas de la “política oficial”, hay mucho más que aquello, que con una formación militar elemental se llama “murmuración”, en las bases sociales de la Revolución Bolivariana.  

5.- "Que se abran cien Flores y que compitan cien escuelas" en el debate sobre la reconducción democrática y socialista de la revolución bolivariana: 

Hay un intenso proceso de debate, que ninguna burocracia podrá administrar a estas alturas, sin realimentar la tendencia dominante al reflujo popular. Hay un barullo de discusiones e inquietudes, una “masa crítica” que opina, que delibera, que critica, que se inquieta por la gravedad de la parálisis o desvarío estratégico en la estructura de dirección del PSUV, y que demanda corregir a fondo y a tiempo el proceso revolucionario para no perderlo, y que está proponiendo diversas opciones y políticas para avanzar en el mismo.  

Sin embargo, no hay que dejar de prestarle atención a ideas y discursos que contribuyen a “organizar las condiciones necesarias para una futura derrota”, tampoco perder de vista la no-acción del “partido-maquinaria”, y sobre todo, la conducta sectaria de aquellos nodos de reflexión-acción, que estimulan una lealtad ciega y poco irreverente, un doctrinarismo ex temporáneo, así como la descalificación automática de las ideas diferentes a la de su “tribu doctrinaria”, con viejos expedientes del más rancio estalinismo y su catalogo de desviaciones: “reformistas”, “pequeño burgueses”, “anarquistas” y otros estribillos, como el putrefacto espectro estalinista de “enemigos del pueblo”.  

6.- Cuestionar al putrefacto espectro del estalinismo y derrotarlo en el campo de la hegemonía intelectual, ético-cultural, comunicacional y política:

No hay nada peor que actuar como estalinistas, como policías de cualquier pensamiento que fecunda la diversidad y la crítica necesaria, pensando y diciendo que no son tales estalinistas, pues se trata de una mentalidad arraigada como subcultura de izquierda, que se  encarna en prácticas cotidianas (apalancada con abundantes recursos del ramas del Estado), parcialmente enmascarada en una fraseología bolivariana, pero cuyos ejes duros de reflexión no dejan de apelar a las tesis enmohecidas de cualquier “Manual de Comunismo Científico”, como aquella que postula que solo la propiedad estatal es la forma de propiedad socialista.  

Lamento que tu no captes estos fenómenos, que constituyen lo que Carlos Enrique Dallmeier ha sintetizado con el ajustado nombre del “putrefacto espectro del Stalinismo” (http://www.aporrea.org/ideologia/a112068.html). Como Dallmeier lo ha dicho mucho mejor que yo, sintetizándolo didácticamente, lo considero una introducción indispensable para pasar a revisar los materiales que he elaborado acerca del Testamento de Lenin, y sus potenciales lecciones para la Revolución Bolivariana.

7.- La revolución bolchevique no es un paradigma revolucionario incuestionable:

Algunos propagarán tesis ya ex temporáneas, sin fisuras, monolíticas, de la recuperación a-crítica de la figura ideológica y política de Lenin, e incluso llegarán a la manida defensa de Stalin, como gran conductor militar durante la segunda guerra mundial. Pero pasan por debajo de la mesa un hecho harto evidente: que antes de la muerte de Lenin ya se habían incubado las semillas de la burocratización en la Revolución Rusa, que el propio Lenin contribuyó a tal burocratización.

¿Herejías? Como se le atribuyó decir a Galileo: “Eppur si muove”. Hay que evitar a toda costa que se naturalicen las actitudes de un santo tribunal de la inquisición revolucionaria. Hay que combatir a toda costa los “argumentos de autoridad”, y todas las epistemes autoritarias, así se llamen así mismas “revolucionarias”.

La fijación autoritaria de creencias es parte de la sedimentación de una conducta sumisa de ciudadanos y ciudadanas siervas. Hay que desafiar todas las convenciones de autoridad, pues desde allí las revoluciones democráticas constituyentes podrán superar sus bloqueos y limitaciones.  Apelar a la negatividad radical que solo una dialéctica sin dogmas puede proveer, para impedir la instalación de cualquier mito de reconciliación, que termina abonando el camino a las tentaciones despóticas del “buen orden”, con su jerarquía de burócratas administrando las opciones de vida para una muchedumbre solitaria.

Por tanto, no hay que reiterar posiciones acríticas hacia la revolución rusa y la dirección bolchevique, pues esto es parte de las inercias ideológicas de nuestra izquierda cavernaria.  

Es importante enfatizarlo, es parte de “nuestra izquierda”. Es parte de “nuestra” imposibilidad e impotencia para asumir en profundidad las lecciones de las experiencias del socialismo real, sus sombras, errores, tragedias y desastres. Seguimos atados a viejas formaciones de discurso, a creencias vetustas, a fantasías ideológicas y prejuicios inveterados.  

Apelar imaginariamente a la sacralización ideológica de la revolución bolchevique, a estas alturas, es parte de un ritual para auto-confirmar presupuestos y creencias no discutibles, no para renovar los pensamientos críticos socialistas. Si tú no ves estos nefatos fenómenos, te invitaría a recorrer el bosque de este “marxismo de derecha”, este fundamentalismo reaccionario que recorre espacios de radio, encartados de prensa, páginas web, señales en determinados espacios sindicales, donde es ostensible que el viejo socialismo burocrático está vivito y coleando como “fantasía ideológica”, como práctica política. 

8.- No puede haber calco y copia del Socialismo Burocrático: 

Por otra parte, existe una problemática de fondo que quiere soslayarse: las condiciones de la transición pacífica y democrática a un nuevo socialismo, que  no puede ser “calco y copia” del “Socialismo Burocrático”.  

Es demasiado importante renovar el horizonte democrático y socialista del proyecto histórico que se pretende construir, si se quieren encontrar los mínimos de consistencia con el proyecto popular y democrático contenido en la Constitución de 1999.  

Ni frente al Proyecto Histórico, ni frente al camino de transitar el cambio estructural, se han despejado las relaciones entre tareas democráticas y socialistas de la revolución bolivariana. Mucho menos las tareas eco-políticas y descolonizadoras, que pudieran llevar a des-dogmatizar el referente central de un “marxismo imaginario” en claves doctrinarias.  

Mientras se habla de “Socialismo Científico”, son oportunas estas palabras de Carlos Frabetti: 

“El marxismo no es una ciencia, y el hecho de que muchos de sus seguidores atribuyeran a sus formulaciones el rango de leyes científicas ha sido una de las causas del fracaso del llamado “socialismo real”. El marxismo no es una ciencia, pero tiene una clara vocación científica y sabe que necesita de la ciencia. Tanto como la ciencia necesita del marxismo para dejar de ser esclava del capital.”(Frabetti; Socialismo Científico) 

9.- Mucho menos doctrinarismo marxista, mucho más teorías críticas y revolucionarias: 

Esta frase aparentemente problemática, lo que quiere enfatizar es la centralidad de teorías críticas para la praxis anticapitalista, antes que un cientificismo estéril. Del mismo modo que Galileo vio en la experimentación y el instrumental matemático, el método por excelencia, la llave maestra de la ciencia, Marx vio en la praxis, la clave de nuevas teorías críticas cansadas de limitarse a interpretar-explicar el mundo, y decididas a transformarlo desde su raíz. No hay que apelar a un gran dogma o código maestro, basta ser mínimamente consistentes con pensamientos críticos socialistas, con teorías críticas del metabolismo social del Capital, con saberes contra-hegemónicos que impugnan la lógica de la dominación social. 

Incluso, desbordando las propias palabras de Frabetti, el marxismo merece algo más que el nombre de “socialismo científico”, para poder asimilar los logros teóricos y prácticos del feminismo, del ecologismo y de la descolonización del pensamiento, las tres principales fuerzas revolucionarias de nuestro tiempo. Y para eso debe dejar atrás un esquematismo marxista en clave burocrático-despótica, asimilando los logros teóricos y prácticos del imaginario libertario, del pacifismo, del indigenismo, de las espiritualidades para la insumisión, y de otras formas de oposición ética, estética, epistémica y afectiva a la barbarie capitalista.  

Una dialéctica sin dogmas, hija del aquel marxismo abierto y crítico del siglo XIX, y de la nueva ciencia con conciencia de la complejidad que apareció a fines del siglo XX, tiene que ser el instrumento teórico del socialismo sin represión y sin fronteras del siglo XXI. Allí reside la importancia de fecundar pensamientos críticos socialistas, teorías críticas y saberes contra-hegemónicos. Y es desde allí, donde pueden nacer los verdaderos acontecimientos de invención democrático-socialistas para el siglo XXI. 

10.- El clima de crítica democrática es ya una opción política revolucionaria contra el estalinismo: 

No es casual entonces que luego del 26-S, surjan voces que planteen que los procesos eleccionarios contemplados en nuestra Constitución (porque es fundamentalmente una Constitución político-normativa, casada con el Proyecto Bolivariano de recuperación de la soberanía nacional-popular), sea tachada de “Constitución demo-burguesa”. Que nuestra Constitución pueda desecharse como simple “legalidad burguesa”.  

Cuando son estos argumentos los que operan, estamos ante “malos pintores de brocha gorda”, que no han comprendido justamente ni las condiciones y reglas de la transición democrática y pacífica, ni las relaciones entre derecho y poder en las transiciones pacíficas. No han comprendido el carácter de una Constitución abierta, flexible y reformable en la dialéctica entre el proceso constituyente y el proceso constituido, y prefieren repetir el guión de clásicos del socialismo real.  

Asumir la tarea de revalorizar la democracia socialista en el marco de la Constitución de 1999, implica más bien una lectura en reverso de las tradiciones social-demócratas originarias, mucho antes de que cayeran en manos de personajes que efectivamente optaron por reformar al capitalismo para no superarlo.  

11.- Recuperar la memoria de luchas por el socialismo democrático y revolucionario de carácter no estalinista: 

Así mismo, se requiere una lectura en reverso de la diversidad de tradiciones marxistas revolucionarias que se vieron sepultadas por el “marxismo realmente hegemónico” que fue el estalinismo. Hablo de voces como las de Rosa Luxemburgo, Labriola, Gramsci, Korsch, Pannekoek, Jaures, Lafarge, Gorter, Lukacs, los austro-marxistas y tantos otros y otras (las escuelas marxistas críticas de Budapest, Praga, Polonia y Yugoeslavia) que le han dado a la constelación teórica marxista, un aroma de fecundidad y de multiplicidad para imaginar y pensar opciones discutidas democráticamente.  

Es decir, hablo de aquellas voces que más que amarrarse a la tradición jacobino-blanquista confundida con el pensamiento marxiano, trataron de articular las tradiciones de lucha democrático-radicales, sin ningún tapujo de impugnar la burocratización del marxismo, hecho sobre el cual algo tuvo que decir ya el viejo Trotsky, quien puede ser leído como un testimonio de un balance de inventario acerca de una “Revolución Traicionada”. 

De ese marxismo crítico, abierto, libertario y contestatario, poco se habla.  Y es justamente desde ese marxismo crítico, y desde el manantial vivo de la tradición socialdemócrata, cuando aún Marx y Engels luchaban para separarla de cualquier tentativa de cooptación por parte del Socialismo de Estado, o de Bismark, donde se pueden hacer nuevas lecturas en reverso, para salir del “putrefacto espectro del Stalinismo” (gracias Dellmeier).  

La desfiguración burocrático-despótica del pensamiento crítico marxiano viene de lejos. Y en gran medida somos herederos de ese proceso de burocratización del pensamiento crítico. 

12.- Radicalizar la democracia del Estado social, mucho más justicia material y cultural que formas de derecho procedimental: 

Por otra parte, aún asumiendo las mayores potencialidades progresistas del proceso constitucional, compartimos parte de las preocupaciones acerca de la confusión entre el Estado democrático y social de derecho y de justicia, y lo que posteriormente fue definido como “Estado Socialista”.  

De allí, mis recurrentes planteamientos acerca  de los límites que impone la Constitución de 1999, a cualquier desvarío y extravió político-ideológico burocrático despótico, así se los califique de “Socialista”. Y no es que la Constitución de 1999 sea un libro sagrado (inflexible, pétreo, cerrado), pero si es la síntesis de un mandato constituyente y democrático-radical del pueblo venezolano, que aún es promesa y no obra cumplida.  

No se trata de anteponer lo político a lo jurídico, pues lo jurídico es una codificación histórica normativa, una condensación de fuerzas y sentidos instituidos del hecho político; y cualquier modificación constitucional o desarrollo legislativo “no se hace a trocha y mocha” (violentando formas para adulterar contenidos), sin contemplar un riguroso análisis de la consistencia sistemática entre la legislación constructiva, los parámetros constitucionales y el espíritu constituyente.  

Y si se trata de abrir las compuertas al hecho constituyente en su sentido de camino amplio a la transformación sustantiva de la Constitución Política del Estado, de su forma, del sistema de gobierno, del sistema económico y social, hay procedimientos y canales para impulsarlas. No es a través de decretos unilaterales emanados del órgano ejecutivo, que se encarna la soberanía popular, pues esta no puede ser ni delegada, ni confiscada ni usurpada.  

La democracia participativa y protagónica no puede ser confundida, de hecho ni de derecho, con una democracia por aclamación a favor de un líder plebiscitario. No es así que se contempla, ni en la memoria de las luchas socialistas ni en la memoria de las luchas democráticas. El asunto reside no en concentrar y centralizar poder en el vértice de la rama ejecutiva del Estado, sino en democratizar el conjunto del Estado, abrir sus compuertas a la participación y contraloría social, impulsar una cultura de servicio público en la administración y despejar el asunto del privilegio burocrático por la ocupación de un cargo. 

Para profundizar en un socialismo desde abajo, radicalmente democrático, el genio del Che debería pasar por lecturas críticas de su legado teórico, de su compromiso abierto con la variante marxista-leninista, de su compromiso abierto por una pasión jacobina y vanguardista. Hay severas limitaciones ideológicas en una visión del “hombre nuevo” que se configura desde mecanismos de compulsión moral y un nuevo conformismo ideológico de masas. 

Ha sido Gramsci quien nos ha dejado una elemental lección de política, al cuestionar que se cosifique el vínculo entre dirigentes y dirigidos, dominantes y dominados, entre explotados y explotadores. Mientras se discutan a fondo los planteamientos del Che en su tiempo y circunstancia, se fecundará el debate; pero cuando se asuma como única línea política a uno que otro dictado del Che, allí no habrá posibilidad de debate ni de construcción colectiva. Ya la verdad revelada habrá sido enunciada, y solo a los mortales les quedará aplicar su Mandato, una suerte de automatismo ideológico prediseñado.  

13.- Es temerario auto-proclamar vanguardismos sin consolidar  retaguardias y bases de apoyo que sustenten una lucha política prolongada: 

Es hora de rebajar a estas “vanguardias auto-declaradas” al lugar que se merecen, un lugar más  entre otros en la asamblea popular revolucionaria que cada día se construye en el tejido de pensamientos socialista diversos.   

No se trata de verdades a ser llevadas a la discusión en asambleas populares y propuestas para un referéndum aprobatorio, sino de verdades construidas en un prolongado diálogo polémico de saberes, pensamientos y teorías críticas, que no pueden ni alejarse de un balance crítico del pasado, ni de la mínima consistencia con un debate en curso experimentado dentro y en los márgenes de las ciencias sociales e históricas críticas de hoy. 

Por otra parte, frente a los aventurerismos de derecha, la salida no son los aventurerismos de izquierda. Ha estos aventureros hay que recordarles la fábula de la liebre y la tortuga. En política no hay resultados mágicos e inmediatos, es el trabajo largo y permanente el que consolida logros.  

El putrefacto espectro del estalinismo gravita efectivamente hoy sobre el hermoso proceso que se inicio el 27 de febrero de 1989, pero debe reconocerse a la luz de estos acontecimientos, que el saldo de los sectarismos y dispersiones anteriores llevaron a la izquierda a una situación de extrema debilidad orgánica y paupérrima disposición intelectual y moral para un re-impulso propositivo. Es de esa situación, donde adquiere visibilidad, coraje y arraigo popular la convocatoria del MBR-200 y la rebelión militar del 4-F, sin la cuál Venezuela se acercaría a ser un vulgar Protectorado Neo-colonial. 

Pero la burocratización de la política revolucionaria es ostensible desde 2005, la sistemática política de inamovilidad salarial real (compensada por el señuelo de una inamovilidad laboral, y aumentos nominales, cuyo sustento es la cruda tercerización dirigida por el patrono público y privado de amplios segmentos de la masa salarial), junto a la vertiginosa inflación que esta deteriorando gravemente su capacidad adquisitiva y su calidad de vida, no son cuentos desestabilizadores, son realidades de los trabajadores asalariados, de precarizados, de subempleados y sus familias. Los sectores populares y medios lucharon para salir del pantano del neoliberalismo, y de su regresiva política en las condiciones de salarios, empleos y condiciones materiales de vida. No esperan lo mismo de una “economía política” revolucionaria. 

14.- Ni burócratas ni capitalistas, ni señuelos de la oposición política punto-fijista: 

La implantación de una sociedad socialista, sin dominadores y privilegiados, fue parte de legado marxiano. Si Lenin podía asegurar por su análisis histórico del proletariado inglés que había rasgos tradeunionista en sus luchas, hoy podemos afirmar que hay rasgos contra-revolucionarios en las “vanguardias auto-proclamadas”. Hay que rehacer de abajo arriba el “que hacer” de Lenin.  

La llamada “toma del poder político” del proletariado, del pueblo trabajador, como objetivo no podía ser delegada a ningún partido de revolucionarios profesionales, que asumiera el monopolio de la conducción política de la emancipación de las multitudes.  

Allí hay un elemental cuadro de alienación política que acompaña a todo esfuerzo de explotación de la masa salariada. Lo que llamamos históricamente cogollos y cúpulas podridas. Basta revisar la acumulación originaria del Capital de Marx, para reconocer las determinaciones de la estructura de mando político sobre las condiciones de explotación. 

Cuando se lucha contra el patronato privado y público, contra la burocracia y los señuelos seudo-democráticos del antiguo punto-fijismo se afirma que no se quiere regresar a la hegemonía de FEDECAMARAS, DE AD y COPEI, así sea bajo nuevas siglas. 

15.- Hace falta colocar en la calle una agenda de democracia participativa y socialista:  

Un saber de lucha y para la lucha, no coincide con un marxismo burocrático ni estructuralista en este aspecto. Las leyes de tendencia son tales porque están condicionadas por el contrario-tendencias, por contradicciones y antagonismos derivados de prácticas de clase, además de opresiones múltiples: de género, edad, etno-raciales, frente a la autoridad política, conquistando la intersubjetividad, los códigos culturales y saber experto. 

La muerte de Lenin en 1924 desató una lucha por el control de la estructura de mando en los dirigentes del Partido Comunista de la URSS. Stalin impuso luego de las primeras maniobras y coaliciones inestables la tesis de “un Líder único, un Partido único, un pensamiento único y una acción única”.  

Línea y cadena de mando alineada a una estructura de control político calcada de la organización militar-fabril jerárquica burguesa. En nombre del socialismo de los soviets se construyó un tipo Socialismo de Estado como vía de modernización acelerada. ¿Es esta visión desarrollista, industrialista, productivista y luego de 1956 dispuesta a competir con el consumismo capitalista la que se pretende calcar y copiar? 

Las Estatizaciones no pueden confundirse con las socializaciones de medios de producción a partir de la propiedad colectiva directa. Cancelar por decreto diversas formas y grados de socialización: cooperativas, cogestión, autogestión, pequeñas empresas familiares, control obrero, etc; y plantear que la única propiedad socialista es aquella administrada por el Estado es una impostura típica del socialismo real. Además se desconocen las condiciones jurídicas y económicas reales desde donde parte un proceso de transición.  

En Venezuela se reconoce constitucionalmente la economía mixta. El asunto es no confundirla ni con el monopolio económico del capitalismo neoliberal, del capitalismo de estado, o del socialismo de estado. Allí es donde está  el verdadero reto productivo, transformador de las relaciones sociales y de las condiciones de vida asociadas a estas cuando se habla de economía social, popular, alternativa y autogestionaria. 

16.- Un frente amplio para el desarrollo humano integral y la democracia socialista-participativa es el contenido real de cualquier polo patriótico: 

No hay razones para festejar la inexistencia de un frente amplio revolucionario en el cual existan partidos revolucionarios de masas junto a movimientos sociales y populares.  

El PSUV ha podido convertirse en el eje promotor de tal tarea de recomposición social y política del campo revolucionario. El llamado “Polo Patriótico” parece padecer de reflejo tardíos, generado en una situación interna de “esclerosis múltiple”. Y lo mas grave es que ni siquiera parecer cobrar vida en momentos electorales. Ya hay quienes sienten nostalgia por el carcamán del MVR. Y no digamos por el esquema de movilización orgánica de la Batalla de Santa Inés. 

Estimado amigo, ya basta de sentirnos a gusto con un “chavismo” 
convertido en “fraternal manera de apego político”. La “omnipotencia del partido-aparato” no se ve en su presencia permanente, sino en su patética  ausencia, que ya ni siquiera copa titulares de prensa luego de aquellas reuniones de partido y declaraciones, cada día lunes.  

Ya el PSUV ni siquiera cumple el mínimo de simulacro para dar la batalla en los medios ante la arremetida de una oposición envalentonada por los resultados del 26-S.  

Por otra parte, la “resolución policial” de diferencias ha escogido un camino mucho más turbio que las sanciones y las expulsiones. Se trata de la política de declarar inexistente un problema, de pasar bajo la mesa, de invisibilidad temas, de silenciar actores y agendas.  

¿Habrá que declarar a las bases del chavismo en “huelga de hambre”, para que sean medio escuchadas, más allá de los salarios de hambre que se institucionalizan aquí y allá, frente a los groseros privilegios de la boli-nomenclatura? 

¿Como convivir en silencio con lo que tu señalas?: “el oportunismo, el arribismo, la ambición de posiciones, la ausencia de valores, el desapego ideológico, el voluntarismo inorgánico, la absoluta desarticulación y la enorme ineficacia.” Además del “adequismo” que forjó la cultura política venezolana del “periodo democrático-burgués”, el asunto es la reproducción de este mismo patrón sub-cultural  luego de 10 años de “revolución bonita”, que como tu reconoces, “ha impregnado, inclusive, a los revolucionarios”. ¿No ha pasado como mucho tiempo para reconocer que hemos hecho muy poco para superar la adequidad?

 
El agotamiento de su esperanza bolivariana no nos va a llevar a un cambio normal, sino a una retaliación de corte fascista, con apariencias de “unidad democrática en defensa de la constitución”. ¿Qué les parece? 

17.- En el 2012 se escoge entre profundizar el proyecto nacional, popular y democrático para profundizar los derechos políticos, sociales y culturales contenidos en la Constitución de 1999, bajo un proyecto viable de Democracia patriótica y socialista, ó se abre un peligroso cuadro de agudo antagonismo y represión de calle, por no haber reconducido el proceso, a fondo y a tiempo. 

Sobre hipótesis no especularemos…por ahora.




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Javier Biardeau R

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

 jbiardeau@gmail.com      @jbiardeau

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