Derecha política y mediática creando enfermos mentales

En plena era de la información, es estremecedor cómo se puede conseguir que amplios sectores de la opinión pública puedan terminar con una alteración tan impresionante de la realidad. En Venezuela, lo llaman disociación psicótica y consistiría en un proceso mental por el cual se crea en el subconsciente del individuo una realidad ficticia en la que todos los males, todo lo malo que sucede proviene de una sola causa o de una sola persona.

La tesis que plantean los sectores afines al gobierno venezolano y al mantenimiento de la institucionalidad es que los medios de comunicación han sembrado ese modo de pensamiento, de tal modo que responsabilizan de forma patológica a Hugo Chávez y al gobierno venezolano de todo lo malo que sucede, perdiendo así cualquier capacidad de análisis racional de la realidad. Lo curioso es que no es sólo en Venezuela donde sucede esto. En Estados Unidos se trata de una forma de pensamiento que no para de aumentar en la ultraderecha política y mediática.

El 6 de marzo de 2003 la miembro de la Cámaras de Representantes de Texas Debbie Riddle, en una entrevista para el periódico El Paso Times, afirmaba: "¿De dónde proviene esta idea de que todo el mundo merece una educación gratuita, atención médica gratuita, libre de lo que sea? Viene de Moscú, de Rusia. Viene directamente de la boca del infierno. Y es hábilmente disfrazada como una idea de gente de tierno corazón. Nada de corazón tierno. Es que rasga el corazón de este país". El profesor de Historia de la Universidad de Houston Robert Zaretsky recordaba que la citada congresista republicana planteó a principios de 2010 lo que llamó el problema de los “terroristas de pantalones cortos”. Según ella, habría mujeres enviadas por terroristas que cruzarían la frontera para ir a dar a luz a sus hijos en suelo estadounidense. Una vez crecidos, esos “agentes dormidos” pasarían a la acción con el objetivo de sembrar el caos en Estados Unidos.

No se trata de una paranoia exclusiva de Riddle; otro miembro por Texas de la Cámara de Representantes, Louie Gohmert, afirmó en un discurso pronunciado en la Cámara en junio de 2010 que un ex agente del FBI le había hablado de los "terror baby". Según explicó más tarde en una entrevista en Fox Business News, conoció en un avión a un pasajero con un familiar perteneciente a Hamás que le contó que éste tenía intención de conseguir que un nieto suyo naciera en Estados Unidos. En la entrevista, Gohmert afirmó que las mujeres embarazadas viajan desde Oriente Medio a EE.UU. con visas de turista con la intención de dar a luz en Estados Unidos y conseguir así para sus hijos la ciudadanía estadounidense. Según Gohmert, después el niño volvería al país de origen de la madre donde se entrenaría con terroristas con el objetivo de entrar después en Estados Unidos. Cuando el periodista le pidió que aportara pruebas de ello, Gohmert se limitó a indicar un artículo del Washington Post que describía lo que denominan el turismo de nacimiento ("birth tourism"). Se trataba de la existencia de paquetes turísticos, en especial para ciudadanos chinos, con el objetivo de que la “turista” embarazada tuviera a su hijo en territorio estadounidense. Aquello fue descrito por el político republicano como un "enorme agujero en la seguridad de nuestro país". Preguntado por la relación de eso con los niños terroristas, afirmó: "Si usted no cree que esto es una prueba, tienes que creer que los terroristas son más tontos que estas personas emprendedoras". El asunto fue tan absurdo que provocó una parodia en The Daily Show, pero sin duda, vistos los hábitos electorales, no faltarían ciudadanos que compartieran la tesis de Gohmert.

La paranoia política de la ultraderecha tiene su correspondiente brazo mediático. El profesor de literatura de la Universidad de Illinois Walter Benn Michaels cuenta que, en el verano del pasado año, surgió una controversia entre dos “estrellas” de la derecha estadounidense en la cadena Fox en torno a la pregunta: ¿Cuál es el enemigo más peligroso de Estados Unidos? El primero de ellos, Bill O'Reilly, responde lo previsible: Al-Qaida. Pero el otro periodista, Glenn Beck afirmó: “no son los yihadistas los que 'tratan de destruir nuestro país", sino "los comunistas". Puede pensarse que Beck sólo reaccionó mediante el resorte mental característico de la Guerra Fría, pero nació en 1964, no pudo conocer ese período con pleno uso de razón. Por otro lado, Beck no es un presentador minoritario. En 2009 su programa fue uno de los de mayor audiencia de noticias comentadas en la televisión por cable, con ocho millones de espectadores. En programas de otros canales, como la ABC, fue seleccionado por el público como una de las “10 personas más fascinantes” de 2009. Y en 2010 The Times lo incluyó entre los cien líderes políticos más influyentes.

Benn Michaels recuerda que en la lista de los best-sellers de Amazon, el ensayo político más vendido es Camino de servidumbre, del economista ultraconservador austríaco Friederich Hayek, fallecido en 1992. Una de las tesis del libro es que cualquier política dirigida directamente a un ideal de justicia distributiva, es decir, a lo que alguien entienda como una distribución "más justa", tiene necesariamente que conducir a la destrucción del imperio de la ley.

En Estados Unidos se puede escuchar al periodista de radio de mayor audiencia del país, Rush Limbaugh, alertando contra los espías “comunistas” que “trabajan para Vladimir Putin”.

El fenómeno, como era de prever, no se queda en Estados Unidos ni en Venezuela. En Italia, Silvio Berlusconi afirma que los comunistas le quieren eliminar, a pesar de que los comunistas no tienen allí ni un sólo diputado nacional. En España, desde sectores mediáticos cercanos al gobierno intentan dar la señal de alarma sobre la paranoia de la derecha mediática. Así lo denuncia el ex director adjunto de El País José María Izquierdo en su libro Los cornetas del apocalipsis, donde repasa algunas figuras de la derecha cavernaria española con sus “perlas” de análisis sobre la situación española y el gobierno Zapatero. Aunque valdría la pena recordarle al autor que es en su periódico donde más han sonado las cornetas del apocalipsis hacia los gobiernos progresistas de América Latina. A ellos en España también se les une la Iglesia, la institución más antigua en el arte de sembrar la zozobra y la angustia. El obispo de Córdoba ha asegurado que la Unesco tiene un plan “para en los próximos veinte años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual”.

En cualquier caso, la inquietante conclusión es la angustia de comprobar que, con todas las posibilidades técnicas y periodísticas del siglo XXI, la demencia de algunos líderes políticos y el poder de algunas vías de difusión mediáticas consigan arrastrar a grandes sectores de la opinión pública hacia una psicosis, una disociación, que quién sabe hasta dónde nos puede llevar.


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Pascual Serrano


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