He titulado este escrito con una frase que va a ser tildada de homofóbica, porque quiero que sea leída y cuestionada. Es que ya estoy harta de que los discriminados de siempre comiencen a discriminar a los que no pertenecemos a su secta, cofradía, grupo, amigas, o lo que sea. Y una acusación de homofobia, dirigida a una persona como Mario Silva, me recuerda las acusaciones de antisemitismo que emiten los sionistas, como si fuera la peor cosa.
Los extremos se tocan, y así las sociedades tienden a moverse de un polo a otro, en un movimiento incesante de evolución espiritual, aún dentro de una abierta involución social, como la que vive la humanidad bajo la pecuecosa bota del capitalismo mundial. Un ejemplo es el de México, con sus requetemachotes y su Juan Gabriel, como dos polos de la misma distorsión social, en la cual la mujer es el blanco fácil de cualquier asesino, por el solo hecho de ser mujer.
En nuestro país es otra cosa. Aunque tenemos que vérnosla con un machismo retrógrado, traído por los imperialistas, aquí fenómenos como el racismo, la homofobia y cualesquiera tipos de discriminación, no son parte de nuestra idiosincrasia, sino un contaminante importado, desde que los españoles utilizaron el racismo para justificar ante sí mismos las atrocidades que cometieron contra nuestros antepasados, hasta hoy, cuando las diferencias artificiales son utilizadas para dividir a la gente, y para atacar a personas intachables como Mario Silva, cuya firmeza, cuyo carácter aguerrido, directo y honrado cuenta con mi respeto.
LA HOMOSEXUALIDAD NO ES REVOLUCIONARIA
La homosexualidad no es ninguna transgresión a la sociedad. Desde tiempos de Calígula y aún antes, la exhibición de elementos homosexuales ha sido siempre privilegio de las oligarquías y aristocracias y de los curas corruptos, no un asunto del pueblo, que ha estado siempre ocupado en sobrevivir y en luchar por sacarse la explotación de encima.
Hay gays chavistas y gays escuálidos. El pueblo es tan antiparabólico en eso, que el gobernador de Carabobo, que tiene fama de ser homosexual, recibió muchos votos, tantos, que sólo tuvo que presionar con unos cuantos matones armados hasta los dientes, para que se le permitiera volver a ser gobernador.
La homosexualidad lo único que indica es con quién se aparean las personas. Los gustos son de lo más bizarros y en eso estoy de acuerdo con Mario Silva: Es asunto personal de cada uno. Un gay socialista puede llegar a ser heróico, pero no por con quién se aparea, sino por su conciencia social. Y un gay escuálido puede llegar a ser malvado, corrupto y asesino, pero no por gay sino por la manera retorcida como decidió sobrevivir. Que quede claro.
REIVINDICANDO LA HETEROSEXUALIDAD
Tengo derecho a decir que la heterosexualidad es la mejor opción de vida, porque va en armonía con las fuerzas de la naturaleza. Y porque la polaridad, la simetría, analógicamente se repite en todos los fenómenos naturales. Los homosexuales pueden aparearse, pero jamás se reproducirán, a menos que se apareen con una persona de otro género. Y no existe el tercer sexo. Los hombres son hombres y las mujeres son mujeres, aunque no les guste. Pero su libertad personal es una cosa, y esa desafiante actitud de creerse que son superiores a los heterosexuales, y acusar a alguien porque no le guste, es abusiva.
Detrás de ese odio existe un sentimiento soterrado que ustedes sabrán qué es, pero no es positivo. O tal vez una intención de atacar a quien no es atacable porque no tiene flancos ocultos, a quien se enfrenta a toda clase de escualidez de frente, mostrando el pecho, todas las noches. Si algo me molestó de Mario Silva la noche en que habló del exibicionismo gay en La Estancia, fue su excesiva cautela, algo impropio de él. A menos que ese movimiento homosexual tenga más poder del imaginable. En ese caso, ¡que me disparen! Y no olviden, que la mayoría del pueblo es heterosexual.
...¡A mucha honra!
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