El humor, ciertamente, es una forma de hacer reír y de recrear el espíritu pero es, igualmente, una manera de hacer política o de vender una imagen a través de una desfiguración que más que cómica resulta mediático. La oligarquía colombiana es experta en ese género de programación en que buena parte de sus humoristas, seguramente bien pagados, llevan a las pantallas una grabación “humorística” que recoge risas ficticias que no se producen en la audiencia.
NPi, se caracteriza por ese género de humor político que busca crear una conciencia de odio contra personajes que son desfigurados tanto en lo físico como en lo espiritual sobre la base de un plan preconcebido detrás de los escenarios televisivos. En uno de estos días, tomando como punto de partida la beatificación del Papa Juan Pablo II, arremetieron contra Chávez de una manera irrespetuosa y grotesca. Tal vez, el Presidente Chávez no haya visto ese género de humor que hacen en NPI. Claro, no puede invertir su tiempo en eso y tiene razón, porque en Venezuela existen problemas más importantes y urgentes que atender. Con el cuento del derecho a la libertad de expresión existen quienes se escudan con él para decir o escribir toda clase de mentiras a través de la palabra, del humor y de tantas maneras de hacer uso de ese importantísimo derecho del ser humano. En ninguna persona, sea quien sea, queda bien la vulneración de ese derecho. Entiéndase, pues, que todo lo que se dice o se escribe en este artículo de opinión trata, en esencia, de la defensa de la verdad y del mismo arte del humor sin que éste tenga que valerse de la mentira descarada para que produzca risa o se le crea su contenido desfigurando el sujeto.
Un buen humor, especialmente de imitación a determinado personaje, es creativo, recreativo y, por lo tanto, aplaudible. Pero un mal humor que busca crear, con su imitación a un específico personaje, una matriz de opinión que lo desfigure para convertirlo en objetivo de una política foránea intervencionista en los asuntos internos de otra nación, es vulgaridad, es maquiavelismo, es condenable y no debe ser aplaudido. Los que elaboran la programación de NPi, lo saben con exactitud pero, aun así, lo hacen.
Acusar a Chávez de dictador no debe indignar ni exasperar a ninguno de sus partidarios, porque todo Estado, todo gobierno y todo jefe de Estado o de Gobierno, lo reconozcan o no los elaboradores o creyentes en ideas extraterrenales, es dictadura de una clase sobre otra u otras o es un dictador que representa una clase en el poder político. Eso está demostrado en la historia de los diversos modos de producción caracterizados por la lucha de clases. Si no fuese así, la ciencia política y las ideologías de clase y hasta la sicología no servirían absolutamente para nada en el campo de los conocimientos políticos. Está demás, entonces, ponerse a utilizar argumentos para demostrar que Obama, Santos, Sarkozy, Putin y todos los jerarcas políticos de Estados al servicio fiel del imperialismo capitalista como igualmente los mandatarios que pregonan el socialismo, son dictadores, pero la diferencia estriba en que unos (los primeros por ejemplo) defienden a capa y espada a la propiedad privada sobre los medios de producción, la explotación a la mano de obra asalariada, los privilegios elitescos provenientes de la riqueza individual mientras que los segundos a la propiedad social y la emancipación de los explotados y oprimidos de todo vestigio de esclavitud social.
Dejemos eso hasta allí y pasemos a la desfiguración más peligrosa que no sólo atenta contra la verdad sino que busca preparar condiciones sicológicas que justifiquen el derrocamiento de aquellos gobernantes que pregonan el socialismo y el antiimperialismo. La oligarquía colombiana, el imperialismo y los “humoristas” de NPi saben a ciencia cierta que Chávez reúne ciertas cualidades sicológicas que, en determinadas circunstancias concretas, lo hacen mirar como un mago y es por ello, que se proponen sicológicamente crearle a la opinión pública una imagen desfigurada y que lo haga aparecer como un loco y violento. Han venido difundiendo desde hace tiempo ese “humor” por un medio de televisión que tiene una gran audiencia en Colombia y en el exterior.
En NPi a Chávez, en el sentido de la demagogia social, lo compararon con Jesucristo, argumentando que mientras éste repartía pan a los pobres, aquel reparte petrodólares para comprar la conciencia de otros. Se supone que para los “humoristas” de NPi, los apóstoles fueron el resultado no de las ideas pregonadas por el Señor o Profeta sino porque éste les hartó las barrigas de pan como Chávez se las harta a otros mandatarios con petrodólares para someterlos a su socialismo del siglo XXI. Pero esto resulta insignificante ante la otra desfiguración que, en definitiva, es la más grotesca, la más falsa, la más repugnante, más peligrosa y que merece ser respondida por el propio gobierno venezolano como igual se responde a la propaganda mediática del imperialismo que se lanza al aire para hacer acusaciones que le justifiquen su intervencionismo militar en los asuntos internos de otras naciones.
Contémosla: Se conoce, por medio de la Biblia y por lo demás falso de toda falsedad, la potestad del Ser Supremo (Dios) de resucitar a muertos. Más se conoce la historia o biografía de Jesucristo luego de su resurrección que por lo que había pensado y hecho antes de su primera muerte. El revisionismo se ocupó, de forma meticulosa y calculada, de adulterar todo su pensamiento y toda su acción que eran en favor de los pobres contra los ricos y contra el Imperio Romano estando en vida social. Bueno, NPi, con su “humor” muy mal humorado, le otorga a Chávez la misma potestad que a Dios: la de resucitar muertos. Esto puede ser, ciertamente, un elemento de humor pero veamos que le sigue.
Si Dios resucitó a Jesucristo para que fuese su hijo predilecto, para NPi Chávez resucita, nada más y nada menos, que a Osama bin Laden, el terrorista que resultó ser más buscado en el mundo por haber sido el “enemigo” número uno de Estados Unidos. Claro, hay una diferencia que NPi no la señala: Dios hizo a Jesucristo pero no fue Chávez sino el imperialismo estadounidense quien hizo a Osama bin Laden y sólo el imperialismo está en capacidad de resucitarlo. Osama bin Laden, lo saben bien los imperialistas, son muchos y tendrá que matar a muchos y seguir matando a muchos otros hasta que se produzcan las condiciones socioeconómicas distintas al capitalismo y con ellas, desaparezcan todas las expresiones de la violencia social. En definitiva para NPi: Chávez resucita es a terroristas que han cometido, ciertamente, actos repugnables de criminalidad, pero ¿por qué en NPi no hacen una parodia de algún político que resucite a Jorge Eliécer Gaitán recordándole a los colombianos la necesidad de derrotar a los liberales y aniquilar (no en el sentido de la muerte sino políticamente) a los oligarcas de Colombia? Eso no les conviene.
Para cada una de sus intervenciones en los asuntos internos de otras naciones, los imperialistas hacen funcionar su maquinaria propagandística con una mentira grandota custodiada de ciertas verdades. Recordemos una para buscar derrocar a un Presidente venezolano que no era afín con la política exterior estadounidense: “Cipriano Castro quiere invadir a Estados Unidos vía Nueva Orleans”. ¿Quién, que haya tenido siquiera un dedo de frente, podía imaginarse que Cipriano Castro, con machetes y escopetas de pólvora estaba en capacidad de invadir a Estados Unidos a comienzos del siglo XX? Demasiado grandota esa mentira para creerla, pero el imperialismo es capaz de hacerla creer porque en la viña del Señor hay de todo y para todo.
¿Cuáles serían algunas de las verdades que custodiarían a la mentira grandota del imperialismo para buscar derrocar a Chávez?: éste les crea cierta inestabilidad de desobediencia gubernamental y social en América Latina; alienta conciencia antiimperialista y que anda en eso de plantear un sistema que para los ideólogos del capitalismo ha fracasado eternamente: el socialismo.
Ahora ¿cuál sería la mentira grandota y más peligrosa de todas las mentiras contra Chávez?: que éste es cómplice del narcotráfico y apoya el terrorismo. NPi, en obediencia ciega a los dictados del imperialismo, ha comenzado esa campaña mediática haciendo que en teoría Chávez resucite a Osama bin Laden. ¿Por qué no parodian al Presidente Obama disfrutando a placer por haber dado la orden que mataran a Osama bin Laden y haberlo gozado en vivo y en directo desde la Casa Blanca a una distancia de miles de kilómetros? ¿O por qué no parodian a los grandes terroristas de Estado tales como: Obama, Sarkozy, el Primer Ministro inglés y otros? ¿Acaso Osama bin Laden ha sido el único terrorista en este mundo? ¿Acaso no es terrorismo el bombardeo a una televisión en Libia donde, entre los muertos, estaban dos periodistas que sólo cumplían con su deber de informar y no estaban realizando ninguna actividad terrorista? ¿Acaso no es una burla grotesca, luego de matar inocentes con un bombardeo indiscriminado, simplemente decir: “Discúlpennos, fue un error”?
Mientras este mundo sea guiado por la ley del embudo (lo ancho para los imperialistas y lo angosto para el gigantesco frente de los “pendejos”), habrá terrorismo para rato. Entonces, a través del humor, es necesario denunciar a los verdaderos propiciadores del terrorismo como una contribución a la lucha contra ese flagelo que enluta innecesariamente a millones y millones de seres humanos y jamás será un medio seguro de conquistar la redención de la humanidad. Lo que sí es imprescindible beatificar para asegurar su santificación es ala justicia, la libertad, la igualdad, el amor y la solidaridad en el mundo para que nunca más se haga presente ninguna forma de violencia social ni ningún género de humor que falsifique la verdad.