Esta reláfica
viene a cuento, porque en su respuesta a mi artículo “El pelón de
Walter”, este periodista, persona en quien reconozco sin ninguna clase
de reservas una incuestionable calidad profesional, de hecho no me pierdo
ninguno de sus programas, me atribuyó, sin más pruebas que su mala
fe, torcidas y malévolas intenciones. Dijo, olvidando aquella máxima
que practican las personas nobles y rectas y que dice “…la
buena fe se presume y la mala hay que probarla”, que yo había querido
utilizarlo a él para - palabras más palabras menos- adquirir notoriedad
y renombre, o en otras palabras, hacerme famoso. Por lo visto, este
señor es incapaz de suponer en nadie gestos limpios y desinteresados,
gestos carentes de intencionalidad, porque todo aquel que incurra en
el desafortunado desliz de no mencionarlo elogiosamente es porque algo
busca y algo no muy santo, además. Actúa como el millonario que tiene
una hija única. Un tipo así generalmente piensa que todo el que pretenda
a la muchacha no es porque la ama sinceramente sino porque lo que busca
es su dinero.
Es indudable que el
conductor de Dossier no me conoce. Y no tendría por qué hacerlo, en
verdad, ya que ajeno como soy a los afanes de figuración y pantallerismo,
mi vida se desenvuelve en el más completo y absoluto anonimato.
Es decir, que afortunadamente me encuentro inmune al síndrome de Eróstrato,
que afecta gravemente a tanta gente en este país. Sin embargo, para
contrarrestar la mala imagen que los infelices comentarios del señor
Walter Martínez pudo haberme creado, me voy a ver en la necesidad,
con el permiso de los sufridos lectores, de dar a conocer dos hechos
que podrían contribuir a dar una idea más o menos aproximada de quién
en realidad es el que esto escribe. Se trata de lo siguiente:
Como se recordará,
en las elecciones creo que del 92 en las que se elegiría un nuevo Presidente,
participaron como candidatos Rafael Caldera, Oswaldo Álvarez Paz y
Andrés Velásquez, esa especie de ornitorringo de la política venezolana.
Desde luego, que para un hombre de izquierda eso significaba un complicado
dilema, pues para él no le resultaba nada fácil, en el caso de que
resoviera participar en esos comicios, tener que pronunciarse a favor
de alguno de esos energúmenos.
Álvarez Paz,
por ejemplo, de clara orientación fascista, venía de desempeñar una
catastrófica gestión al frente de la gobernación del Zulia. Una gestión
caracterizada no sólo por una fuerte represión contra sus adversarios
políticos y contra los jubilados y pensionados del Seguro Social, sino
también con particular preferencia contra los sectores más desposeídos
y humildes de la región. Tan brutal se mostró este carcelero en el
desempeño de su cargo, que tuvo el coraje de enviar a las Colonias
Móviles del Dorado, donde se encontraban los más empedernidos y peligrosos
asesinos y criminales del país, un adolescente de apenas 15 años de
edad, por el terrible delito de haberle enviado a una de sus hijas una
carta de amor donde menudeaban expresiones tan insultantes como “mi
reina”, “mi princesa”, “mi diosa”, “mi amor eterno”, etc.
Pero este no es todo el prontuario de esta especie de Nereo Pacheco
moderno, porque el maldito delito de la corrupción se desbordó tanto
que quebró varias veces la Lotería del Zulia, a la cual puso realizar
sorteos amañados en las propias instalaciones del canal once, o sea,
de Niños Cantores TV.
En relación con
Andrés Velásquez, en vista de que este tipo constituye, desde el punto
de vista político, una verdadera curiosidad antropológica, decidí
dejárselo a los especialistas para que fueran estos los que realizaran,
con la rigurosidad científica del caso, los estudios que permitieran
explicar las razones por las cuales un indígena puede llegar a asumir
posiciones políticas de extrema derecha. Es decir, posiciones políticas
cuya característica más sobresaliente es el racismo. Pero, además,
para que digan también, de ser posible, por supuesto, cómo este singular
personaje podría traicionar a raza y al mismo tiempo ser leal y consecuente
con otros grupos étnicos distintos al suyo y cuyos intereses dice defender.
Del trío mencionado
nos queda entonces Rafael Caldera, individuo que se nutrió ideológicamente
en los abrevaderos de la falange española. Hecho del cual dio una contundente
demostración cuando al frente de una horda de fascistas le cayeron
a palos a Leoncio Martínez, Leo, director de Fantoche, produciéndole
serias lesiones producto de las cuales, pasados algunos meses, falleció.
Por alguno de estos tres personajes, integrantes de la farándula política vernácula, se tendría necesariamente que sufragar. Pero no, por supuesto, para que uno de ellos ganara, sino para que los otros dos, de quienes ya hemos hablado, perdieran. Y este sujeto, quien jamás ha creído en el abstencionismo, no sólo votó por Caldera, sino que hasta le llegué a dedicar algunos artículos por la prensa. ¿Por qué lo hicimos? Porque nos pareció que pese al pésimo prontuario del candidato, era el que mejores credenciales tenía. Pero, además, por su discurso pronunciado en el fenecido Congreso, que pudo haberle salvado la vida a los insurrectos del 4 de Febr4ero, la cual ya había sido amenazada por aquel siniestro personaje llamado Morales Bello, que no tenía precisamente nada de bello ni de hermoso, y sí mucho de vello púbico.
Pero no sólo,
como ya dije antes, voté por Caldera, sino que a través de algunos
artículos de prensa le hicimos campaña a su candidatura. Con motivo
de estos artículos el doctor Nectario Andrae Labarca, uña y carne,
o sea, pana burda del candidato, me llamó por teléfono a mi casa para
decirme textualmente lo siguiente:
-Hola, Alfredo,
como estás. Es el doctor Andrade Labarca, y te llamo para darte las
gracias por tus artículos a favor de la candidatura de Caldera. También
quiero decirte que puedes pedirme lo que quieras, lo que desees, pero
eso sí, menos dinero, ja.ja.ja, porque yo de lo que vivo es de una
pequeña pensioncita que me da la universidad. Pero por lo demás, te
repito, lo que quieras.
Sin reponerme
todavía de la sorpresa ante aquel insólito ofrecimiento, le respondí
lo siguiente: “Mire doctor Andrade, le agradezco mucho su llamada
y su generoso ofrecimiento, pero para serle franco yo continuaré respaldando
al doctor Caldera siempre y cuando desde el gobierno realice una gestión,
no sólo en beneficio del país, sino también a favor de los más necesitados.
Pero en el momento en que se aparte de esta línea –continué-, cambiaré
de actitud y pasaré a adversarlo”. ¿Qué hubiera hecho otro en mi
lugar. Nada, que no lo hubiera dejado terminar de hablar para
aceptar su ofrecimiento, como en efecto ocurrió con otro menos escrupuloso.
Otro caso. el
mismo se originó con motivo de una artículo de prensa en el cual abordaba,
junto con el desastroso funcionamiento de la CANT, el angustiante problema
de la inseguridad que se vivía en el Zulia en aquellos tiempos, y que
con la complacencia de los gobiernos neo-adecos de Rosales y Pablo Pérez,
se ha extendido hasta nuestros días.
Con motivo de
ese artículo, repito, un amanuense de Rosales, muy temprano en la mañana
me llamó para decirme que su jefe estaba muy interesado en hablar conmigo;
que si lo podía visitar en su despacho de la alcaldía. Mi respuesta
fue que debido a mis múltiples ocupaciones me era prácticamente imposible
trasladarme hasta su oficina. Pero que si estaba interesado en
hablar conmigo, no tendríamos ningún inconveniente en recibirlo muy
amablemente en la mía. Como esperaba, no volvió a dar señales de
vida.
Como ve, señor
Walter, no es el desmedido afán de notoriedad ni el deseo de llamar
la atención ilegítimamente lo que me quita el sueño Y en torno de
lo que afirmé en mi artículo, en el sentido de que usted había asegurado
que tanto el hundimiento del Lusitania como el ataque a Peral Harbor
habían sido los detonantes que habían desencadenado la segunda y primera
guerras mundiales respectivamente, bueno eso fue lo que escuché o al
menos creí haber escuchado. Pero si me equivoqué, no tengo ningún
inconveniente en ofrecerle como en efecto le ofrezco mis disculpas;
en decirle, además, que lamento mi equivocación. Cosa que es absolutamente
innecesaria, porque en lo dicho al final de mi artículo estaba implícita
esta disculpa y que usted, quien sabe con qué propósito, omitió Será
acaso que quiso aprovechar la oportunidad para dar a conocer una vez
más su amplio currículum como periodista. No sé, pero de que vuelan,
vuelan.
Por ultimo dos cosas más:
primero, usted, señor Martínez, al hablar del comportamiento diario
de los precios del petróleo afirma que el West Texas es el marcador
del petróleo venezolano. Falso, porque ese petróleo no es el marcador
del nuestro. El marcador de nuestro hidrocarburo es el de la OPEP, y
más específicamente, el de Dubai, de los Emiratos Árabes. Por otra
parte, yo no sé quien le estará suministrando a usted la información
sobre los precios. Pero debe tener mucho cuidado, porque lo están engañando
y, de paso, haciendo que usted engañe a su vasta audiencia. Siempre,
toda la vida, el petróleo venezolano se ha cotizado 2 ó 2 dólares
y medio por debajo del marcador de la OPEP, el cual también se ha cotizado
por debajo de los demás petróleos. Y sin embargo, según usted, el
precio del venezolano en muchos casos supera a los otros hidrocarburos.
Pero ¿por qué
el petróleo venezolano se cotiza por debajo de los demás? Simplemente,
porque nuestros crudos son pesados, en contraste con los otros, que
son petróleos ligeros o livianos y, por consiguiente, más rendidores,
más ricos en gasolina, que es el derivado más apetecido y más demandado
en el mercado mundial. Además, no es lo mismo refinar un petróleo
pesado que uno de densidad menor. En Venezuela, solo en Tía Juana se
produce petróleo liviano, pero lamentablemente en cantidades muy pequeñas
para imponer un promedio.
Segundo, el día
22-8, el señor Walter Martínez, después de haber terminado con la
sección informativa de su excelente programa, se sentó frente al escritorio
y no sin cierta satisfacción leyó una comunicación enviada desde
Cuba. Se trataba de una persona que durante la crisis de los misiles
se encargó de custodiar, como militar, una zona de la ciudad de la
Habana. Eso fue lo que entendí. Ahora, ¿qué dijo ese señor en esa
comunicación? Casi nada, que a Nikita Kruschev, con motivo de la mencionada
crisis, se le cayeron los pantalones. Este personaje, en realidad, no
es santo de mi devoción, pero lo cortés no quita lo valiente. Sin
embargo, coño, que un cubano diga del gobernante soviético lo que
dijo, que se exprese así de alguien que tantas duras batallas libró
junto con su noble y generoso pueblo en defensa de la pequeña isla
antillana , es cuando menos el colmo de la mezquindad y el desagradecimiento.
Tan intimidado se encontraba Kruchev con motivo del conflicto de los
misiles, que en el Consejo de Seguridad de la ONU se quitó el zapato
y, arrecho y vociferando improperios a diestra y siniestra, le cayo
a zapatazos a la mesa, donde atónitos se encontraban reunidos los representantes
de los demás países. Pero lo peor no es esto, lo peor es que no es
el único personaje importante de ese país, de Cuba, que abriga iguales
sentimientos anti-soviéticos. Pero eso lo dejaremos para una nota posterior.
Aquí, en Maracaibo, están
haciendo temperaturas que fluctúan entre los 41 y 45 grados de calor
y, como siempre, no hay agua para medio mitigarlo, No todo es color
de rosas, como usted supone, señor José Vicente Rangel.
¿Qué ha dicho
la iglesia católica en relación con la horrenda masacre perpetrada
por lo jenízaros del mundo libre, occidental y cristiano en Libia?
¿Dónde están los comunicados de la Conferencia Episcopal, esa despreciable
guarida de malandros, condenando las masiva y repugnantes violaciones
de los derechos humanos en el país africano? No han dicho ni publicado
nada. ¿Por qué? Porque las atrocidades cometidas por los dignatarios
de esa secta perversa a lo largo de la historia han sido peor y más
condenables. ¡Farsantes!