“nos acosa el riguroso deber de hacer lo imposible para impedir que una nueva guerra desangre y mutile a los pueblos del mundo. Nuestra prosa y nuestros versos deben alertar cada día, como clarines inacallables, para condenar todas las guerras (..) Nuestras voces deben enronquecer denunciando la carrera armamentista, exigiendo que los exorbitantes presupuestos destinados a tanques y cohetes sean aplicados a la construcción de escuelas, hospitales y caminos”
Siempre será necesario recordar estas palabras mientras la bestia capitalista continúe con su bárbara y criminal agresión contra los pueblos del mundo.
Una de las estrategias de dominio y control del imperialismo yanqui es secuestrar y más allá de ello destruir la memoria de los pueblos y someterlos a una muy bien estructurada transculturización que privilegie sus mezquinos intereses.
Los bombardeos despiadados contra el pueblo libio, ese mismo que hoy ocupa los primerísimos puestos del mundo en desarrollo humano, que su tasa de desempleo es cero, que su nivel de pobreza es inferior al 5%, cuando en EE.UUU es del 15% (1), en España 19%, Grecia y Portugal 25% (2), en Francia 13%, Alemania 15% e Inglaterra 19% (3), para dar sólo esos ejemplos, imponen de inmediato una reacción de los pueblos del mundo que diga ya basta a esta agresión que sólo anda detrás del petróleo y de otras riquezas de los pueblos más débiles del mundo en el tema armamentista, así como ante las condenables palabras lacayunas del Secretario General de la ONU, tras el asesinato de Gadafi: es una “transición histórica” de Libia, para agregar que los meses de “revolución deben traducirse en oportunidades para todos” (4), lo cual desdice del papel que debería asumir un sujeto que dirige un organismo que agrupa a todos los países de la tierra (192). En sus palabras, Ban Ki-moon no tuvo el coraje de condenar este nuevo y atroz crimen.
Pero es que este siglo XXI ya se muestra mucho peor que como lo fue el XX, quizás y ojalá nos equivoquemos, estas manifestaciones belicistas pudieran ser el preludio de una tercera guerra mundial. La terrible crisis económica por la que atraviesa el llamado primer mundo, pudiera ser la causa que la provoque, tal y como nos lo recuerda la historia que sucedió con las anteriores.
La década
pasada fue bombardeado Afganistán y aún no cesan allí los cañones de la
barbarie con un saldo pavoroso de muertos. Igual ha sucedido con Iraq; país que
ha sido literalmente destruido y aún, luego de diez años de una intervención
apuntalada en la mentira de las armas de “destrucción masiva” que mantenía
Sadan Hussein, sigue allí la bota imperial haciendo de las suyas a través de
títeres bien adiestrados. En ese país han muerto hasta ahora no menos de 500
mil iraquíes, así como algo más de 7 mil marines que regresaron a los EE. UU en
bolsas plásticas y no menos de 50 mil mutilados. Fueron saqueados, hasta
dejar sólo el polvo, las bibliotecas y museos de Irak, de donde se llevaron riquezas
arqueológicas de incalculable valor, así como colecciones de libros y
documentos únicos, las cuales seguramente estarán adornando hoy las mansiones
de los dueños del complejo industrial y militar del imperio yanqui y de sus
socios de la OTAN, en Nueva York, en Washington, en San Francisco, en Londres,
en París, en Bonn, etcétera...
Ha sido esa una práctica usual de quienes a través de la historia han salido a
dominar y esclavizar a otros pueblos, con la única finalidad de saquearles sus
riquezas y para que pierdan su propia y original identidad como fórmula para
inculcarles otros valores, aquellos a través de los cuales piensan que sea
posible eliminarles toda posibilidad de rebeldía, de evitar que surjan intentos
de oponer resistencia al nuevo estado de cosas.
Sustentados en ello, hemos considerado bien interesante en estos momentos en
que resuena con inusitado ímpetu en muchos rincones del mundo las maquinarias
belicistas del imperialismo norteamericano y de sus aliados lacayos en su
estrategia de controlar para su dominio exclusivo el mundo todo, tal y como lo
pretendió el nazismo hitleriano en las décadas del treinta y cuarenta, rescatar
de los anaqueles de la biblioteca un fragmento del discurso que pronunció el
gran poeta y novelista Miguel Otero Silva en la ocasión de recibir el Premio
Internacional Lenin de la Paz que le fue otorgado por el gobierno de la Unión
Soviética en mayo de 1980 (5), en la Casa de Bello, de manos
del académico soviético Nicolai Blojin.
Por otra parte, vemos en esas palabras de nuestro gran escritor oriental que
adquieren hoy en día, ciertamente, una inmensa relevancia, porque engrandecen
la voz pacifista de los pueblos que nunca ha cesado para frenar o impedir de
alguna manera que los señores de la guerra hagan de la muerte y de las
tragedias modos de vida ante los cuales debemos rendirnos y aceptarlos por la
fuerza como lo pretendió hacer el nazismo hitleriano durante la primera mitad
del siglo XX.
Veamos la copia textual del fragmento tomado del libro “Tiempo de Hablar” de Otero
Silva, editado por la Academia Nacional de la Historia de Venezuela en 1.983:
“Sin entrar a discutir si soy o no acreedor a tan alta distinción, debo
confesar paladinamente que la obtención del Premio Lenin significa para mí el
más precioso motivo de alegría que me ha tocado vivir. Y no tan sólo por la
natural ufanía que todo artista experimenta cuando sus faenas de creación le
originan algún renombre, sino por tres razones que se nutren de mis más veraces
y consistentes inclinaciones,
La primera de esas razones es que el lauro que hoy se me concede, aun cuando ha
sido discernido por un organismo de carácter internacional, llega hasta mis
manos por intermedio de la Unión Soviética. Yo era un niño cuando se produjo el
triunfo de la revolución bolchevique pero, a medida que mi entendimiento iba
creciendo, fui percibiendo la trascendental magnitud de aquel sacudón… jamás
habían sido quebrantados los basamentos secularmente inconmovibles del Estado y
la propiedad privada. Con la victoria de la revolución rusa el socialismo había
dejado de ser una utopía visionaria, una especulación filosófica o una sutileza
oportunista, para convertirse en la realidad palpitante que Marx y Engels
habían propuesto al hombre…
El segundo y honroso título que este galardón internacional ostenta es el de
haber sido instituido bajo el auspicio del nombre de Lenin, figura que se
eleva, junto con la de Jesús de Nazareth, como la mente revolucionaria más
esclarecida y perdurable que ha dado la raza humana…
La tercera significación que acrecienta el relieve del Premio Lenin es que su
propósito esencial está encaminado a exaltar la importancia de la lucha por la
paz y la solidaridad entre los pueblos. Ante los atroces riesgos de muerte que
amenazan al hombre, es esa la más noble y apremiante entre las causas…
La última guerra dejó un balance de millones de cadáveres tendidos en los
campos de batalla, y de millones de muertos no combatientes que fueron
exterminados en sus hogares y en sus lugares de trabajo, y de millones de
asesinados en los campos de concentración, y de millones de hectáreas de tierra
laborable convertidas en yermo, y de millones de niños abandonados a su
desamparo, y de millones de mujeres condenadas para siempre al llanto. Aquella
guerra cerró su curso con el aniquilamiento apocalíptico de Hiroshima y
Nagasaki, con el estallido de la bomba atómica que trocó la población de dos
ciudades en una ronda inmensa de fantasmas llagados, en una procesión siniestra
de hombres y mujeres sin párpados y sin labios, envejecidos en plena juventud,
amputados para siempre del amor y la alegría.
No ha habido reflexión ni arrepentimiento como las almas ingenuas esperaban.
Por el contrario en los laboratorios se fabrican afanosamente proyectiles
nucleares aún más infernales que los que exterminaron a dos ciudades japonesas
en agosto de 1.945. De ahí que el compromiso más indisoluble para la conciencia
de todo hombre libre sea el de esforzarse sin tregua para evitar que las
maquinaciones criminales de los armamentistas y belicistas alcancen su
objetivo.
Recuerdo que cuando el gran novelista norteamericano William Faulkner vino a
Caracas, pocos meses antes de su muerte, sostuvo un coloquio con un grupo de
intelectuales venezolanos. Uno de nosotros le preguntó: “¿Qué podemos hacer los
escritores y artistas de América, para entorpecer los planes de quienes
persiguen una nueva guerra?. Faulkner, pesimista y lacónico, se limitó a
responder: “Nothing”, que significa “nada”. Sin embargo, se equivocaba en este
caso el genial adelantado de la narrativa contemporánea. Los escritores y
artistas de América, norteamericanos y latinoamericanos, pueden hacer mucho;
más aún, nos acosa el riguroso deber de hacer lo imposible para impedir que una
nueva guerra desangre y mutile a los pueblos del mundo. Nuestra prosa y
nuestros versos deben alertar cada día, como clarines inacallables, para
condenar todas las guerras, incluso la llamada guerra fría que no es sino un
riesgoso amago de la guerra caliente y universal. Nuestras voces deben
enronquecer denunciando la carrera armamentista, exigiendo que los exorbitantes
presupuestos destinados a tanques y cohetes sean aplicados a la construcción de
escuelas, hospitales y caminos. Nuestra palabra debe hacerse oír en periódicos
y tribunas, señalando que el incremento desaforado de las industrias de guerra
funciona en detrimento y ruina de los recursos naturales, distorsiona el papel
del hombre en el contexto del trabajo productivo, pasma el progreso de los
países en desarrollo. El privilegio espiritual de ser artista creador lleva
consigo la responsabilidad de hacerse digno de tal atributo. Lo cual quiere
decir que, aun cuando los políticos y estadistas y militares y hombres de
ciencia se nieguen a aceptar la inminencia y la magnitud del peligro, a
nosotros, escritores y músicos y pintores y escultores, nos corresponde
denunciarlo con todo nuestro aliento, con toda nuestra angustia, con toda
nuestra desesperación..."
Palabras estas que no son otra cosa que llamas vivas que anidan en los
corazones de todos los pueblos de la tierra que claman por la paz…
(1) http://www.rtve.es/noticias/20110913/indice-pobreza-estados-unidos-alcanza-record-anos/461234.shtml
(2) http://www.webislam.com/?idn=664
(3) http://www.cafebabel.es/article/33283/europa-pobreza-exclusion-social-indice-por-pais.html
(5) Murió el 28 de agosto de 1985 (http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Otero_Silva)
oliverr@cantv.net