Los domingos son días como cualesquiera otros, nada que ver con vainas ya sitas; pero, entonces, yo cocino para la tropa y, casi siempre, sardina, es por lo que estuve cocinando y, naturalmente, sardinas.
Cuando yo cocino me gusta dar y dar vueltas al asunto y de ser posible oigo música de la buena, mientras tanto.
Hoy no fue distinto, sólo que la autoridad local dispuso de su potestad, ella apagó un botón y abrió otro donde la VTV reponía a José Vicente en contra de Javier Solís, que estaba con su canto ranchero, a pulmón.
José Vicente estaba con Elías Jaua y, pensé que José Vicente nunca pierde ni un segundo en ubicar cada noticia en el contexto preciso y a más de su claro sentido de veracidad y de ética periodística, estimo yo acá, en mi ignorancia y en mi modo de ver las vainas, que José Vicente es una cátedra magnífica y de extraordinaria enseñanza para todos esos muchachos que pretenden ser periodistas y especialmente esos quienes envenenados de vanidades, por el cartón, creen que se las saben todas.
Afortunadamente, VTV repone las entrevistas de José Vicente, ya casi a las once de la mañana, porque, a decir verdad, las necedades de propagandas y demás que -televen- el canal desde el que José Vicente expone sus vainas no merecen mi atención.
Y, para mejor, estaba la princesa Dair dando las noticias, eso sí que da gusto ver (puntos para VTV).
Bueno, la vaina es que José Vicente tiró puntas del carajo y Jaua -ni corto ni pendejo (perezoso)- las agarró en el momento, muy bien, y las desenrolló.
José Vicente Rangel no es -a mi modo de ver- de ninguna manera y bajo pretexto alguno, la versión acabada del periodismo contemporáneo, no y no de todo no, pero yo creo que él es un gran muchacho porque suele andar cazando, a toda costa, a la inasible verdad y, mejor todavía, en el contexto del desarrollo de los acontecimientos, para exhibirla al pueblo y eso es del carajo.
Para entrompar hacia un periodismo necesario no se parta de cero sino de algo concreto y, por cierto, muy importante, he ahí, entre otros, a José Vicente Rangel, gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando, la virtud y honor.
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