La intervención de Tibisay Lucena del día de ayer, durante el acto de proclamación del Presidente Electo Nicolás Maduro, ganador de las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013, es una pieza oratoria precisa, esclarecedora y de profundo aliento democrático. La evaluación atenta de cada una de sus oraciones debería llevar, a toda persona de convicciones democráticas, a concluir que el proceso electoral realizado es un proceso transparente, confiable y, diseñado de manera tal, que las personas que pudieran tener reservas sobre los resultados, siempre pueden impugnarlos a través de los mecanismos que prevé tanto el mismo poder electoral como la legislación venezolana vigente.
En un momento de indudable tensión en el país, creada por una dirigencia opositora irresponsable, reconocer y destacar la palabra del organismo rector constituye un deber insoslayable de la prensa. Pero tal discurso no aparece ni siquiera reseñado en la edición de hoy de “Ultimas Noticias”. Tampoco informa sobre la importante declaración del Rector Díaz en la que señala su conformidad con los resultados y su posición de activar procesos de auditorías que traigan tranquilidad a quienes tengan dudas sobre los resultados.
Eleazar Díaz Rangel tiene una posición claramente democrática e institucional y ha aportado elementos teóricos y políticos en juego que ayudan a la comprensión del momento histórico que vivimos. Sin embargo, la línea editorial de “Últimas noticias” va por otro camino. De hecho, en la misma edición comentada, los titulares de algunas informaciones no corresponden a la realidad. Por ejemplo, en la página 6 se lee, “El proceso estuvo ‘cargado’ de violencia”, sin destacar en el titular que esa afirmación la hace el coordinador de una organización específica que va en contra de lo que ha dicho todo el mundo: Este fue un proceso pacífico, cívico y participativo. Otra cosa son las tensiones creadas a raíz de los resultados.
Igualmente, en la página 4, reseñan: “Motorizados sabotearon auditorías e impidieron acceso a votantes”. También aquí se trata de la reseña de lo que dice una persona específica; en este caso, a través de una llamada telefónica a la redacción y sin que haya ningún indicio de que tal información haya sido verificada. Incluso, aun suponiendo que sea cierta, lo correcto es haber titulado, “En el centro de votación tal, motorizados sabotearon conteo de los votos” y no un titular general que incluye a todo el país.
Y no se trata de que ésta sea la forma usual de titular que tiene el periódico. Pues, cuando se trata de evaluaciones positivas siempre especifica el emisor de la información, reduciéndola así, a opiniones particulares. Veamos dos ejemplos de la misma edición: “Delegación de Uniore: Hubo total transparencia” y “Misión de Unasur llamó a respetar el resultado”. Ni por el carajo titula: “Hubo total transparencia” y “Respetar el resultado”. Ni siquiera titula Uniore dice o Unasur dice; sino que reseña “Delegación de Uniore”, en un caso, y “Misión de Unasur”, en el otro. Tal precisión de filigrana no existe en las reseñas negativas generales que corresponden a situaciones y espacios muy limitados y específicos, como son las informaciones periodísticas a las que me referí, párrafos arriba.
No entiendo cómo puede manejarse la información con tanta irresponsabilidad y tanto sesgo, y, al mismo tiempo, aspirar al respeto y confianza de los lectores. Sobre todo, cuando mucho del crecimiento de su audiencia se debe a lectores que vienen de otros periódicos, buscando objetividad y equilibrio en “Ultimas Noticias”, prestigiada además por la dirección de un periodista del reconocimiento incuestionable de Eleazar Díaz Rangel.
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