EL DÍA QUE NOS APAGARON LA INFORMACIÓN
Cada año debemos conmemorar el golpe de abril de 2002, cuando nos apagaron la información, cuando se masacraba al pueblo en las calles y nadie pudo informarlo.
Tomadas las calles por el pueblo, los medios abandonaron las calles. En un momento de trascendencia histórica y de sucesos de elevada naturaleza e importancia noticiosa y periodística que ningún reportero de radio, prensa o televisión quisiera perderse, los medios brillaron por su ausencia. La más importante noticia periodística venezolana del siglo XXI, no encontró quien la cubriera. O mejor dicho, la cubrieron los medios comunitarios y alternativos que lucharon duro por el rescate de la democracia, pero la gran prensa hizo silencio cuando la historia la convocó. Los grandes medios estaban hechos para la pequeña historia. Esa que se teje en la intriga, la difamación, el servilismo al gran capital, la discriminación y el desprecio de clase, de raza, de credo y de género.
Los días 12, 13 y 14 de abril de 2002, cuando el pueblo venezolano libraba una heroica batalla por el rescate de la dignidad y la democracia, los medios radioeléctricos se dedicaron a transmitir tiras cómicas y la prensa no salió de los talleres. Quisieron hacer del venezolano un pueblo invisible, que no se viera ni se oyera. Conculcaron la libertad de expresión y el derecho a la información. Pensaron que dejando al pueblo incomunicado, cundiría la incertidumbre, la desorganización y la situación podría revertirse a favor de los golpistas. Tampoco le funcionó el silencio como arma. El pueblo con sus poderes creadores, ya había instrumentado sus formas y mecanismos de comunicación. Si algo escribió el silencio mediático como arma, fue una de las páginas más tristes y vergonzosas del periodismo venezolano.
Restituido el hilo constitucional, los propietarios y magnates de la televisión aparecieron ante las cámaras de sus canales, menos para pronunciar un mea culpa que para justificarse. Se hicieron entrevistar por sus propios empleados, inaugurando un nuevo género periodístico que bien podríamos llamar “auto-entrevista” o “ego-periodismo”. Explicaron torpemente que no salieron al aire ni circularon los periódicos debido a la inseguridad que reinaba en las calles. Penosa explicación, o como estamos frente a un delito, más propio es llamarla coartada. De modo que en situaciones de inseguridad, los grandes medios desaparecen. Quedan descartados entonces en Venezuela, en caso de conflicto armado, los reporteros y corresponsales de guerra. La coartada se cae si recordamos que durante la década violenta de los años 60, Venezuela vivió entre levantamientos militares y guerra de guerrillas. Y la noticia nunca fue una baja. Varios periodistas fueron a dar a la cárcel y sometidos por la llamada democracia representativa a juicios militares…por informar. Por cumplir con su deber.
Hay que superar el modelo corporativista de empresas de comunicación que defienden sus propios intereses y los intereses de grupos económicos específicos, excluyentes de los intereses de la población en general. Se sigue pisoteando el Código de Ética del periodista venezolano, por quienes creen que ese modelo corporativista de comunicación es el modelo a seguir, quienes asocian la libertad de expresión con la libertad de empresa, y que pretenden convertir un derecho humano fundamental-como la comunicación-en un coto exclusivo de los defensores de las empresas mediática.
En Venezuela se evidencia un aumento de las emisoras comunitarias alternativas, de cero, en 1999 a más 300 emisoras habilitadas, y de cero de televisoras a más d 37 actualmente.
Lamentablemente, hoy día en Monagas, Los periodistas, columnistas y algunos medios de comunicación, estamos viviendo un momento de incertidumbre por las amenazas en contra de la libertad de expresión, ejercidas por algunos dueños de medios de comunicación que han restringido sus publicaciones echándoles todas las culpas al Gobierno por la carencia de papel, cuando sabemos que se les han otorgado millones de dólares preferenciales a empresas privadas que se encargan de la distribución del papel a periódicos locales en todo el país, además lo hacen con sobre precio. Estamos consientes que el Gobierno tiene una cuota de responsabilidad, por no haberle hecho el seguimiento adecuado a la distribución de dichos recursos, como también ha ocurrido con otros frentes. Esto se debe a la desorganización e improvisaciones que todavía existen en algunas dependencias del Estado y que hay que corregir a la mayor brevedad posible; lo que ha motivado, la suspensión ‘’temporal” de nuestros artículos de opinión en algunos periódicos. La censura, practica criticada en forma recurrente, siempre atribuida a la responsabilidad del periodista, en la mayoría de los casos se da por decisión de las autoridades de los medios, que en razón de sus intereses que entran en juego en la materia de que se trata, determina lo que conviene y lo que no conviene publicar. Así tenemos que la censura es una especie de hecho solapado en donde unas veces el censor es el periodista frente al sujeto pasivo de la información y otras veces es el medio frente al periodista que busca inútilmente la información; en otras es la combinación de ambos tipos, creando la insólita figura del comunicador censor al mismo tiempo que es censurado por su propio medio.
Si hemos sido críticos a los gobiernos anteriores, por ser violadores de la libertad de expresión, con mayor razón lo seremos ahora para que no se sigan cometiendo tales delitos.
Raúl Ramírez
rauljoseramirez@hotmail.com