¿Para qué sirve un periodista?

La pregunta me la formuló un familiar, de esos que suelen vacilarse la vida con una jodedera permanente, siempre buscándole cinco patas al gato al que le toca el turno de la chanza de ocasión.
 
-No vayas a pensar que estoy criticando lo que haces. ¡Nada de eso!, solo que entre unos y otros periodistas parece que no llevan bien las cosas. Algo así como los revolucionarios y los de la oposición.
Como quien no quiere la cosa, lo del primo fue como diría el querido y siempre recordado amigo, Aléxis González Mariche:
¡Gancho al hígado!
 
En nosotros no hay tiempo para la molestia ni la incomodidad sino para la conversa, pues tomamos el asunto con un poco de soda, como es normal en todos los periodistas y pasamos a aclararle al primo su indagatoria.
-Pues veras que eso no es así, recuerdo que le dije.
 
Lo que ha estado sucediendo en el medio periodístico y/o de la comunicación, es que - ¡por fin!- nos encontramos en el ambiente adecuado que ha permitido desvestir un modo de pensar y hacer las cosas por el que veníamos transitando los venezolanos, muy alejados de la realidad que nos circundaba y que ha estado sazonada con ingredientes que indigestaron al país.
 
Dicho de manera sencilla habíamos vivido con una impronta en donde una clase poderosa de la sociedad sumergió a otra clase, la mayoría, y le hizo vivir por décadas a la población una realidad que no le correspondía.
 
Lo que ha sucedido en esta última década, en medio del fulgor y la dinámica de la revolución bolivariana, es que algunos periodistas se olvidaron o simplemente no conocieron y a lo mejor nunca les preocupó el primer artículo de la Declaración de Principios del CNP, aprobada por unanimidad en la Primera Convención Nacional de Periodistas , realizada en Caracas entre el 3 y 5 de septiembre de 1976, cuyo texto dice:
La libertad de expresión es el derecho inalienable del pueblo a manifestar su opinión, a informar y ser informado oportuna, veraz e integralmente, sin otras restricciones que las establecidas en el Código de Ética de los Periodistas.
 
Pero como se puede apreciar, algunos periodistas nunca conocieron dicha Declaración -lo que es factible porque cumplirá 38 años en septiembre próximo-, otros sabían de ella, algunos la leyeron pero no la concientizaron y finalmente el resto, quizá mediatizado, no la asumió como parte de su vida, pero si recibió -y siempre- los mensajes subliminales corporativos y políticos de una clase que le hizo creer que ellos también formaban parte de ese sector político-empresarial, económicamente bien acomodado.
 
Por otro lado, no hay necesidad de buscarle cinco patas al gato cuando nos preguntan para qué servimos los periodistas. En primer término, somos los intermediarios entre los que gobiernan y los habitantes del país. No estamos -como dice la Declaración- “sometidos a los intereses propios del empleador, que están más allá de las normas explícitamente expresadas en la constitución Nacional, en el Código de Ética, en la Ley de Ejercicio del Periodismo y su Reglamento. Por lo tanto, el periodista defenderá frente a las empresas el respeto a sus creencias, ideas y opiniones”.
 
Del mismo modo, mantenemos el esfuerzo de considerar a la libertad de expresión como “...un principio básico de la democracia que implica el acceso a los medios de las grandes mayorías de la población y que no debe ser privilegio solamente de los propietarios de los medios de comunicación. Por lo tanto, los periodistas venezolanos propiciarán el acceso de las opiniones de los más diversos sectores, sin discriminaciones de raza, sexo, religión, ideología o clase social a los espacios informativos de los medios impresos o audiovisuales”.
 
O sea, debemos siempre decir la verdad, escuchar a la mayoría de la población y no dejarnos manipular ni mediatizar porque hacerlo, es permitir agresiones a la conciencia y el espíritu de la mayoría ciudadana. Un elevado número de periodistas se rige por estos principios, los que también deberán estudiar, analizar y concientizar el estudiantado de las escuelas de comunicación social y los comunicadores populares.
 
Los periodistas y comunicadores populares servimos también para mantener el equilibrio de la democracia e impedir que la población sea arrastrada por la mentira de algunos malos políticos y dueños de medios comunicación privados.
 
¿Qué existen periodistas que se dejan arrastrar por el american way of live, como decía el profesor Héctor Mujica?, ¡claro que los hay, porque ese es un problema de conciencia, de personas individualistas presuntamente educadas y con una visión de la vida que los conduce a pensar solo en sus intereses particulares!
 
Por cierto, eso de american way of live es incorrecto, porque americanos somos nosotros también, incluso primero que los estadounidenses y además, el modo de vida que reza ese lema, nada tiene que ver con los americanos de Centroamérica, del Caribe y del Sur.
 
Los periodistas también educamos, cuando llevamos el conocimiento general de las ciencias naturales y sociales a personas de todas las edades, porque eso es un deber de cada comunicador.
 
El esfuerzo de un comunicador y comunista, como Arístides Bastidas –valga el buen ejemplo- por divulgar el conocimiento científico en sencillas palabras, nunca tuvo que ver con la acumulación de dinero y lujos y menos el también ejemplo de una gran mujer como lo es la periodista Rosita Caldera, una de las primeras comunicadoras en resaltar por escrito las luchas de las mujeres en el país.       
       


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Pedro Estacio


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