El arado y el mar

Nuestros programas de opinión no cumplen su papel

Cuando el gobierno se desembarazó de la crítica perdió también la capacidad de pensar, de analizar, de ir más allá del chisme. Si todo está bien, si lo malo es obra y gracia de enemigos externos, si nunca nos equivocamos, entonces es poco lo que resta al análisis, no hay necesidad de ir más allá de la superficie, la política se transforma en un juego de palabras, artilugios, retruécanos, consignas vacías, chistes a costa de un enemigo que termina pareciéndose a nosotros. De esta manera, con esta vaciedad, desarmamos a la masa, la despolitizamos y dejamos la vía para el avance del capitalismo.

Cuando sustituimos los argumentos, la crítica, a los proyectos, cuando cambiamos la profundidad de la lucha de clases por el ataque personal, estamos despolitizando a la masa y haciendo de la política del gobierno y el Partido unas piezas en el gran juego de distracción de la burguesía. Dicho más directo: reducimos la política a un torneo de vecinos. Privados de ese contenido, el gran aparataje comunicacional del gobierno es inútil, funciona como una gran bocina que nadie escucha, inútil, molestosa, un zumbido.

¿Por qué los programas de opinión de la televisión oficial son tan inofensivos, no atacan al enemigo esencial, al capitalismo?, ¿por qué se conforman con un boxeo de sombra, pelear con los politipillos que son meras expresiones del mal mayor, el capitalismo, que incólume avanza, devora al Socialismo?

Es que está prohibido por la realidad ir contra el capitalismo que el gobierno estimula, ¿cómo decir que el capitalismo explota, crea miseria, cuando los ministros declaran que cientos de empresarios cayeron sobre la Faja, o que muchas compañías particulares ahora tienen negocios con la petrolera, que volvieron los tercerizados?, ¿cómo explicar que el capitalismo crea, necesariamente, miseria cuando está sentado en el Consejo Nacional de Economía, o cómo creerles que van por la polar si la tienen ahí sentada?

Está claro que los programas de opinión de la televisión oficial están esterilizados, sin capacidad de crítica profunda, no pueden hacer otra cosa que divertir con ingenuidades, hacer espuma en la superficie.

Qué desperdicio de fuerza; cuando la historia registre que estos tontos tenían a su disposición, no una televisión, no una radio, sino cadenas de medios, periódicos y no pudieron avanzar ni crear otra conciencia en la población. La explicación será la demostración una vez más de que lo importante son las ideas, no el aparataje. La tecnología sin contenido, sin probidad, es un azote.

El deber de esos programas es jalonar a la Revolución, no ir a la cola de la derecha interna; correr los riesgos de decir. Por ejemplo, ¿por qué en uno de esos programas no se estudia a los CLAP, cuál es su función formadora de la conciencia del deber social, cuál es la contraprestación de los beneficiarios, por qué no se plantean grandes brigadas de Trabajo Colectivo Voluntario?, ¿por qué en esos programas, en lugar de estar tapando la realidad, no se reconoce la pérdida del apoyo al gobierno y se estudian sus causas?, gran beneficio haría un programa de estos.

El deber de estos programas es romper con la tradición de la democracia burguesa de hacer de la política un reality show, un circo inofensivo, una distracción.


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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