Con una simple consonante sobrante, se puede destruir el sueño literario de Andrés Bello. Y con una simple consonante faltante, se puede rescatar el sueño revolucionario de Simón Bolívar.
Mis queridos amigos y mis queridas amigas. Gracias por leer un nuevo capítulo de la historia venezolana, que nace por culpa de la grave falencia pedagógica, que se exhibe en los vestigios del tricolor patrio.
Ustedes no se equivocaron de canal, y yo no me equivoqué de señal. Si usas lentes de lectura, no hay necesidad de reemplazarlos. ¡Leíste bien! Y si no usas lentes de lectura, no hay necesidad de comprarlos. ¡Leíste muy bien!
El título del artículo es célebre, certero y correcto. Jaulas de clases. En Venezuela no existen las clásicas aulas de clases, donde demostramos que NO somos animales en dos patas. Por el contrario, en Venezuela existen las endemoniadas jaulas de clases, donde demostramos que SI somos animales en dos patas.
Según las sagradas páginas del diccionario, la palabra Aula se define como la sala de los centros educativos donde se imparten las clases a los estudiantes. Mientras que la palabra Jaula, se teoriza como el calabozo hecho de barras sólidas y simétricas para encerrar a los animales.
Tras aclarar el concepto de cada palabrita, surge la inevitable pregunta del prójimo: ¿Por qué afirmamos que en Venezuela existen jaulas de clases?
La triste argumentación histórica, nos remonta al mes de febrero del año 2014. Yo me encontraba sentado frente al balcón de mi casa, escribiendo un artículo ecológico sobre el nacimiento de la Misión Nevado, que fue publicado en Aporrea y compartido con todos sus fieles lectores.
Es obvio que cuando pierdes el miedo a expresarte libremente, cuando no te importa recibir insultos de los enemigos, y cuando la gran verdad erotiza a tu épica prosa, entonces puedes escribirle una carta abierta al todopoderoso Universo, sin sentir temor por el rechazo popular del pueblo, por los gases tóxicos que asfixian a los pulmones, por las estruendosas alarmas de los carros, por el inmaculado trinar de los pájaros, y por el furioso choque de las puertas.
Levitando en el cielo de la terraza con una taza de té, escuché la onomatopeya de unos ladridos muy desafinados, que provenían de las salvajes voces humanas perceptibles en el entorno.
Yo pensaba que el clamor próximo a mi morada, yacía de la típica y mundana muchedumbre, que debemos asediar y soportar a diario.
No obstante, cuando agudicé mi sexto sentido y presté la mayor de las atenciones a la gritería, pude escuchar por primera vez a los muchachitos exclamar: ¿Quiénes somos? Estudiantes ¿Qué queremos? Libertad
Yo dije ¡WOW! No puedo creer lo que mis oídos escuchan en vivo y directo. Al principio me dio tanta risa, que lloraba de carcajadas frente a la computadora. Luego quise comprar un potente artefacto lanzallamas, y quemar con vehemencia a esos jóvenes tontuelos. Y finalmente sentí muchísima lástima por todos los crédulos estudiantes, que realmente fueron las inocentes víctimas del pan y circo venezolano, orquestado por el maravilloso pan y vino de la oligarquía estadounidense.
La consigna de los malandros estudiantiles, se repetía con la misma cobardía histriónica, que vocalizan los obedientes loritos parlanchines. Una y otra vez escupían la saliva antipatriótica, repitiendo: ¿Quiénes somos? Estudiantes ¿Qué queremos? Libertad
Yo decía ¡Dios! Qué diría nuestro querido San Juan Bosco, si viera que en su famoso colegio privado, se politizan las mentiras con el consentimiento de los maestros, de los directores y de los representantes. Qué diría nuestro querido Domingo Savio, si viera que la sabiduría de su nombre dogmático, se ensucia con la patanería de la ignorancia mediática. Qué diría nuestro querido San Agustín, si viera que sus alumnos son tan fáciles de manipular, de amedrentar y de idiotizar, que serían capaces de vender su letrado verbo al mismísimo Diablo.
Por favor seamos 100% sinceros. Si fue tan fácil lavarles los cerebros a los estudiantes venezolanos, que cursaban el quinto y último año de bachillerato en los colegios privados, con una estúpida consigna compuesta por el Tío Sam, con unas rebuscadas palmaditas calientes de bullaranga, y con un falsísimo sentido de rebelión sentimentalista, pues debemos aceptar que el longevo sistema educativo impuesto en Venezuela, ha sido un bochornoso FRACASO en todos los pupitres, y en todos los pizarrones de la geografía criolla.
Un fracaso tan convincente, que la masa estudiantil venezolana puede ser rápidamente hipnotizada y domesticada, con un implacable bombardeo publicitario a cargo de los medios privados, con las toneladas de mensajes en cadena subversiva a través de las redes sociales, y con la explosiva pirotecnia barata que se quema en un burdo pipote comunicacional.
Más de diez años de un supuesto aprendizaje primario, secundario y diversificado, para que al final del camino académico, titulemos a dóciles criaturas sin capacidad de discernimiento, sin inteligencia emocional, y sin objetividad pragmática. Es genuinamente lamentable, descubrir que los chamitos solo se dedicaban a pasar de grado en grado, que los padrecitos solo se dedicaban a recoger la penosa boleta en la postrimería del año escolar, y que las escuelitas fueron los mejores templos del ocio, del vandalismo, de la promiscuidad y de la mediocridad.
Sigan viendo El Chavo del 8 en Venevisión, para que el pobre coeficiente intelectual, les ayude a reparar las canicas de las Matemáticas. Sigan jugando Grand Theft Auto en Alta Definición, para que el pobre coeficiente intelectual, les ayude a yuxtaponer la oración del Castellano. Sigan viendo los partidos de La Vinotinto en DirecTV, para que el pobre coeficiente intelectual, les marque cero goles en la exitosa jornada.
Los enjaulados sobreviven atrapados en jaulas capitalistas, donde el analfabetismo precoz es el mejor libro de la selva. Por eso, los estudiantes venezolanos de los colegios privados, reflejan el negocio mercantilista de sus planteles educativos, donde se aprenden las fábulas democráticas del catecismo, del consumismo y del neoliberalismo.
El juego geométrico de la vida venezolana, rompe el compás de un servicio comunitario hecho por voluntad, y NO por la secularización de aprobar materias al galope. La viveza del venezolano escapa de la humanización cognitiva, para adentrarse en un espacio y tiempo lleno de retaliaciones monetarias. Los muchachos siempre buscan el dólar de la ganancia, de la astucia y de la trampa. Sus emociones triviales a flor de piel, no pueden generar la más lógica sindéresis para el usufructo colectivo, y las competencias físicas diseñadas para alcanzar las metas individuales, los estimulan a no practicar la introspección en el plano familiar, social y ambiental.
¡Qué mediocres son los colegios privados en Venezuela! No enseñan absolutamente NADA que valga la pena enseñar, e ignoran absolutamente TODO lo que no se debe ignorar. Las drogas, el bullying, el cigarrillo, la pornografía, el alcohol. Se dedican a inscribir a cualquier cosa con plata en los bolsillos, mientras aumentan el precio de las costosas matrículas, y disminuyen la calidad de la repudiable educación soberana.
Togas sin diplomas, birretes sin bendiciones y medallas sin brillo, para graduar a un grupillo de animales venezolanos, que repitieron con inmadurez y devoción el cántico: ¿Quiénes somos? Estudiantes ¿Qué queremos? Libertad
Si realmente hubieran sabido quiénes eran, no se hubieran prestado al borreguismo de la oposición. Si realmente hubieran sido estudiantes, no hubieran dramatizado la ridiculez en las carreteras del país. Si realmente hubieran sabido lo que querían conseguir, no hubieran contribuido a la quema de 5000 árboles patrimoniales. Y si realmente hubieran deseado la libertad, pues no se hubieran comportado como los mismos delincuentes encarcelados.
Recuerden que yo nunca digo mentiras al viento. Nadie me echó el cuento en el autobús, y nada me convenció a relatarlo. Yo tuve que vivir y sufrir en carne propia, la mediocridad del sistema educativo privado en Venezuela. Les aseguro que los parásitos solo reciben clases de frivolidad social, de putrefacción moral, y de sumisión personal.
Si le preguntamos a cualquier niño venezolano, que cursa el primer grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Amor, estamos seguros que el niño nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier niño venezolano, que cursa el segundo grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Amistad, estamos seguros que el niño nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier niño venezolano, que cursa el tercer grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Valentía, estamos seguros que el niño nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier chamo venezolano, que cursa el cuarto grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Honestidad, estamos seguros que el chamo nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier chamo venezolano, que cursa el quinto grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Humildad, estamos seguros que el chamo nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier chamo venezolano, que cursa el sexto grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Lealtad, estamos seguros que el chamo nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier adolescente venezolano, que cursa el séptimo grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Envidia, estamos seguros que el adolescente nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier adolescente venezolano, que cursa el octavo grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Tolerancia, estamos seguros que el adolescente nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier adolescente venezolano, que cursa el noveno grado en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Reciclaje, estamos seguros que el adolescente nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier joven venezolano, que cursa el cuarto año en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Xenofobia, estamos seguros que el joven nos responderá con valentía “Uga Uga”
Si le preguntamos a cualquier hombre venezolano, que cursa el quinto año en un colegio privado, cuál es el significado de la palabra Racismo, estamos seguros que el hombre nos responderá con valentía “Uga Uga”
¡Qué vaina! Esos angelitos capitalistas entran con prisa y con rabia a la universidad, pero sin tener un mínimo de conocimiento adquirido, sobre el más básico existencialismo planetario.
Las payasadas cometidas por los estudiantes venezolanos, siempre se suben y se comparten en el paraíso de Youtube. Las golpizas, las humillaciones, las violaciones. El chiste es que los payasos y las payasas venezolanas, que se disfrazan de jueces y juezas de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopna), sigan disfrutando las chistosas payasadas y evadiendo la chistosa justicia.
En el ocaso del Sol, todos nosotros pagamos los platos rotos de la privatizada perversión escolar, porque es muy difícil perdonar y olvidar las pesadillas del acoso, del chisme, de las burlas, de las injusticias, de los moretones, de la prostitución y del suicidio.
Tanta mediocridad educativa en los colegios privados venezolanos, permitió que todas las ovejas ciegas del rebaño, gritaran a capela y con la garganta reseca: ¿Quiénes somos? Estudiantes ¿Qué queremos? Libertad
¡Qué tristeza! Tanto tiempo, esfuerzo, y dinero tirado a la basura. Es doloroso reconocer que los estudiantes de la empresa privada venezolana, nacieron para trepar las ramas de los árboles, para defecar estiércol en el bosque, para gimotear por una sabrosa zanahoria, para eructar los plátanos verdes, para aparearse los cuernos sin ducharse, para estafar a los ciervos incautos, y para comer frituras con las uñas bien afiladitas.
Si esos muchachos hubieran asistido a las benditas aulas de clases, antes de perder el tiempo en las malditas jaulas de clases, pues tendríamos generaciones y más generaciones de jóvenes venezolanos, prestos a compartir el pan con el enfermo, a regalarle la ropa vieja al viejo, a emborrachar con alegría a los abuelos, a cambiar el smartphone por la enciclopedia, a valorar el arte de la ecología, a respetar la cruz del minusválido, y a conquistar las páginas de la rica cultura aborigen.
Desafortunadamente, las neuronas no se pueden comprar con transferencias bancarias, con puntos de venta o con tarjetas de crédito. Todos los años la oposición venezolana compra millones de uniformes, libros, creyones, reglas, cartucheras, zapatos, correas y azucenas, para empezar con todas las energías el energizante regreso a clases.
Pero no hay duda que las neuronas de sus cerebros, siempre se quedan olvidadas sobre la enorme repisa de la sala comedor, frente al gigantesco televisor de dos mil pulgadas de altura, y debajo de la asombrosa alfombra persa de tanto pesar.
Imaginemos el primer día de clases. Abel estudia en un liceo público bolivariano. En su morral tiene un lápiz para escribir, un cuaderno para tomar los apuntes, y muchas ganas de aprender.
Imaginemos el primer día de clases. Caín estudia en un liceo privado católico. En su morral tiene una laptop para investigar, un pendrive para guardar los datos, una videocámara para grabar la clase, un Iphone para llamar a sus papás, una tableta para jugar en el receso, un reloj interactivo con Wi-Fi, y una impresora holográfica portátil.
La maestra Juana del liceo público bolivariano, decidió hacer una prueba de nivelación a los estudiantes, para evaluar sus fortalezas y debilidades académicas.
Una de las preguntas realizadas fue la siguiente: ¿De qué color es el caballo blanco de Simón Bolívar?
Abel respondió con seguridad “Blanco, el caballo es blanco”
La maestra Pilar del liceo privado católico, decidió hacer una prueba de nivelación a los estudiantes, para evaluar sus fortalezas y debilidades académicas.
Una de las preguntas realizadas fue la siguiente: ¿De qué color es el caballo blanco de Simón Bolívar?
Caín respondió con seguridad “Uga Uga”
Abel se ganó un 20, y Caín se ganó un 00.
Lo peor de todo el escándalo, es que los pseudos estudiantes como Caín ya están mentalmente contaminados, por lo que NO pueden regresar a la sala comedor de sus casas, para reconectar las polvorientas neuronas con el polvoriento cerebro.
Aunque duela asimilar la realidad, ya pasaron las siete de la mañana, ya el portón cerró con candado, ya el timbre se cansó de sonar, ya detallaron la lista de asistencia, ya salieron al recreo, ya desayunaron en la cantina, ya jugaron en el patio, y el presente ya eclipsó al trágico futuro por recorrer.
Por eso, un gran número de compatriotas se preguntan de carambola:
¿Cómo escriben los jóvenes de las escuelas privadas venezolanas? Escriben inteligencia con hache, con ese y con jota.
¿Cómo hablan los jóvenes de las escuelas privadas venezolanas? Hablan peor que un puertorriqueño adicto a Cristo.
¿Cómo piensan los jóvenes de las escuelas privadas venezolanas? Piensan que la vulgaridad del reguetón, es la única madre del Cosmos.
¿Cómo protestan los jóvenes de las escuelas privadas venezolanas? Protestan golpeando una chirimoya con la cuchara de una cacerola.
¿Cómo defecan los jóvenes de las escuelas privadas venezolanas? Defecan con todos los gases hediondos de la Coca-Cola, de la Pepsi-Cola y de la Malta Polar.
Ya todos conocimos las limitaciones mentales de los muchachitos retrasados, que estudian en los prestigiosos colegios privados de Venezuela. Sin embargo, ellos NO tienen la culpa de vivir en estado vegetativo de Transculturación, y tampoco tienen la culpa de adorar la miseria espiritual del Dios Dinero.
Es un círculo vicioso donde los padres, los abuelos, los tatarabuelos y las proles venezolanas, fueron las víctimas preferidas y predilectas de un venenoso modelo capitalista, que impuso su oferta y demanda con fuerza y fiereza en todo el territorio de Venezuela.
Las consecuencias de los traumas psicológicos heredados del siglo XX, se expresan claramente en el discernir de los venezolanos. Egoísmos, traiciones, disturbios, corrupciones, intolerancias, divorcios, usuras y decapitaciones. Si los venezolanos no cambian la mentalidad de sus corazones, y si no cambian el corazón de sus mentalidades, pues el siglo XXI jamás se podrá cambiar con un puñado de firmas, con revocatorios y con domingos electorales.
Vemos que la mayoría de los niños venezolanos, siguen naciendo y creciendo con la peor de las armas nucleares: la indiferencia. Ese antivalor se cuela como el cáncer, en las escuelas tanto públicas como privadas de Venezuela, y las apáticas semillas siguen brotando y pudriéndose, en cuatro paredes de una apática oscuridad nacionalista.
No pedimos que los estudiantes de los colegios privados, comprendan el significado de la canción “Space Enough To Grow” de Of Mice & Men, porque el inglés que se aprende en las escuelas del Sambil, tiene la cabeza tan pálida como el esclavizado avestruz.
No pedimos que los estudiantes de los colegios privados, comprendan el significado de la canción “Arco” de Santos Inocentes, porque el español que se aprende en las escuelas del Sambil, tiene la cabeza tan esclavizada como el pálido avestruz.
Tan solo pedimos que los estudiantes de los colegios privados, se atrevan a escuchar, a cantar y a bailar, una canción cuyo significado deberían comprender, reflexionar y amar.
El coro de la pieza musical venezolana, exclama: ¡Viva Venezuela mi patria querida, quien la libertó mi hermano fue Simón Bolívar!
Desde nuestro cibermedio Ekologia.com.ve exigimos que las jaulas dobleguen al Sistema, y que los animales enjaulados abran los ojos de la educación, para que realmente aprendan a vivir en santa libertad.