El acoso mediático contra Venezuela es de tal magnitud que los fanáticos y extremistas ya no se toman la molestia de verificar las fuentes o chequear la veracidad de las informaciones que retransmiten en sus redes sociales. Miles de fábricas de Fake News se encargan de alimentarlos y de mantenerlos permanentemente bajo el dominio de las tendencias del momento, diseñadas en laboratorios de guerra sucia y manipulación.
Los fanáticos de la extrema derecha ven el mundo cargados de odio. Y el envenenamiento es de tal magnitud, que solo piensan en crear maldades para descargar su ira en contra del pueblo venezolano. Los supuestos “demócratas”, están infectados del incurable mal que bien identificó el psicólogo Philip Zimbardo, llamado el Efecto Lucifer, por medio del cual ocurre una “transformación del carácter humano” en personas que terminan “haciendo algo malo, incluso algo malvado y diabólico”. La derecha no actúa motivada por razones patrióticas o heroicas, no, ellos actúan impregnados por el “cupiditas”, que como señala Zimbardo es la “avaricia, ambición, el deseo ardiente de riqueza o poder sobre otros”.
Este es el mal que padece la extrema derecha venezolana, la cual vimos desbordada en directo en las hogueras fascistas de las Guarimbas del año 2014 o en la quema de seres humanos vivos en la plaza Altamira y en otras ciudades del país en el año 2017. Estas atrocidades violentas generaron el repudio inmediato de la inmensa mayoría de la población que vio con estupefacción estos hechos violentos y repudió con contundencia estos crímenes.
Entramos al año 2019 y las hordas neofascistas de Voluntad Popular y Primero Justicia vuelven por sus fueros con nuevos métodos de generación de violencia. Todo un andamiaje repotenciado para interrumpir por la fuerza el hilo constitucional. Lo que no han logrado con los votos quieren hacerlo por la fuerza, violentando la Constitución. Esta vez están apoyados por el capo de la mayor banda de deschavetados del planeta, el peligrosísimo Donald Trump, el cual está sentado sobre el más mortífero aparato militar de la historia de la humanidad. A esta maquinaria debe darle permanente uso. Por eso somos un atractivo objetivo para los Halcones y los sanguinarios guerreristas del Imperio Norteamericano, que se frotan las manos frente al escenario de una nueva guerra. La “opción militar” la llama el desquiciado Trump, para borrarnos de la faz de la tierra.
A todos estos locos les da cuerda toda una maquinaria de propaganda de guerra como nunca antes se había visto. Utilizan todas las Redes Sociales disponibles, así como los medios tradicionales que manipulan las noticias para generar alarma y zozobra en la población. En ninguno de estos medios se paran a revisar el manual de ética periodística para contrastar la veracidad de las informaciones que irresponsablemente trasmiten las 24 horas del día. Por eso, en medios como CNN en Español se pueden ver a nefastos personajes (actores políticos) como Fernando del Rincón (que hace años perdió el equilibrio y la ecuanimidad), exclamando efusivo y en modo nirvana que estaban aterrizando en ese mismo instante aviones extranjeros en Venezuela, siendo no solo falsa la información, sino que supone también una práctica de instigación a la violación del espacio aéreo y la transgresión de la integridad territorial de un estado soberano.
Peor todavía son los que aúpan el bombardeo y la invasión militar norteamericana, sin caer en cuenta, que bajo dicho ataque, el mundo tal cual lo conocen desaparecería por completo. En el 100% de las “invasiones humanitarias” realizadas por el macabro ejército de los Estados Unidos, han desaparecido los Estados-Nación, han destruido docenas de ciudades y generado cientos de miles de muertos, heridos y refugiados que huyen despavoridos de la destrucción total que provocan sus otrora salvadores.
Los que más desean esta salida violenta son los guerreros de teclado, los que viven cómodamente viendo el estado del arte desde Miami o Madrid, inmunes a cualquier ataque desde la comodidad de sus computadoras. Este estado de disociación psicótica es grave. Hasta una indocta animadora de televisión masculló en las redes sociales que ella quería que la preñaran los Marines invasores cuando vinieran de “visita” a Venezuela. Esto demuestra el estado de enajenación, irresponsabilidad e inconsciencia de esta gente ante el grave peligro que enfrentamos. Todo esto gracias al orate irresponsable del diputado Guaidó, que a fin de cuentas, es a duras penas una marioneta del verdadero conspirador, que no es otro que el maquiavélico Leopoldo López. Un enajenado que no le importa destruir su propia patria con tal de ser presidente. Este es el más afectado por el mal de “cupiditas”. López y Guaidó son par de pitiyanquis y como tales recibirán el repudio del pueblo.
Ningún venezolano merece sufrir las devastadoras guerras humanitarias del mortífero asesino norteamericano. Solo el pueblo unido podrá mantener la paz y alejar las siniestras amenazas de guerra de nuestra patria.