No tenemos que angustiarnos mucho por refutar la larga lista de desatinos que el gobierno madurista coloca sobre la cabeza de la página web aporrea.org/. Algunos de ellos, seguramente, son ciertos. Enderezar este pais, torcido intencionalmente durante ciento noventa y tres años, no es tarea fácil.
Sin embargo, todo ciudadano tiene pleno derecho a reclamar, sea quien sea el presidente de la República, la resolución de los numerosos problemas que aquejan a este país. A exigir a cualquier gobierno que considere malo. A oponérsele, no a pasarle por encima de cualquier manera.
Ninguna de las razones alegadas por tí, así alguna de ellas no fueran ciertas, nos da derecho a publicar un complot de gorilas enardecidos. Ningún rumbo trazado ilegítimamente por el gobierno madurista, puede llevar a que pretendamos escribir lo que nos dé la gana, para que la opinión pública marche en una dirección determinada.
Toda pérdida politica, familiar o personal no puede justificar la agresión contra algún colaborador de aporrea.org/ que, al contrario de ellos, respaldan y defienden a este gobierno de pensamiento único. Y, mucho menos, acusarlos de ser responsable de promover la vulneración al acceso a la información, pues sería poner en práctica un viejo sofisma terrorista que resulta inadmisible entre gente pensante.
Pero, además, seríamos deshonestos, en las cosas que decimos dolernos, por lo que queremos comenzar recordándote lo que tú bien conoces:
Nunca hemos dejado de denunciar ese manto de silencio ignominioso en relación al problema principal que está en juego, que no es otro que una perversa estrategia, donde se promueve la vulneración al acceso a la información y a espacios de discusión y debates.
Jamás hemos dejado de marchar juntos por los desposeídos, por los niños, los débiles, aquellos que no tienen ni siquiera la posibilidad de darse cuenta de la naturaleza de la ciénaga donde estan sumergidos.
En nuestras vidas no hemos dejado de sentir compasión por aquellos que, en las barriadas con la más absoluta pobreza, sufren por la falta de los más elementales servicios, hambre y represión, con las consecuencias materiales y espirituales que eso significa.
Tampoco nos hemos hecho los locos ante los muertos que han ocurrido en la frontera venezolana, y que tú bien conoces, donde centenares de personas con sus derechos como seres humanos violados y no por causa del azar sino por un diseño superior al que poco le importa, lo que podríamos denominar, tal como se hace en las batallas, daños colaterales.
Siempre hemos llorado por los asesinados en los numerosísimos enfrentamientos políticos que se han dado en la Venezuela. Y esa infelicidad, y ese dolor, y ese abandono, se concretan de una manera muy especial en la sociedad venezolana, a la cual no es posible observar sin un estremecimiento del alma.
Tú sabes, por consiguiente, que no lo hemos pensado dos veces para soñar juntos. Que nos hemos resistido a aceptar la indignidad cultivada desde el poder, la ignorancia que es un producto inicuo de la desigualdad, la pobreza que es el resultado cruel de la injusticia.
Javier Antonio, debemos advertirte que no queremos convencerte de nada. Pretendemos solamente que entiendas. Hacer que puedas echar una mirada a los motivos del alma de estos viejos, leales y perseverantes amigos tuyos. En fin, no perdamos más tiempo tratando de mostrar algo, pues nadie está imposibilitado de ver por sí solo.
Te invítanos a enfriar un poco las pasiones políticas para que razonemos sobre cómo construir una propuesta que pueda ser presentada a este sufrido pueblo. Cosa que pasaría por ser sinceros con nosotros mismos, entendiendo que no somos nosotros quienes perturbamos sino la certeza de que, por nuestra culpa, por nuestra omisión, por nuestra soberbia, se acabe la reflexión crítica y reine el pensamiento único.
Con estos sencillos principios hemos tratado de entenderte, bebiendo de la historia que nos ha traído hasta aquí y mirando también hacia adelante, hacia lo que nos espera, intentando influir de alguna manera en los acontecimientos que te alejaron de nosotros, pidiéndote que regreses dotado de tu inconformidad sobre la cual podamos redimensionar el camino en esta página web aporrea.org/.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento¡