Como dice Galeano, cuando se refiere a la situación político social de Venezuela, realmente acá estamos en un mundo bizarro: es el mundo al revés. Recordamos cuando el golpe de abril de 2002 y luego cuando el paro-sabotaje petrolero y empresarial, el presidente de la máxima central obrera, como le decían entonces a la CTV, el muy rubicundo, rebosante de lípidos y grasas, el orondo Carlos Ortega, le levantaba la mano, como si estuvieran en un ring de boxeo, tanto a Carmona Estanca, como luego a Carlos Fernández, ambos presidente de FEDECAMARAS, la central empresarial. Inaudito. Nunca visto en los anales de la historia sindical mundial. Ni siquiera cuando los esquiroles rompían las huelgas de sus compañeros, actuando como mercenarios del capitalismo y de los patronos.
Pues bien, de eso mismo hemos sido testigos en los últimos meses una vez más. La diferencia es que ahora vemos, ya no a dirigentes sindicales (que también lo han hecho, como José Gregorio Salazar, dirigente del Sindicatos de Trabajadores de la Prensa), sino a conspicuos “líderes” de la izquierda tradicional venezolana como Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Trino Márquez, Carlos Blanco y, como diría Cabrujas, para mas INRI, al propio Gabriel Puerta Aponte, ex-guerrillero, ex-fugado del Cuartel de San Carlos, ex-anticapitalista, ex-izquierdista radical. Es decir, políticos otrora brillantes, teóricos de la izquierda que escribían textos iluminados acerca del asalto al poder por diferentes vías para construir la sociedad socialista. Hoy los vemos postrados ante los oligarcas que antes combatieron. Cómo se deben reir estos señores. Es el triunfo máximo para ellos. Que la propia izquierda, la que ahora llaman moderna, los apoye. Los aúpe y los defienda a capa y espada. Casi que gritan destemplados, con el poco cabello que les queda, alborotado: ¡Patria, Familia y Propiedad!, o para llevar la contraria a Chávez: ¡Patria, Capitalismo y Vida!
A puerta Aponte ya lo habíamos visto en ruedas de prensa rodeado o de guardaespaldas de los adecos y los copeyanos, sus aparentes antiguos enemigos (digo aparentes puesto que sus actuaciones de hoy ya me están haciendo dudar de su participación en el proceso de la insurgencia guerrillera, y es que la CIA tiene tantos tentáculos). Ahora lo vemos, ondeando la bandera de Bandera Roja, en las marchas que convocan los dueños de 1-BC, o RCTV. Y es cuando uno se dice, sin ser creyente: pero bueno, ¡Dios mío¡ ¿qué pasó aquí?. ¿Qué tipo de terremoto interior sacudió las pocas neuronas que tenía este señor?. ¿Cómo es posible que ahora salga a desfilar apoyando, con las banderas de un otrora partido de la izquierda radical venezolana, a la familia Phelps-Bottome-Granier?. A los representantes de la propia oligarquía venezolana, de la burguesía mas explotadora y depredadora del sudor de sus trabajadores, a quienes trata casi como esclavos, los usa y luego abandona como excrementos sociales y a quienes ahora trata de manipular con la hipócrita y eufemística frase de la “gran familia RCTV”.
Definitivamente, el odio a Chávez coloca a muchos en una situación muy comprometida. No pueden, con el sólo argumento del militarismo, justificar el irse para la acera de enfrente. A esos se les llama tránsfugas, renegados, conversos. Y en tiempos de guerra abierta, simplemente, traidores.
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