Recuerdo cuando trabajabamos en el Seguro Social, bajabas los escalones con aquellos zancos estrepitosos para que todo el mundo supiera que allí venía el pichón para entonces de artista, mil veces te di la cola para tu casa en los Chaguaramos después de terminado el juego de sofball, sábados o domingos, nuestro equipo era muy bueno, tu tirabas mucha pinta a la hora de batear, tus ideas eran de izquierda, conversamos varias veces de ello, mantuviste por algún tiempo esa definición.
“Por estas calles”, te catapultó hacia la fama, fin de la historia aquella de simpleza y compañerismo, mi saludo no fue respondido sino con desaire en alguna oportunidad que coincidimos en la Panadería que queda en donde para entonces residías con tu señora esposa.
Era hora de los cambios, de una nueva frecuencia en la relación con los demás, tu mundo no podía ser el mío, demuestra ello, lo que una vez dijo Bertold Brech, el artista sube como la espuma y no se quiere bajar aún desinflándose, son cosas veredes excompañero Franklin, pero así es el mundo y la vida.
No puedo juzgar a las primeras de cambio, tu metamorfosis propia de un tipo de mamíferos, ese mundo extraño te atajó como aquella línea contra la grama que atrapaste en una oportunidad, seres superiores no lo sé y desconozco si los hay que no sean extraterrestres.
La mejor actuación de tu vida, motivaciones naturales no creo, te conozco, eres muy de libreto y menos lo que dices, seguro estoy que no es de fuente de inspiración propia, a juzgar por el movimiento de tus ojos, el telepronter o la pizarrita jugaron un buen juego, no crees.
En todo caso, el sentimiento no se transmite en un solo día, la gente espera como capítulo escenal que la cosa siga para perpetuar el dolor que finges. La estridencia de la rodilla en tierra en una obra no epopeyica no queda a la altura del mensaje y mucho menos del personaje, lo cual quiere decir que luego de ese episodio debes pasar por GO y cobrar los 200, o no es así.
