Los líderes lanzan tesis, reflexiones, ideas o hipótesis y, de inmediato, surgen los intérpretes que se encargan de hacerlas digeribles, potables o todo lo contrario. Al final, entregan algo diametralmente opuesto a lo que dijo el líder. Así ha ocurrido con el planteamiento de desarrollo endógeno formulado por el presidente Chávez. Sus “traductores” lo aplicaron a troche y moche hasta provocar esa enfermedad que las ciencias médicas y políticas han concordado en llamar endogenesis o endogenitis.
Lo endógeno, una concepción política y económica de desarrollo sustentable, se aplicó a todo: la educación, la comunicación, la cosmetología, el turismo o el encueramiento. La epidemia provocó lo que se conoce como “mal del ombligo”, una peste que hace que todo el mundo viva mirándose el maruto, en un estado semi catatónico de auto admiración preocupante.
Los medios del proceso elaboran su programación exclusivamente para sus seguidores. No muestran el menor interés de ir un poco más allá de la audiencia cautiva, antes bien, lo consideran una desviación. Si se trata de medios impresos, sus tapas y contratapas son todas rojas rojitas, lo que no permite distinguirlos unos de otros.
La endogenesis propagandística viaja por el mismo rumbo (caballo y luna redonda). De allí que las campañas electorales, desde el comando Ayacucho hasta el Zamora, sean idénticas y se repitan como imágenes ante dos espejos enfrentados. Los slogans, colores (o color porque es uno solo) y símbolos no varían de una a otra contienda electoral, en una especie de repetición suicida.
Esta patología, así la definió el facultativo Giovanni Peña, es difícil de curar por su naturaleza auto inmune, pero el proceso está obligado a erradicarla porque en ello le va la vida a la revolución. El socialismo venezolano tiene características propias, específicas y únicas. Su fuente ideológica nace del pensamiento bolivariano, robinsoniano y zamorano. Su contexto es latinoamericano y caribeño. Su acceso al poder fue por la vía pacífica y electoral. Sus fundamentos están contenidos en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, única en el mundo aprobada en referendo popular.
Si esta Carta Magna, lo ha repetido el presidente Chávez, es como el Popol Vuh, esto es, el libro de la comunidad, ello significa que lo endógeno debe incluir a todos los venezolanos y que todos deben ser ganados para el proceso de transformación, o al menos, intentarlo. Este propósito choca con la endogenesis, que es la hipertrofia perniciosa de la concepción endógena del desarrollo económico, político y social.
Urge romper el estrecho marco de la endogenitis. Se ha de empezar por la política comunicacional. Los medios del estado deben dar un salto cualitativo en su forma y contenido. Imaginación, audacia e irreverencia deben ser el norte y la pauta de la comunicación alternativa e independiente. Se ha llegado a una hora y a un punto en que la revolución se reinventa o sucumbe. Y reinventarse no es reciclarse.
Los muchachos del mayo francés (París, 1968) le atribuyeron a Mao la frase: “Sexo, está bien, pero no demasiado”. Hoy importa poco si Mao lo dijo o no, pero lo mismo es aplicable al llamado “mal del ombligo”. Lo endógeno, está bien, pero no demasiado.