¿Qué ha pasado con la política de Estado en materia de comunicación y de información…?

El ministro Jesse Chacón hace grandes esfuerzos por darle un vuelco a la gestión comunicacional del Estado con sus frecuentes ruedas de prensa, pero tenemos la plena convicción de que solamente él no puede con tan exigente tarea en estos tiempos en que la mentira reiterada y a cada minuto del día, es lo que mueve al poder mediático nacional e internacional en contra de nuestro país.

Son, si duda, muy importantes y necesarios los encuentros periódicos de Chacón con los medios, pues con ello es posible enfrentar algunas de esas campañas sustentadas en la falacia que apuntan a sobredimensionar hechos y sucesos de la vida cotidiana para generar angustia y temores. Aplaudimos esa iniciativa, pero creemos que ello no es suficiente, pues no basta agregarle a la voz del presidente, la del ministro Jesse. Se hace necesario articular muchas voces comprometidas con la revolución en una política comunicacional de largo aliento, que sea permanente, oportuna, consistente y, además, manejada con gran tino y audacia. Efectivamente, ya es una necesidad impostergable crear un equipo numeroso de comunicadores diestros especialistas en distintas áreas del acontecer nacional, cuya labor esté coordinada por hábiles estrategas en la materia que si los tiene la revolución y creo que en abundancia, hacia el objetivo específico de enfrentar, sin pausa, al enemigo mediático muy poderoso que acecha y ataca sin descanso y sin medida.

Pero veamos otras razones que nos llevan a ser reiterativos en la materia. ¿Qué hacen las numerosos de oficinas de prensa de los despachos oficiales, la mayoría de las cuales, entendemos, funcionan con rango de direcciones generales, en la tarea primordial que tienen de divulgar la gestión del despacho al cual están asignadas? Ni una sola de esas dependencias hemos visto que sale a la palestra pública a cumplir con su responsabilidad específica y esto viene ocurriendo, sin exagerarlo, desde que el presidente Chávez asumió la presidencia en 1.999.

En absoluto abogamos porque cada una de esos estamentos burocráticos adelante campañas de información en forma descoordinado, las que, por razones estratégicas, tienen que obedecer a lineamientos centrales, es decir, provenientes de una fuente de mando y coordinación perfectamente bien cohesionada. Sin embargo, creemos que, por el contrario, sí están en plena libertad de habilitar sus propios espacios de competencia para responder a los ataques muy directos de que son víctimas sus instituciones sobre hechos específicos y apuntalados en la mentira repetida una y mil veces y, además de ello, ocuparse, con la mayor diligencia, a darle vida permanente a las páginas digitales que tienen abiertos los despachos e instituciones públicas, las que, debemos decirlo en voz alta y, por qué no decirlo, con bastante molestia y rabia, casi ninguna de ellas funciona, tanto, porque están totalmente desactualizadas, como porque ni siquiera responden a las consultas que les formulamos sus usuarios.

Ya en los inicios de la gestión de quien antecedió a Chacón en tan importante cargo, abordamos el mismo tema y en esa ocasión le dijimos al ministro Izarra que, sin dilación alguna, debería adelantar una gestión de rectoría y vigilancia rigurosa de la actuación de esas dependencias que consumen altas sumas del presupuesto nacional y que nada producen de positivo para el país, pues es realmente imperdonable que sólo se ocupen de ordenar y tramitar pautas publicitaria a sus amigos y recomendados, tal y como ocurrió durante los cuarenta años del puntofijismo. Le sugerí, además, al hoy ex ministro, que se estudiara legalmente la conveniencia de que las competencias de esas direcciones de relaciones públicas y prensa, estuvieran bajo la directa rectoría del ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.

¿Hasta cuando el país va estar huérfano de ese mecanismo que nos va a permitir hacerle frente con éxito seguro a la feroz campaña mediática opositora que, es bueno, repetirlo, dispone de ingentes recursos no sólo nacionales, sino provenientes de organizaciones estrechamente vinculadas a los servicios secretos de inteligencia y contrainteligencia del imperio yanqui, los cuales no descansan en su tarea de desestabilizar el país para derrocar o asesinar al presidente Chávez y así destruir la Revolución Bolivariana…?


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Iván Oliver Rugeles


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