Por una paradoja del destino tenemos a mano dos dramas humanos que guardan entre sí muchas similitudes y parecido, por cuanto el horrendo crimen que ocurrió en Ruanda (odio tribal entre hutus y tutsis con un saldo de un millón de muertos) tuvo aquí en Venezuela su caja de resonancia, pero en menor escala. A raíz de los hechos desestabilizadores y golpe de estado (2002) que fue promovido y gestado por los opositores al gobierno legítimamente constituido del presidente Hugo Chávez. Sembrando desde las trincheras de los medios impresos, internet, radio y audio visuales la incitación a la violencia, al odio y a la desobediencia civil.
Hoy por hoy los órganos encargados de impartir justicia en Venezuela –Ministerio Público y Tribunales de Justicia venezolanos— tienen ante si el gran reto de rescatar y poner en su justo sitial a los tribunales del país, o en su defecto permanecer de espaldas al país en actitud permisiva y complaciente dejando que la impunidad, la corrupción y el mal proceder continúen socavando los cimientos de la república.
En Venezuela al igual que en Ruanda, los medios de comunicación privados tuvieron que ver con la serie de episodios que desbocaron en golpe de estado y en la masacre en Puente Llaguno de civiles inocentes con francotiradores, alentar a las guarimbas, al magnicidio, a la desobediencia civil y en la paralización de la industria petrolera y empresas estratégicas del sector público.
Hoy vemos que aunque se comienza a hacer justicia con los primeros sentenciados del golpe de estado del 2002, todavía falta a estas alturas mucha tela que cortar… Por cuanto hay que ir a la raíz de los condenables acontecimientos y hacer que los intelectuales y responsables de tanto odio y crimen no queden impunes, y sean llevados ante la justicia para ser juzgados y sentenciados, y paguen con prisión el daño que se le ha hecho a tantos ciudadanos inocentes.
En cuanto a los daños, me refiero al daño físico, mental y moral que se le hecho a los seguidores del proceso revolucionario que lidera Hugo Chávez, y al daño físico y mental con severos cuadros de disociación psicótica que desde los planos subliminales se le ha hecho a los opositores de Chávez. Verbigracia del gran daño moral y material que se le ha hecho a la nación y el que se le sigue haciendo al gentilicio, soberanía y valores patrios.
Por consiguiente ¿a quién o a quienes se le atribuye la responsabilidad de estos hechos? Fueron muchos los políticos opositores y civiles enardecidos, y muchos fueron los medios impresos con una línea editorial conspirativa contra el gobierno de Chávez, que incitaba al golpismo y a la desobediencia civil y que eran reseñados escandalosa y diariamente por El Nacional, Universal, 2001, El Mundo, Tal Cua, etc., y muchas emisoras de radio en FM y AM, y televisoras como Venevisión, Televen, Radio Caracas y Globovisión quienes enfilaban sus baterías mediáticas las 24 horas del día despotricando e incitando a la violencia y al odio, contra todo lo que oliera a chavismo. Pero a todas estas, es significativamente importante destacar el visceral odio que han mantenido desde el años 2001 los directivos, empleados y personal administrativo de las plantas televisoras RCTV y Globovisión. Con un brutal protagonismo de Globovisión quien se ha encargado desde el 2001 de que ese visceral odio haya llegado al extremo de incitar y promover públicamente el magnicidio del presidente Chávez. ¿Tenemos justicia en Venezuela? Creo, que no tenemos justicia en Venezuela…
Globovisión, por similitud con los hechos ocurridos en Ruanda debe asumir su responsabilidad y enfrentar los cargos que en cualquier momento deberán ser impartidos por los órganos de justicia venezolanos. Porque así como en Ruanda fueron hallados culpables y condenados a cadena perpetua los que cometieron genocidio y crímenes contra la humanidad, en las modalidades de ‘persecución y exterminación’. Así debe Globovisión asumir también su responsabilidad y declararse culpable por haber “envenenado” la mente de sus escuchas, e incitado y promulgado contenidos que llamaban al golpe de estado, y por llamar a la desobediencia civil, al exterminio de chavistas por francotiradores, al magnicidio del presidente y a promocionar por sus pantallas la negación de un gobierno legítimo y democrático. Además, deberá pagar por el delito de no haber respetado la responsabilidad que conlleva la libertad de expresión, al envenenar las mentes de sus televidentes.
Tal como ocurrió en la sentencia de los condenados de Ruanda, por el aborrecible crimen que se cometió contra hermanos de la misma raza, Globovisión, sus directivos y conspicuos empleados, deben asumir la responsabilidad intelectual por haber “envenenado” el subconsciente de los televidentes e incitado y promulgado contenidos que llamaban a la violencia y al odio. Ustedes señores de Globovisión, siempre han sabido el poder que tienen las palabras y los medios audio visuales, y en lugar de usar medios legítimos para defender su patriotismo y reclamos en democracia, optaron por el camino de la manipulación mediática, la incitación al odio, la desobediencia civil y la promoción al magnicidio con sutiles artificios visuales.
Recuerden aquel general que dijo que nuestras armas fueron los medios de comunicación" o "los medios fueron importantísimos o grandes aliados", citando a Héctor Ramírez Pérez, uno de los militares golpistas implicados en el golpe de 2002.
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