Le preguntan a uno por qué apoya el gobierno cuando otrora fue rebelde ante otros gobiernos. Dejo de lado el argumento majunche de que porque uno se opone a un gobierno cualquiera tiene el deber vitalicio de oponerse a cualquier gobierno.
Caben aquí algunas preguntas. Las gobernaciones de los estados Carabobo, Miranda, el Táchira y el Zulia ¿no son poder? Nadie les discute el derecho de ejercer esas gobernaciones, ganadas en elecciones que nadie objeta. Las alcaldías de Baruta, Chacao, El Hatillo, Sucre y Metropolitana ¿no son poder? Glo-bovisión y otras televisoras y cientos de emisoras de radio ¿no ejercen fuerzas enormes? Los periódicos nacionales que posee o controla la oposición ¿no son el llamado Cuarto Poder?
La Conferencia Episcopal y Fedecámaras ¿no son autoridad? El apoyo de fuer-zas de los Estados Unidos, de Colombia, España, el Perú y otros, ¿no es un re-curso político formidable? Acusan a Chávez de militarista, pero buscan y obtie-nen el apoyo de los Estados Unidos, que tienen un presupuesto militar de más de 600 millardos de dólares. El National Endowment for Democracy apoya abier-tamente a la oposición en América Latina. Lo delató la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien, de paso, señala también el fracaso de la política de su Im-perio hacia Cuba y Venezuela.
El apoyo de El País, The Washington Post, The New York Times ¿no implica mandato? ¿No les basta el apoyo de CNN, de FoxNews, de El Tiempo y de El Espectador? Habrá que mentar también los periódicos de la SIP: El Mercurio, La Nación, aparte de le Monde, Los Angeles Times, The Washington Times, El Mundo (el de Madrid y el de Caracas), La Vanguardia, ABC, El Comercio, O Globo, Foreign Affairs, Foreign Policy, The Miami Herald, Libération, etc., etc. ¿Eso no es tener mando?
O sea, no les basta el apoyo de todos los aparatos ideológicos de Estado del gran capital internacional, del Imperio y de sus subimperiecitos en Europa y Asia y tal vez en la Galaxia de Andrómeda, uno no sabe, decía Cuto Lamache en un periódico hoy desaparecido.
No, no les basta. Son tan malcriados que no quieren compartir nada con nadie. Por eso se malogran, porque no aguantan ni por un minuto que los excluidos sean incluidos, es decir, no soportan el futuro.