Hay que entender que algo de
razón tiene la oposición para quejarse como se queja. No es nada fácil
calarse que unos infelices pata en el suelo arruinen, de la noche
a la mañana, sopotocientos años de paz burguesa y les tomen sus palacios
de invierno. Al espíritu más cultivado y apacible se le revuelven
los buenos modales cortesanos aprendidos durante años de mayordomía.
Y siendo así es comprensible que puedan llegar a proferir algunos improperios
cuando de reclamos se trata, y los acompañen de cuanta señas y muecas
existan, como lo vimos en las tomas de Amorin.
Ahora bien, aunque entendidos
sus rencores, no puedo dejar de decirles que no es la ofuscación el
mejor estado para dilucidar por qué carrizo hay chavistas como arroz
y cómo es posible que lleven diez años en el poder amenazando con
llenar de rojo rojito el Campo de Carabobo cuando se celebre el bicentenario
de esa batalla.
Para entender esto se requiere,
además de inteligencia y cordura, algo de las virtudes cristianas,
o por lo menos saber mantener a raya a los más pasionales pecados capitales.
Ya sabemos que nada de esto anida en el espíritu de los conductores
de Globovisión, que, en razón de salud y seguridad pública, deben
ser recluidos, junto con algunos de sus periodistas, en hospitales para
locos peligrosos, colocándoles bozal y camisa de fuerza.
Pero, no es sólo ese canal,
la enajenación se extendió como una pandemia tendenciosa. No son pocos
los medios escritos que lanzan, con frecuencia diaria, una andanada
de improperios al gobierno que ellos llaman autoritario y procáz. Tomemos,
por ejemplo, el Tal Cual del pasado 27 de mayo. Allí, todos
sus columnistas coincidieron, a lo mejor de pura casualidad, en denunciar
las agresiones que, según ellos, ha desparramado el chavismo por todo
el país, no viendo, y aquí vuelvo a las referencias bíblicas, la
viga en sus propios ojos.
Comencemos por el editorial
de Petkoff donde, en defensa de la libertad de expresión conculcada,
se habla de las socarronas tropelías del chavismo… de sus
artimañas… trampas… atropellos… arbitrariedades antidemocráticas
y ventajistas… de los caimacanes del chancumbelato…
Luego un tal Cesar Villaroel continua defendiendo la libertad de opinar:
verborreas y abusos… violan la Constitución, sojuzgan los poderes…
soborna y amenazan… el ventajismo del autócrata… el fraude electoral….
la fuerza bruta uniformada… el atropello de la legalidad… A
continuación le sigue un Mendible que no tiene pelitos en la lengua
para opinar a pesar de las severas restricciones: visión restringida
y sectaria… distorsión de nuestra identidad… pensamiento dogmático…
selección parcializada… forjamiento truculento… exclusión… abuso
descarado… comisarios… desfasado cesarismo… despropósito… falacia
gubernamental… Después Fernández Cuesta toma la mandarria democrática
y continua con la demolición del silencio impuesto: ejecución del
estupro… vilezas relevantes… poderoso y ruin… pezuña despótica
y bajeza… avarienta mezquindad animal… verdugos siniestros… esbirros…
aliento criminal… peroratas mendaces… camorra interna… repugnancia…
hastío… monocorde insoportable… triste totalitarismo… novio de
la muerte… Páginas más allá Elizabeth Fuentes no se anda con
recatos femeninos cuando de luchar por la libertad se trata: Esos
lumpem proletariat acaban con el país… acaso no hay un líder en
la oposición capaz de enfrentarse a tanto desalmado, a tanto incapaz,
a tantos corruptos… ejercen el derecho de pernada… les sobra ministros
y diputados jalabolas… están movidos por grandes sentimientos de
odio… medio país no se traga sus desmanes…
(ya lo entendimos, la otra mitad del país son los desalmados “lumpen
proletariat”). Y, finalmente tenemos a María Fernanda Fuentes que
en defensa de la gente “de verdad” destila vitriolo a párrafos
completos: los chavistas no pueden ser inteligentes, queridos y honestos…
esa gente no piensan, no entienden ni cuestionan nada; la malquerida
suele abrumarse de resentimientos y el tramposo no tiene miramientos.
Primos hermanos burros y tarados, vengativos y acomplejados, encompinchados
con tracaleros de oficio o nacimiento, se masturban con el despojo,
son fieras, no humanos… deliran aplastando… ansiosos de borrar la
civilidad… atrapados por el deseo insaciable… esos pedazos de carne
brincando que aplauden al descuartizador enajenado, botando espuma por
toda zona mucosa… sádicos, desnaturalizados puros o semiarrepentidos
que se drogan en sus lagunas de plata robada, vacíos de raíces, que
no entienden las buenas películas, ni se enamoran, ni podrían construir
una familia, ni recordar a un vecino…
Por lo que dicen estos columnistas, estamos ante la peor de las dictaduras conocidas, y esto no lo cambia el apoyo que tiene de más de la mitad de la población, pues se trata sólo una enajenada mayoría. No se les ocurre pensar que, en su evidente minoría, puedan ser ellos los enajenados, cosa que se puede entender en razón de que los privilegiados son siempre los menos. Lo asombroso es que no se pregunten el por qué (a pesar de todo lo que dicen) no han sido tocados por esos “monstruos” chavistas. Dictaduras bastante más escuálidas (en cuanto a seguidores) desaparecieron a miles de sus opositores por decir mucho menos.