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Cómo sórdida, viscosa, repugnante y nauseabunda se puede calificar la conducta de algunos de los periodistas de chapita y pergamino que asistieron al acto de presentación de anteproyecto de Ley de Educación que se realizó este miércoles en el Teatro Municipal de Valencia con la presencia de los ministros de educación, Luís Acuña y Héctor Navarro. Los “cagatintas” como alguna vez los calificara el ilustrísimo presidente Jaime Lusinchi, dispusieron de sus luces, cámaras y acción con el propósito de justificar un ridículo y bochornoso incidente provocado por un grupillo de enfermos mentales de la oposición que se hicieron presentes con el propósito de sabotear la actividad.
Las cámaras de los canales subversivos y golpistas fueron utilizadas como escudos protectores de estos malandrines, que trataron de exacerbar los ánimos y estimular la violencia, para luego aparecer como víctimas en los diferentes canales de televisión, tergiversando los hechos y culpando al gobierno por todos sus desmanes, frente a la baba cómplice y la sonrisita cínica de los entrevistadores.
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Por cierto que leyendo los titulares de los periódicos y escuchando las ridiculeces que dijeron con sorna algunos moderadores de programas de televisión acerca del tema en cuestión, no nos queda sino lamentar como ha sido prostituida y degradada la labor periodística. La imbecilidad, la cursilería y el snobismo producen tanta pena ajena y tanta nausea que lo que provoca sinceramente es meternos la cara en el bolsillo del pantalón o en su defecto lanzar el título a cualquier alcantarilla de la ciudad.
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Por cierto, aunque siempre hemos sido acérrimos críticos de la titulitis que por muchos años ha sufrido como una peste la sociedad venezolana, le queremos decir a uno de estos imbéciles que nos interpeló públicamente por nuestro cartón de periodista que no tenemos ningún problema en facilitarle el número de cédula para que investigue en los registros de la Universidad Central de Venezuela (UCV),la Universidad do Vale do Rio dos Sinos ( Unisinos, Sao Leopoldo, R/S Brasil), y la Universidad de Carabobo (UC) a ver si se topa con alguno.
Por suerte jamás hemos antepuesto a nuestro nombre título alguno. Seguramente él forma parte de esos pobres seres humanos que para sentirse reconocidos por algo, menos por lo que son, van y colocan en el vidrio trasero del carro: “Estoy feliz, me gradué de periodista”, entre otras pendejeras.
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A propósito de títulos y otras bambalinas, durante una conversación reciente con una acuciosa periodista de la Alcaldía de Valencia, nos enteramos (un poco tarde) que la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) está dictando la carrera de comunicación social en San Carlos, estado Cojedes. Sabemos que también la dictan en Barquisimeto, Maracaibo y no sé que otra ciudad. Siendo así, nosotros nos preguntamos, quién le entregará tales licencias a esa universidad para que abra escuelas de comunicación como si se tratara de abrir ventas de tornillos. La Cecilio Acosta, además de otros bemoles, está dominada por cierta jerarquía eclesiástica que no adoctrina tanto en el cristianismo como si lo hace en el golpismo y el antichavismo. Nos imaginamos que si no respetan la inteligencia de los fieles en la iglesia menos deben respetar los criterios de los alumnos en las aulas de clases.
El gobierno nacional que tanto se queja de la pésima formación de los periodistas debería empezar a revisar los criterios que son tomados en cuenta para entregar dichos permisos, pero, sobre todo, revisar el modelo educativo que se está impartiendo en esas fabricas de diplomas donde por cierto, se privilegian siempre los intereses mercantilistas de los propietarios por encima de la formación y el conocimiento.
Pero lo que está ocurriendo con los comunicadores graduados en la Misión Sucre a través de la Universidad Bolivariana, es aún peor, los estudiantes reciben clase de profesores mal capacitados y sin nivel académico, la mayoría de ellos con criterios sumamente sesgados a favor de la oposición política. Conocemos casos de profesores que dictan materias importantes como teoría de la comunicación o semiología, que no tienen la más mínima idea de lo que pretenden enseñar a sus alumnos.
Incluso existen pensa de estudios en los que se siguen privilegiando los viejos gurú de los estudios de la comunicación sin ni siquiera discutir, analizar y problematizar entornos a sus criterios, propuestas y teorías como es el caso de autores como Marcelinos Bisbal , Antonio Pascualli y Alexis Márquez Rodríguez, para nombrar tan solo a algunos.
Es urgente que en vez de seguir desmeritando la importancia de la academia para el proceso de cambio que vive el país, como lamentablemente lo hizo hace algunos días el presidente Chávez, el gobierno debería apoyar proyectos destinados a formar a investigadores y teóricos en el campo de la comunicación con el propósito de tener una generación de relevo, con un pensamiento crítico, que desplace a los carcamales de la derecha que se adueñaron de las universidades , y con los cuales se siguen formando los próximos periodistas, incluso los de las misiones.
FIN
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