El propósito principal de los medios de comunicación, en cuanto a lo deportivo se refiere, debería ser: comunicar especializadamente su acontecer, informar, educar, transmitir, entretener, formar opinión, etc. A todas luces estos medios responden a un negociado de antemano con la publicidad, con objetivos calculados de enriquecimiento. En estos tiempos modernos, es imposible analizar el deporte aislado del contexto social que lo crea y lo comercializa, en función de los intereses de la clase dominante, deformando y manipulando su esencia, según su provecho a través de los medios de comunicación.
El deporte y lo mediático tienen cosas en común. Lo mediático utiliza el deporte para su beneficio pues saben que gran parte de los practicantes, es gente joven que se interesa por alguna disciplina en particular, y resulta necesario meter la mano en los bolsillos para pagar esa practica. Una ecuación simple, deporte+practicantes=ganancias. Es por ello que el deporte cumple esa función de captación de masas a través de lo mediático. El deportista se ha vuelto el modelo publicitario a seguir, ése con el que la juventud debe identificarse. No sólo los patrocinadores construyen la imagen de los deportistas como productos estándares, sino que la globalización transmite las figuras planetarias de deportistas estandarizados: su lengua gringo-deportiva y su manera de vivir y ser, se ha equiparado con las "bebidas energizantes". El poder efectivo de la ideología dominante en el deporte, es el resultado de la multiplicación infinita de las “imágenes deportivas” sin otra mediación, que comentarios redundantes de una banalidad deprimente. La contaminación general de las conciencias proviene de esa incesante y machacona propaganda deportiva televisada, con la mediación impuesta por las tecnologías digitales que amarran a cada individuo a la pantalla (Internet, teléfono portátil, cine hogareño, televisor, etc.). No sólo se transmiten las imágenes veneradas del deporte, sino que se destila masivamente la visión deportiva del mundo, de la ideología dominante.
El imperialismo y sus aliados (las trasnacionales) han penetrado ideológicamente lo que quedaba del deporte sano y recreativo; comercializando todo lo que se pueda explotar a través de la televisión y otros medios. La más feroz alianza de corporaciones internacionales del deporte con una ciencia y tecnología a su servicio, apoyada en una poderosa red mundial de "comunicación" al servicio del capitalismo globalizado se ha apoderado, cada vez mas, del inconsciente colectivo e individual imponiendo el dios del dinero. El capitalismo y la comercialización, son los máximos representantes de la explotación y corrupción que atentan, enérgicamente, contra los principios educativos del deporte.
La omnipresencia del deporte en la sociedad y los individuos, lo convierten en un valioso instrumento que ayuda a olvidarlo todo, incluso los problemas de salud (incluyendo los del corazón, no cardíacos por supuesto), económicos, personales, hasta los políticos; pues sólo existe el color del equipo al que se apoya, y así el vecino de silla sea partidario de otra tendencia ideológica, no importa, pues viste la misma camiseta y esto, lo sabe muy bien y lo utiliza, la industria mediática publicitaria de acuerdo con su concepción mercantilista del deporte y su fin, que no es otro que el lucro, sin importarle lo deportivo como tal. El deporte en la lógica del sistema capitalista mundial existe, en función de producir atletas que “atraigan riquezas”. Así es como la ideología deportiva pone en escena (la idea olímpica de la paz, el juego limpio, el espíritu deportivo, etc.) ocultando las fuerzas motrices reales del deporte capitalista: acumulación de ganancias. El deporte es presentado como un culto al rendimiento y del esfuerzo competitivo individual, un universo encantado y encantador de prácticas de superación de sí mismo, que no tendría nada que ver con los enfrentamientos ideológicos, las orientaciones políticas y las convicciones religiosas. El deporte sería fundamentalmente neutro y apolítico (estaría por fuera de la lucha de clases) ni a izquierda ni a derecha, ni siquiera en el centro y por encima de las querellas partidistas y de los conflictos sociales: cuando la realidad es que lo deportivo, en su concepción capitalista, es un órgano político-ideológico llamado a consolidar el dominio de la clase dominante a través de lo mediático.
El deporte y lo mediático se han convertido en primos hermanos. Son antagónicos en su concepción pero necesarios para vivir uno del otro, pues el deporte ha sido penetrado por lo económico de lo mediático, y lo mediático necesita la manifestación deportiva para su actividad. Lo mediático construye atletas, los convierte en mercancía, vende mercancía sobre dicha mercancía y cuando desecha al atleta, se queda con las mercancías que creó sobre éste, para seguir vendiéndolas indefinidamente. Agrupados en teams, escuderías y equipos controlados por poderosos intereses financieros, los “deportistas” se dedican a competir alrededor del globo, brindándose como espectáculo ante una inmensa masa de desheredados y de oprimidos, reducidos a no ser más que telespectadores fanatizados o máquinas de aplaudir, como en los reality shows.
Entre el deporte y lo mediático se teje entonces, una relación entrecruzada por una maraña de intereses de todo tipo. Como en toda unión habrá desavenencias, escándalos y desencuentros, pero el sistema siempre estará presto a buscar o imponer la reconciliación "en aras de los altos intereses de la Patria". Lo de "la Patria" puede ser retórica; lo de los intereses -altos o bajos- es descarnadamente cierto.
En Venezuela se ve a menudo como en los escenarios deportivos hay vallas gigantescas promoviendo productos, que hasta van en contra de lo deportivo, porque es una forma de generar ingresos. Sin hablar de la cantidad de marcas que exhiben nuestros deportistas en su equipamiento (verdaderas vallas ambulantes) reforzando así la cultura dominante, en un claro intento de conciliar lo público y lo privado en el deporte: cuando lo público es de todos y lo privado de unos pocos. Otro aspecto del mismo tema, que valdría la pena mencionar es la vedetismo de nuestros deportistas, quienes se creen merecedores de todo, con exigencias de todo tipo; considerándose por encima de la patria y del mismo Estado (responsable éste del mencionado fenómeno de mercantilización deportiva) en contraposición con los valores que debe tener un genuino proceso revolucionario, en este caso concreto, el venezolano.
Se debe recordar que al igual que el deporte, lo mediático es un aparato ideológico del estado que, ayuda en su edificación o consolidación; y que el mejor slogan para el deporte debe ser el utilizado en las Pequeñas Ligas de Béisbol en Venezuela: “El objetivo es social, el deporte es sólo un medio”. Esto debe formar parte de la vida misma, empoderarse del colectivo e incluirse en la psiquis de los deportistas a través de lo mediático: Sólo así se podrá abrir el espacio para que, irrumpa el modelo deportivo alternativo que ofrezca las oportunidades del ejercicio y la actividad física corporal, el deporte saludable y la recreación activa, que todos queremos para nuestra patria socialista del siglo XXI.
“La artillería del pensamiento no es un asunto de una sola persona, pues su carácter es colectivo… ”. Hugo Chávez
*Coord. Simón Bolívar
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