Una tarde capitalina más sin mi director general como escudero. ¡Qué fastidio!
Y, todo a causa de ese gordo del arma de los dos filos que vegeta en las noches de terror sin estrellas en VTV y, no como acá que me alumbran el presente la clase media y sus apéndices. ¡Qué fastidio!
El susodicho ése, tuvo que pisarle los callos al empresario Gustavo Cisneros, para que saliera pagando los platos rotos mi compadre de farras. ¡Qué fastidio!
Es que eso no lo aguanta nadie, ni aquí ni en Hong Kong, que todas las noches, dale que dale con el tiqui-ti-taqui unipersonal, y fue tanta la emoción injusta que quien salió a zapatear el golpe bajo fue -¿quién iba a ser? -Ravellito en Globovisión. ¡Qué fastidio!
Yo se lo dije una noche de 12 años con hielo seguidos: No se meta en chalecos sin broches que lo van a tirotear de frente y no va a tener para donde correr. Y el muy tonto y, además iluso, me respondió, yo cuento con mis hermanos, Mezerhane y Zuloaga. Oí y pensé. ¡Qué fastidio!
Y, en vez de escarmentar en su proceder y pensar en corregir sus ligerezas maquiavélicas en el canal, se rasco esa noche a medianoche y se puso a bailar solito el tumbadito con el vaso de güisqui en la mano. ¡Qué fastidio!
Y, ahora mi compadre Ravell, vea su imagen publicitaria en ese espejo que quedó hecho añicos, que ni la flaca Carla Angola lo pudo recomponer por más que haló con compasión el telón de la comedia del regreso. Se lució y, la dejaron como helado de paleta. ¡Qué fastidio!
Y, en ese toma y daca, mejor parado salió el gordo incordio de VTV que se quedó con el saco y los cangrejos y el traste flotando en su mar de la felicidad y, nosotros de capa caída con el rancho ardiendo. ¡Qué fastidio!
Les aseguro que yo no estoy molesto, porque, seguimos igual con la misma línea directriz con Guillermo al frente, dándole palo al Gobierno de Chávez y, a todo el que se atraviese a su favor, pero. ¡Qué fastidio!
Algún día, más temprano que tarde, nos comeremos, aunque sea chamuscado, al señor de la noche, que él sabe que lo tenemos marinado y en salsa amarga, esperando la oportunidad de quebrarlo sin clemencia, para que vea que a todo puerco gordo se le llega su hora como le llegó a mi amigo. ¡Qué fastidio!
¿Quieren que les diga una cosa sin que me quede remordimiento?, pero con sinceridad, yo prefiero a Alberto Federico Ravell bostezando en el canal que a Nitu Pérez Osuna rebuznando y, a Kico quemando naves, ésa y ése, son dos tarritos ... ¡Qué fastidio!
Ojala que lo sucedido con Ravell, no trascienda la puerta del olvido, y que lo más pronto posible esté al pie de la guarimba, torturando chavistas como rebaños de chivos capados y siga con su vida de perverso e irremediable de palangrista. ¡Qué fastidio!
Lo que hemos aprendido con lo que le pasó a mi amigo y compadre del alma, es que del árbol caído, el que quiere hace leña, pero ése no coge candela así nomás. ¡Qué fastidio!
Y, lo más que le preocupa a este ciudadano, es que Ravell, quedó desahuciado por la oposición y, por el Gobierno, lo que me hace pensar que tiene velas encendidas en dos entierros. ¡Qué fastidio!
Hombres como tú: hermano, amigo, compadre, jefe, director general, padre y esposo y abuelo, no nace donde quiera, ni lo pare otra madre –ni de vaina- tú eres un sorbo de las tinieblas, excepcionalmente maluco, salido de las entrañas del mal razonar, por eso y por lo que falta por decir de ti, no hay gobierno que te soporte, ni oposición que te siga. ¡Qué fastidio!
¡Epa, Alberto Federico! ¡Soy yo, el ciudadano!: ¿Cuánto hay por esto? ¡Qué fastidio!