Los hechos de abril de 2002, a ocho años de distancia, recobran su sentido primigenio por el valor político que encarnan y por el simbolismo de las imágenes que han quedado grabadas. Están anclados en la memoria colectiva y sólo basta decir 11, 12 y 13 de abril, para que los involucrados, que fue la mayoría de los venezolanos, rememore lo que fue una gesta popular sin precedentes.
El enlace que ha habido entre los venezolanos y el presidente Chávez rebasa cualquier nivel de racionalidad. Es algo tan profundo que psiquiatras y sicólogos, quienes tratan de entender la mente humana, siguen buscando respuestas. El pueblo captó aquél 11 de abril que no podía dejarse arrebatar lo que por tanto tiempo esperó. Un discurso directo, un lenguaje llano, una referencia permanente a las figuras y hechos históricos que dieron sentido a la nacionalidad, al ser y al sentido de patria que tenemos.
La penetración imperialista y la construcción de la historia didascálica, bajo el control de los sectores hegemónicos entronizados en la educación y la cultura, crearon una visión histórica que nos alejaba de nuestras raíces y nos hacía añorar ser parte del imperio sajón. Se copian las costumbres y modo de vida consumista. La transculturación sufrida hizo ver lo propio como denigrante y poco atractivo.
El proceso bolivariano marca el siglo XXI en Venezuela. La revolución que impulsa y cuyos pivotes están en la Constitución, ha avanzado y permeado distintos sectores del país. Se puede medir no sólo por los logros materiales, sino por el cambio de mentalidad: el pueblo ha recuperado su voz y se ha hecho visible. En cualquier escenario, destaca la convicción del venezolano actual con respecto al proceso del cual es protagonista principal.
En la última década del siglo XX, emerge la figura del comandante Chávez. Encarna el élan vital de los forjadores de la patria. Hay un profundo simbolismo, que nunca será entendido por los sectores de la reacción. Va más allá de la piel. Aquel 12 y 13 de abril, desde la madrugada del 11, la psique del pueblo se conectó en avenidas, calles, barriadas, edificios, urbanizaciones. Y más allá, en la provincia, en todo el país. Una frase retumbaba: "¡Queremos a Chávez!" Y Chávez volvió. Y está acá, entre nosotros.
Periodista / Prof. universitaria