La bella María Corina y…

El título era muy largo. Los tres puntos suspensivos están colocados en lugar de “el  estudiante Ricardo Sánchez”. Fue necesario hacer uso de ese recurso, debido a la falta de espacio… Hace algún tiempo escribí un artículo, “La Dra. Cecilia García Arocha”, sobre el gran cineasta español Luís Buñuel. La gente pensó que escribía sobre la rectora de la UCV y no era así. En esta oportunidad, este artículo es sobre la actriz y cantante argentina Libertad Lamarque y sobre el cine mexicano. Libertad Lamarque fue una de las figuras más importantes del cine mexicano de los años 40 y 50. Los títulos de algunas de sus películas dan una idea del cine que ella protagonizó: “El pecado de una madre”, “La cigüeña dijo sí”, “La mujer sin lágrimas”, “La Marquesa del barrio”. Puro melodrama y cursilería. Todas fastidiosísimas. Mucha gente piensa, erradamente, que así fue todo el cine mexicano. Este escrito busca cambiar esa equivocada percepción. El cine mexicano dio grandes películas, de antología en la cinematografía mundial, como María Candelaria (1943), con la hermosísima Dolores del Río o Tizoc (1956), con la  exuberante María Félix. La “María bonita” de Agustín Lara, de quién el escritor francés Jean Cocteau dijera: “Tanta y tan intensa es su hermosura, que duele”.

Nunca entendí la fama de Libertad Lamarque. Siempre me pareció espantosa. Considero que marcó negativamente al cine mexicano. Era demasiado sosa, incluso como cantante de tango. La llamaban “La novia de América”. Se imagina uno, llevada al altar, por Monseñor Baltazar Porras. Nunca tantas lágrimas se derramaron en el celuloide, en la historia del cine. Eso era llanto y llanto. Lamento y lamento. Tragedia y tragedia. Demasiada exageración. Demasiada sobre actuación. María Corina Machado me recuerda a Libertad Lamarque. Cuando lanzó su candidatura, frente a la Asamblea Nacional, y habló de la familia, era la imagen vívida de Libertad Lamarque. Hablaba de “las familias desgarradas” y “el proceso implacable contra la familia” y yo me decía: ¡Libertad Lamarque! Sus palabras nunca corresponden al énfasis y al ímpetu que ella quiere darle a su discurso. Por un lado gestos fuertes, por el otro, palabras sin correspondencia. Siempre le sucede lo mismo, en todas sus intervenciones públicas. A decir verdad, esto sucede muchos con los dirigentes de la oposición. Hablan de “principios” y uno no ve los principios por ningún lado. Hablan de “inclusión sin exclusión” (como Henry Falcón) y uno queda atónito, y no puede sino recordar a la IV República. En fin, decir Libertad Lamarque; es como decir, oposición. Disculpen la digresión. La época de oro del cine mexicano abarcó el período 1935−1958. Fue más conocida por la abundancia de su producción cinematográfica, pero tuvo también grandes realizaciones e intérpretes.

En cuanto al suplente de María Corina, me recuerda al actor mexicano Emiliano Pozo. No era bajito y gordo, sino alto y flaquísimo. Se repetía en todas las películas, siempre hablaba gritando, con voz chillona y atropellaba las palabras. También mucha sobre actuación. En su primer film deslumbró, pero se repetía tanto, con todos sus personajes, que nunca pasó de actor de reparto…La Cinemateca Nacional debería organizar un ciclo del mejor cine mexicano de esa época.

 


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Reinaldo Quijada


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