Fernando Soto Rojas, recién electo presidente de la Asamblea Nacional, siendo entrevistado por Vanessa Davies, lanzó una frase, que usamos como título de este artículo. La ingeniosa y aguda periodista oriental, extrañamente dejó que esa afirmación tan importante, pasase desapercibida. Lo lamentamos porque la expresión envuelve no sòlo una verdad significativa sino que asumirla sirve para definir un comportamiento de nuestra representación en el órgano legislativo y del movimiento revolucionario en todos los frentes.
Es una verdad como las de Perogrullo, que la oposición no es un bloque monolítico; más bien parece una colcha de retazos unidos por pespuntes demasiado largos e imprecisos. No obstante eso, en la práctica, pareciera que predominara la idea contraria.
En el sector que apoya a Chávez, se ha venido diciendo de manera insistente y hasta sistemática, que el frente opositor carece de programa; incluso que elude todos los debates, salvo decir que “el presidente debe irse o que nada de lo haga o diga el gobierno sirve”, sin hacer precisiones, porque una actitud distinta podría poner de bulto sus contradicciones internas, las cuales tratan de ocultar, en beneficio de “la unidad”.
El chavismo, no obstante tiene una meta, un programa de acción y un fuerte liderazgo. Pero pese a ello, se toman previsiones para evitar deserciones o que éstas, en caso de producirse, hagan el menor daño. Porque esas opciones forman parte de la vida.
Es cierto, la oposición venezolana, por encima de las apariencias, es un bloque cruzado por profundas grietas. Por asuntos de clase, historia, concepto de país y rol de cada uno de ellos. Es muy difícil, que en debate sobre asuntos puntuales inherentes a nuestra sociedad, una vez decantados los arranques emocionales de los primeros momentos de la instalación de la nueva Asamblea Nacional, esas diferencias no comiencen a manifestarse.
Por lo dicho anteriormente, nos pareció muy oportuno y acertado que el presidente vetase la Ley de Universidades, aprobada el 23 de diciembre por la AN. Resultará bastante cuesta arriba, después que el instrumento utilizado como base de discusión recorra el país, que la oposición o la llamado MUD, pueda elaborar un discurso coherente y unitario sobre ese asunto.
La oposición está unida exclusivamente por el sentimiento que comparten contra Chávez. Pero, cada grupo y hasta individualidades por su lado - uno les escucha y lee - fijan posiciones distintas sobre un mismo problema. Están distantes ademàs porque tienen aspiraciones diferentes màs allà de lo individual o grupal. Por eso, al instalar la Asamblea Nacional, nacieron grupos o fracciones parlamentarias que antes no se vislumbraban. Hasta María Corina Machado, no sólo formó su fracción, sino que hacia ella atrajo a personajes hasta hace poco adecos o de otras toldas.
Lo anterior revela que allì también hay màs oportunismo de lo que uno se imagina.
Por allí han surgido personajes anunciando que propondrán en la AN proyectos de leyes por el pleno empleo, hasta la jubilación a todos los trabajadores, prestaciones sociales y otras cosas nada menudas. Los diputados del sector opositor defensores a ultranza del capitalismo, saben bien que esas propuestas coliden con lo que defienden y que son, por esencia, contrarias al interés de empresarios, capitalistas nacionales e internacionales, quienes tendrían que asumir, salvo que inventen una trampa, las consecuencias de una decisión de esa naturaleza. Justamente por eso, a éstos no les interesa un debate sobre tales cosas. El cual si puede ser asumido sin dificultad alguna por la gente del gobierno, partidarios del socialismo y algunos opositores que todavía, permítaseme el margen de la duda, en aras de la dialéctica y la lucha de clases, no han entregado de manera definitiva su alma al diablo.
Estas cosas y otras más, fundamentan aquella expresión del presidente de la AN, según la cual “la oposición es fracturable”. Algo parecido, en otro estilo, lo que es una cosa muy natural, ha planteado José Vicente Rangel. De lo que se trata es de observar con detenimiento dónde se originan las grietas y cuáles son las tendencias de expansión de las mismas, para introducirse en ellas.
Pero lo más importante, que en los bordes de esas grietas, hay una enorme población que vota por el bando opositor y jugará un papel descollante. Hacia ella deberá estar dirigido el discurso revolucionario, para que sirva de cuña de presión.
No viene al caso la aberrante interpretación de complacer peticiones o bailar al son que otros toquen, como parecen entender alegremente algunos que suponen a la oposición sólida, pero a veces temen que entre los revolucionarios haya fracturas. Nada de ponerse tapaojos y conformarse con una visión esquemática, estructurada y estructural por simplismo.
Si no es un bloque monolítico, no se le puede asumir como si fuese tal.
damas.eligio@gmail.com