Cuando se observan casos como los mostrados en cadena nacional en las últimas sesiones de la Asamblea Nacional, no queda más que indignarse. Las demostradas mentiras de los diputados electos por el pueblo, para que los represente ante el poder legislativo nacional, debe tener a más de un elector arrepentido.
El descaro de la mentira presentada por el diputado de Mérida, William Dávila Barrios, es el más patético de todos. Este señor diputado, mostró unas imágenes al país, donde aparecían unas musáceas (plátano o bananas) con signos de una enfermedad llamada zicatoka. En efecto, las hojas de las plantas mostraban, en una fotografía presentada por el diputado William Dávila Barrios a las cámaras de la televisora oficial de la AN, un color oscuro, lejos del verde natural que las caracteriza. Eran de verdad dramáticas dichas imágenes. Causaban preocupación. Estas imágenes, indicó entonces el diputado, las había tomado él mismo, poco tiempo antes, en la llamada zona sur del Lago de Maracaibo. Donde la actividad del cultivo del plátano es una de la más significativa.
La producción de este rubro en esta zona, provee a casi todo el país. Imagínense pues el impacto público de la denuncia, incluso para la agroindustria. Estaba el diputado, con estas imágenes espeluznantes, refutando al Ministro del área agrícola venezolana, quien había dado datos alentadores sobre los avances en la materia de producción de alimentos en el país. El diputado, con estas imágenes, pretendió echar por tierra la información del Ministro y por supuesto sembrar la duda sobre el Gobierno y su política agraria. Y lo logró. Tal vez. Si, por unos dos días al menos.
En la sesión del jueves pasado, el diputado Aristóbulo Isturiz sorprendió a la comunidad nacional mostrando un video donde aparecía en una página WEB de República Dominicana una fotografía idéntica a la mostrada por el diputado William Dávila Barrios, ante el parlamento venezolano, pero que había sido tomada de una localidad fronteriza entre ese país y Haití. Con ello quedaba demostrado que la imagen mostrada por el diputado en la sesión anterior del día martes, no era de la zona sur del Lago de Maracaibo, ni había mucho menos sido tomada por él.
Varios principios violó el diputado entonces con esa mentira ante la AN. El ético y moral, de lo cual no queda duda alguna. Pero también, violó leyes internacionales, incluso, sobre derecho de autor. Al no ser él quien realmente tomó la foto y decir que sí lo hizo, siendo falso, está cometiendo un delito conocido como plagio. Es decir además de mentiroso ante el pueblo venezolano, el diputado resultó ser un plagiario. ¿Establecerá algo al respecto, el reglamento que rige las sesiones de la AN?. ¿Tendrá este diputado alguna sanción en la AN, por mentirle al parlamento y al pueblo venezolano?.
Se debe reconocer, en buen raciocinio, que el Gobierno nacional comete errores, que tiene muchas fortalezas, pero también debilidades. No reconocerlo sería desconocer la esencia revolucionaria. Pero preocupa que los sectores que hacen oposición al Gobierno nacional, que en buena y sana democracia deben existir, no pueden estar representados por personas mentirosas como estas. La oposición en cualquier sociedad, representa el equilibrio, pero debe basar sus argumentos en razones veraces. Es ésta la forma como, aún estando en oposición, las fuerzas políticas antagónicas al gobierno de turno pueden contribuir con el avance del país. No hay otra manera.
Esta conducta mentirosa del diputado William Dávila Barrios, refleja además un comportamiento, poco acorde con su larga carrera política. Él fue gobernador del estado Mérida, hace algunas décadas atrás. Él fue quien recibió al Papa en Mérida. Él convenció a un pueblo, que creyó en él, para que lo eligiera como diputado a la AN, por ese mismo estado. ¿Acaso todo lo hizo, entonces, a fuerza de mentiras?.
Pero son tiempos distintos. Son, de verdad, tiempos de revolución. William Dávila Barrios, aún no ha desaprendido. Aún actúa bajo el esquema cuartarepublicano y está equivocado. No reconoce, que aún los no chavistas, no se chupan ya el dedo. Que la gente en Venezuela, gracias al líder Chávez, sabe de política, habla de política, discute de política, independientemente de su tendencia. El pueblo, así sea de derecha, quiere ser ahora protagonista de su propio destino.
Al diputado William Dávila Barrios, la sagrada responsabilidad que le encomendó el pueblo merideño le quedó grande. Tan grande como el estúpido intento de demostrar y defender lo indefendible, pues ahora prometió, al quedar descubierto ante el mundo de su mentira, que traería pruebas. ¿De qué?. De lo que sea, pero volvió a meter la pata. Lo gallardo: reconocer la mentira. Pero nunca lo hará. Así fueron, son y serán los adecos. Por siempre.
Las mentiras de esta
foto de la zicatoka, con las de la morgue en Caracas, publicadas en
El Nacional, hace algún tiempo atrás, son pura coincidencia. Aunque
la estrategia, sí puede venir de la misma fuente.
(*) Prof. Titular ULA
heribertogomez60@gmail.com